RIO NEGRO WEB
REGISTRARSE
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS ONLINE
  Lunes 08 de Enero de 2007
  Edicion impresa pag. 17 » Sociedad  
  ENTREVISTA: A LAS MONJAS DE LAS CARMELITAS DESCALZAS, EN VIEDMA "Lo nuestro es todo el día oración, así laves los platos o bordes"  
Alguien puede imaginar a una orden de 450 años en extinción, pero las Carmelitas instalarán un convento en Viedma. Hablamos con ellas para saber cómo es su vida de clausura y cómo tomaron la decisión.
  AMPLIAR texto REDUCIR texto Imprimir Nota Enviar Nota por e-mail
 
  Click para ampliar
 
 

¿Hay una etapa de clausura para ustedes?

María del Rosario: La clausura es permanente porque somos monasterio de vida contemplativa, es decir que no nos dedicamos al trabajo directo con la gente en apostolado ya sea catequesis, hospitales, escuelas, barrios, sino que nuestra misión fundamental es la oración... congregadas todas en vida comunitaria en un lugar determinado. Es una clausura simplemente para crear un clima de oración y de silencio y también de trabajo, porque de esto vivimos. Tenemos, repartidas en el día, casi unas seis horas de oración y después las de trabajo y sólo un par para la recreación. En estos momentos estamos abiertas a la comunidad para escuchar a quienes necesitan. Los recibimos en el locutorio. La mayoría pide oraciones por determinadas problemáticas que atraviesan.

Ante la palabra clausura lo primero que uno se imagina es encierro, silencio total. Pero por lo que veo aquí, nada de eso, ¿no?

(risas) María del Rosario: No. Además también salimos para hacer las compras, al hospital... La clausura es más bien destinada a no realizar un trabajo apostólico. Tampoco podemos hacer visitas, por ejemplo.

¿Cuál es el trabajo que hacen?

Teresita: Cada una se encarga de distintas tareas: hacer alfajores, licores, bordados, telar y tratamos de ubicarlos en la comunidad, pero todavía no nos conocen. Por eso vinimos antes de que se terminara la construcción porque además no conocíamos a nadie de aquí.

Pero por aquí ya las identifican como las monjas vestidas de marrón y las describen como muy simpáticas. ¿Será que ante la clausura la imaginación va más allá?

(risas) Magdalena: Es la idea que ha quedado en el tiempo. Antes se vivía de puertas para adentro. Las hermanas llevaban un velo que les cubría la cara, la gente no las veía y estaban detrás de doble rejas con pinchos. Era propio de la época también. Después del Concilio, la Iglesia se abrió y fue haciendo su camino de acuerdo con las necesidades, pero lo importante es vivir nuestra vida contemplativa. Eso te hace alegre porque nos estamos encontrando con el Dios que es la vida.

Algunos las miran como seres extraños, pero ¿hay admiración por esta fe tan intensa que profesan?

Magdalena: Nosotras admiramos a las madres que con seis o siete hijos tienen que además salir a trabajar y están contentas. También hay un llamado para ser madre. Cada llamado tiene su gracia y su fuerza.

¿El silencio es permanente en el monasterio?

Teresita: No. Tenemos horas de silencio en determinados momentos del día para la oración. Tampoco nos ponemos a charlar el resto porque no podríamos trabajar.

Magdalena: Este silencio es necesario también para nosotras, porque lo nuestro debe ser todo el día de oración, así laves los platos o bordes, y el silencio favorece este recogimiento.

¿La oración es sólo rezar?

María del Rosario: Es un estado, un trato de amistad con Dios. Vos estás con él como cuando una mamá está, aunque sola, con el marido trabajando y sus hijos en la escuela, pero cuando cocina lo hace pensando en ellos. Eso es para nosotros Dios: estar ocupadas en sus cosas, en los problemas de la gente, en los de aquella familia que se acercó. Es un estar con aquel que sabemos que nos ama.

¿Qué pasa con sus propias familias? ¿Las visitan?

Teresita: Ellos vienen, pero cuando hay alguien necesitado o enfermo vamos. No a pasar vacaciones, pero vamos ante una necesidad o cuando son muy ancianos. No los descuidamos.

¿En qué momento de la vida tomaron esta decisión?

María del Rosario: El llamado siempre está, pero es como que los momentos de Dios no son los nuestros y es él quien te sorprende. Generalmente, se empieza con un estado de búsqueda casi a nivel existencial y uno se abre a la oración y es él quien te muestra el camino. En mi caso personal, me empecé a dar cuenta cuando vi la necesidad de darme a los demás. Trabajé en parroquias, en la pastoral sanitaria y cada vez daba más, pero al mismo tiempo me sentía vacía hasta que me llegó "Historia de un Alma" de Santa Teresita, que me regaló un amigo, y en un capítulo determinado, en el que ella relataba una parte de su vida, me di cuenta de que era eso lo que quería y vi que el Carmelo era el lugar donde me podía ofrecer y llegar a todas partes a través de la oración y de la entrega.

Teresita: Cuando me recibí de maestra en un colegio religioso de Tucumán, en mi adolescencia y luego de unos retiros en el colegio me gustó. Me confesé con un padre y le dije que me parecía que iba a ser monja y él me aconsejó que buscara un lugar donde me gustara. En aquellos tiempos habían muchas órdenes religiosas en Tucumán y una compañera de acción católica me acompañó hasta el monasterio y me enamoré hasta de los muros del Carmelo. Cuando llegué dije: es esto... y aquí llevo años.

