WASHINGTON (AFP).- La financiación de la guerra en Irak será probablemente objeto de un nuevo forcejeo a partir de mañana entre el presidente estadounidense, George W. Bush, y el Congreso de mayoría demócrata, deseoso de limitar el campo de acción de las tropas en ese país del Golfo.
Bush, cuya popularidad bate records negativos en los sondeos, se enfrenta a un Congreso donde sus adversarios demócratas, mayoritarios desde enero pasado, oponen resistencia a su nuevo plan para Irak, que prevé el envío de 21.500 soldados adicionales. A principios de febrero el presidente pidió al Congreso 235.000 millones dólares para la financiación de las operaciones militares en Irak y en Afganistán durante los dos próximos años.
Los demócratas más radicales son partidarios de cortar de raíz los fondos pero su estado mayor se niega en rotundo por miedo a que la opinión pública estadounidense los acuse de privar a los soldados de aquello que necesiten.
Por su parte los republicanos acusan a sus contrincantes de querer "desangrar" al Ejército y la Casa Blanca ha advertido que Bush plantará cara al Congreso si no otorga a las tropas el dinero necesario. Pese a haber fracasado hace una semana en su petición de abordar en el Senado la gestión de la guerra en Irak, los demócratas siguen reclamando una retirada de ese país.