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Martes 26 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Vida de María Antonieta sin prejuicios
La escritora Antonia Fraser se detiene en desmontar el mito de la reina frívola en su detallada biografía "María Antonieta". La mirada de la autora atraviesa los estereotipos franceses para esbozar una imagen
Antonia Fraser escribió con actitud transgresora y minuciosidad británica su biografía de María Antonieta.
Antonia Fraser escribió con actitud transgresora y minuciosidad británica su biografía de María Antonieta.
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BUENOS AIRES, (Télam).- "María Antonieta", la detallada biografía de la escritora británica Antonia Fraser en la que se inspiró la directora Sofía Coppola para la película homónima -a estrenarse el 15 de febrero en Buenos Aires-, ilumina con datos históricos precisos el retrato de la esposa del rey de Francia, Luis XVl.

La biógrafa subraya que el viaje de esta reina francesa nacida en Austria tuvo un carácter político ya que "partió de su tierra natal para ejercer de embajadora -o agente- en un país predominantemente hostil donde ya antes de llegar la llamaban "L' autrichienne'".

Pero también se trata del viaje "de un desarrollo personal, desde la esposa incapaz que era a los catorce años, a la mujer madura y muy distinta en que se convirtió dos décadas después", escribe Fraser en el prólogo del libro, publicado por Edhasa.

Un tránsito elegido como eje central del filme de Coppola, que toma al personaje desde su partida de Austria a Francia y lo deja cuando ya María Antonieta abandona para siempre el palacio de Versalles.

El libro, en cambio, abarca de manera contrastante el "esplendor y alegría" de los primeros años de la vida de María Antonieta y el sufrimiento de los últimos.

Fraser, esposa de Harold Pinter, es autora de una amplia bibliografía histórica donde sobresalen las semblanzas de María Estuardo, Oliver Cromwell y Carlos ll.

Con una actitud transgresora y minuciosidad británica, Fraser se detiene en desmontar el mito de la reina 'frívola', "que instaba a los pobres para que, a falta de pan, comieran bollos".

"Esta historia se atribuyó por primera vez a la princesa española que contrajo matrimonio con Luis XlV cien años antes de llegar María Antonieta a Francia, y se repitió con otras princesas a lo largo del siglo XVIII. Es posible que como útil tópico periodístico nunca muera", apunta con un cierto dejo de ironía.

La autora menciona la abundancia de testimonios de la época y de la vida de María Antonieta que le proporcionaron información directa como las memorias de Pauline de Tourzel o las de la baronesa de Oberkirch.

La baronesa justo antes del desastre describe una estampa inolvidable: cuando los aristócratas regresaban en carrozas de Versalles tras un baile que había durado toda la noche, los campesinos ya habían empezado sus rondas bajo el resplandeciente sol de la mañana.

"¡Qué contraste entre esos semblantes serenos y satisfechos y nuestros aspecto extenuado! Ya no nos quedaba colorete en las mejillas, ni polvos en el pelo (...), no éramos una imagen grata a la vista", reproduce Fraser sobre los claroscuros del Antiguo Régimen.

La mirada de Fraser atraviesa los estereotipos franceses -por lo general bastante hostiles con María Antonieta- para esbozar de manera desprejuiciada una imagen más ajustada de la pequeña austríaca que llegó casi

siendo una niña para transformarse en una reina consorte, obligada a desempeñar un rol político.

"El efectivo colapso de Luis XVl en 1787 y los que sufriría periódicamente supuso que ella tendría que asumir el control si no quería que todos se hundieran con el rey", advierte la biógrafa.

Curiosamente, señala Fraser, "la actitud instintiva de María Antonieta como reina -frente al giro político que pretendió darle en vano- apuntaba al modo en que las damas de la realeza entenderían su papel en el futuro".

"Su gusto por lo sencillo también marcaría una transición de las grandes cortes barrocas del pasado a las versiones más sobrias del siglo XlX con una fuerte dimensión doméstica.

En el ensayo de 1794 "Una visión histórica y moral del origen y el progreso de la Revolución Francesa", Mary Wollstonecraft culpaba a la reina de echar de lado "el engorroso brocato de ceremonia".

"No deja de ser irónico -comenta Fraser- que la reina a la que a menudo se considerado el arquetipo del Antiguo Régimen, en todo su esplendor fútil y artificioso, precisamente rechazara este estilo de vida. La vida en Versalles estaba quedando obsoleta, no la del Petit Trianón".

 
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