" La firma de Butch. Suscripta como Santiago P. Ryan al pie de un documento patagónico de 1901, como se ve en la ilustración, está junto a la carta de las que el pescador deportivo Bill Betenson trajo copias desde Utah, logró difusión y se retrató con el intendente de Cholila, hace poco menos que una semana. Pero quedó demostrado en mi nota de esta misma página de "Historias patagónicas" del pasado domingo 18, que, por lo menos desde que obtuve la misma copia, autenticada por el Utah State Historial Society, y está en mi poder desde 1973, la publiqué en varias oportunidades, gráficamente en "La Nación" (25/8/2002) y referencias a su contenido en esta misma página 29/5/2005. La firma y la vista parcial de la carta de esta ilustración, pertenecen a mi extensa nota publicada hace más de13 años en la revista Co & Co de Barcelona (Nº 4, Junio 1993). Como a la carta de Cholila le falta la página con la firma, ya entonces demostré lo que con la foto salta a la vista: la misma caligrafía de la firma del documento y la primera faz de la carta, especialmente la "R" en "Republic" y en la firma la otra "R" de "Ryan". Esto además, probó por primera vez, que Ryan, era el Robert Leroy Parker, con la misma letra de otros documentos, incluso carcelarios, que han sido publicados en los Estados Unidos.

" Huellas de un bandido. Mi saga sobre este bandido, su socio y la legendaria Etta Place, arrancó en los primeros pasos que inicié a principios de la década del '60, casi como un entretenimiento en medio de mi vida periodística, mis frecuentes viajes a la Patagonia y para soltar los irreprimibles sofocones que enciende la curiosidad. Pero no seguía a Butch Cassidy, a Sundance Kidd y a una mujer, porque ni yo ni nadie sabíamos de tales nombres, ya que faltaban años para el estreno de una película que los inmortalizó y recién se estrenó en 1969, para colmo, sin una sola alusión del paso por la Argentina, y mientras los mejores historiadores norteamericanos en el tema bandidos escribían aún que el trío había llegado a la Argentina en 1902 (un año más tarde de la realidad). Pero en 1960 ó 61, cuando empecé mi saga, simplemente supe de algunos episodios atribuidos a un trío de asaltantes norteamericanos. Al primer hombre público interesado en la Patagonia que le comenté mi descubrimiento, fue al Dr. Arturo Frondizi, durante el "té-reportaje" en el hotel Tunquelen del lago Nahuel Huapi, el domingo (de elecciones) 7 de julio de 1963, mientras el ex presidente estaba "preso". Venía de estarlo en una finca de la laguna Trébol y en Martín García, tras el golpe militar que lo derrocó el 29 de marzo de 1962.

(F. N. J.)