Valeria: El llamado lo descubrí a los 22 o 23 años. Vengo de una familia que no es practicante. Ni yo iba a la iglesia. Pero fue un momento especial en mi vida, de mucha búsqueda, de momentos de dolor en que se me fue manifestando Dios. Al principio no quería saber nada y menos con ser monja de clausura. Había buscado un par de órdenes pero siempre con la duda de si era realmente el llamado o no. Cuando llegué al Carmelo, fue un sentimiento fuerte y una sensación de certeza de que éste era el lugar, por más que no sabía mucho de cómo era la forma de vida. Hasta ese momento estudiaba tecnología de alimentos y trabajaba. Cuando

entré, seguí rindiendo algunos finales pero quedaron dos o tres. Me quería quedar acá.

Liliana: Estudiaba abogacía en Córdoba y conocí la rama masculina del Carmelo. Mi familia es muy cristiana y desde chica viví eso, no con la idea de ser monja, sino con grupos juveniles, colaborando con la Iglesia. Pero como un servicio, no como una vocación. Mi familia en Sierra Grande siempre ayudó a la capilla. En Córdoba vivía a dos cuadras del Carmelo y empecé a conocer el carisma, lo que significa la oración. La carrera me gustaba y todo estaba bien, pero había algo que me faltaba. Eso empezó a ser una inquietud y llegó un momento en que el Señor llamó. Solamente dijo: "Soy yo", y eso fue todo para mí. Busqué un sacerdote de la orden y le comenté. Fue fuerte sentir la experiencia de que la oración lo mueve todo y que el Señor me pidiera que orara con él y por la gente. También cuando conocí el Carmelo de Neuquén, porque ahora mi familia vive en Roca, sentí que el Señor me dijo: "Acá empezamos". Tras ese llamado, me di cuenta de que toda la vida me fue preparando para esto.

Elina: Mi llamado fue a los 15 años. Por más que mi familia era muy católica, no me inclinaba por esto. En ese momento estaba en Miramar y se lo comenté a un sacerdote, que me llevó a Mar del Plata a conocer las Carmelitas, pero pensé que me estaba hablando de las misioneras, jamás de esta orden. Al llegar al convento y supe que eran monjas de clausura no sabía qué hacer porque no quería, pero cuando conocí a la madre (por Teresita) fue tal la alegría que tenía que no podía cerrar la boca para hablar y tuvo que empezar ella. En ese momento me decidí. Fue como encontrar todo lo que estaba buscando. Luego vino una espera de 10 años y recién a los 26 pude entrar.

Irene: Cuando tenía 13 años una tía me prestó un libro de Santa Teresita que leímos con mi hermana. Se me olvidó todo, pero a los 15 empecé a recordarlo y a decir que quería ser como ella. Iba al convento a visitar a mi tía Magdalena (otra de las Carmelitas de Viedma), pero no sabía muy bien lo que hacía y tampoco ubicada la palabra clausura. A los 15 le confié a un cura que quería ser Carmelita ya. Me dijo que tenía que esperar unos años y que, si era mi vocación, no se me iría ante mi temor porque en ese tiempo se me fuera todo. Y entonces confié. Terminé el secundario, hacía retiros al Carmelo el día de Pascuas, que por más que me aburrían igual volvía. Algo me atraía. Un año antes de entrar le comenté a las monjas y a mi tía (Magdalena) que quería hacer una experiencia y fue así que después del viaje de egresados fui por ella. A mis padres me costaba decírselos. Pensé en hacerlo el día de mi cumpleaños, pero finalmente se los dije una semana antes de entrar. Quedaron en silencio pero ellos son muy respetuosos. No hicieron escándolo ni ningún tipo de prohibición. Mi mamá sólo me recordó que cuando tenía 15 años me había dicho que no. "Ahora lo que vos quieras", me dijo.

Magdalena: "Nací en una familia muy cristiana del rosario diario, la lectura bíblica, cada cosa en el nombre de Dios, persignarnos al comenzar un trabajo... A los 15 decidí cortar con todo eso y dejar de ir a la Iglesia, pero antes de un año ya estaba de vuelta. Conocí a Jesús y me enamoré de él y todo lo demás me pareció desabrido. Nunca quise ser monja ni leer "Historia de un alma" porque mi hermana, que es la tía de Irene que le prestó el libro, me lo ofrecía todo el tiempo. Pedí a Jesús que, si me quería para una vida religiosa, me lo dijera y así lo hizo a través de un chico en una reunión que me preguntó: "¿Cómo anda lo del monasterio?", cuando a nadie le había comentado que pensaba en esa posibilidad. Para mí esa fue la voz de Dios que no te habla como un angelito sino a través de los hombres. Un 7 de noviembre golpeé la puerta del monasterio. Tenía 29 años y entré.

 

ESTELA JORQUERA

estelajor@yahoo.com.ar


Haga su Comentario Otros Comentarios
 
Los comentarios que aparecen a continuación son vertidos por nuestros lectores y no reflejan la opinión de la Editorial Río Negro S.A. Los comentarios se publican sin editarlos y sin corregirlos.
Nos dejo su opinión
20/10/2007, 11:46:50
Andrés Fernando Martín
Me gustó mucho la nota, por su objetividad y honestidad. Felicito al diario por mostrar TODA la realidad.
 
 
 
 
  Diario Río Negro
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina.
Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
  Todos los derechos reservados | Copyright 2007 |CERTIFICA