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Domingo 17 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 43 > Sociedad
Nada más falso que soplar y hacer botellas
Hay quien de la crisis hace una oportunidad. Esa es más o menos la historia de Cristalería Huincul y de su creador, Rubén Luján, un verdadero personaje del sur y un emprendedor por naturaleza.
Los operarios trasladan una y otra vez con extremo cuidado aquellos objetos brillantes, fragmentos ardientes y aun en transición. Luján hizo de un mal momento una oportunidad: toda una lección de negocios.
Los operarios trasladan una y otra vez con extremo cuidado aquellos objetos brillantes, fragmentos ardientes y aun en transición. Luján hizo de un mal momento una oportunidad: toda una lección de negocios.
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Hace un calor de los mil demonios. Es como haber entrado a un sauna por la ventana del baño vestidos con ropa térmica.

En medio de un ruido ensordecedor que no deja lugar al diálogo, Rubén Luján, padre de esta sofocante criatura llamada Cristalería Huincul, se abre paso y apunta como si se tratara del primer gag de una comedia: "¡Esto no es soplar y hacer botellas!.

El chiste es bueno, fotógrafo y cronista, revestidos ya de una delicada película de transpiración, reímos expectantes mas no aliviados.

La broma puede ser tomada en su sentido más literal. Porque algunos de los empleados de Luján al rato nos mostrarán cómo es este asunto de soplar y hacer botellas. Se ve fácil hacer una. Soplar 100.000, bueno ya es otro cantar. U otro soplar.

Cristalería Huincul es un emprendimiento privado (ubicada en la frontera entre Plaza Huincul y Cutral Co) que ha terminado demostrando que la inteligencia y la voluntad, cuando van juntas, hacen buenas migas. Incluso en un contexto nacional complejo como el del que salió este proyecto. Todo comenzó hace unos cuatro años, en medio de la crisis. Se sabe, los actos osados por lo general tienen detrás una situación desesperante.

"Yo trabajaba para las petroleras como electromecánico y de un momento a otro nos encontramos sin trabajo.

No me quedé de brazos cruzados y probé distintas cosas, hasta que llegué a esto. Un día me dije ¿por qué no puedo aprender este oficio y transformarlo en un medio de vida. Busqué, investigué sobre el tema y fui aprendiendo", cuenta Luján ya a un costado de la batahola, más precisamente en la pequeña sala de recepción donde se exhibe el producto de la empresa: vasos, envases para perfumería y artesanías que representan flores azules aferradas a una columna invisible.

Luján hizo de un mal momento una oportunidad: toda una lección de negocios. Su camino podría señalarse como un ejemplo a seguir, o un caso para reflexionar en un continente que nunca parece encontrar las verdaderas fuentes de su desarrollo (ver recuadro).

¿Qué hizo Luján para comenzar a dar los primeros pasos de su emprendimiento? Lo más lógico que uno pueda suponer: estudiar. "Antes había venido un tipo acá y dijo que iba a poner una fábrica. Bueno el asunto es que no lo hizo y se fue. Yo tomé elementos de ese proyecto trunco y pedí que me otorgaran este galpón. Luego me dije: ¿cómo hago para aprender el tema del vidrio? Me puse a buscar material, libros, a reunir experiencias y me mandé. Hay también un poco de aventura en esto", explica Luján.

Cristalería Huincul funciona en un galpón que desde afuera no dice mucho. Sin embargo adentro, durante 8 horas por día, el movimiento es constante. Alrededor de 30 empleados se afanan en con

seguir las más diversas formas de cristalería y de empaquetarlas después, puesto que la empresa de Luján está ofreciendo un servicio integral.

"¿Ves? damos vuelta esas cajas y las reciclamos para mandar la mercadería. Hay que darse maña", dice el hombre eufórico.

Cristalería Huincul tiene una amplia red de clientes. Su especialidad, al menos por ahora, es el desarrollo de envases para empresas de perfumería. Rubén sueña con ir cada vez más lejos, pero reconoce que para jugar en las grandes ligas (envases industriales de bebidas, vinos y otros) hace falta una jornada laboral de 24 horas y sumar más gente a la empresa.

"Necesitamos personal especializado. Y no es fácil formar personas. Implica tiempo, dinero, paciencia. Sin los operarios adecuados no se puede hacer trabajar esta empresa las 24 horas del día como se debería, a eso súmele los costos extras que implicaría", explica Luján.

Es una sensación extraña la que produce el sonido del horno por las noches. En esos momentos, en las inmediaciones de Cristalería Luján la desolación es apenas interrumpida por el sonido de turbina de avión de un horno, de grandes proporciones, que debe ser mantenido encendido para no bajar la temperatura de los 1.700 grados centígrados.

"En la vida hay que atreverse", dice Luján. "Yo me mandé con esto y le pongo pilas todo el tiempo; si me fundo, me fundiré como las botellas", exclama y lanza una carcajada.

Nada indica que Luján y los suyos no vayan a seguir creciendo. El esfuerzo ha tenido su recompensa.

"Trabajar aquí tampoco es para cualquiera, yo siempre digo en broma que aquel que ves ahí, el flaco dice al tiempo que apunta con el dedo a un hombre de rostro famélico y mirada mansa que recuerda a Stan Laurel llegó a trabajar aquí con 150 kilos y mirá cómo está ahora", y vuelve a su risa tan poco planificada.

"En este lugar no se necesita dieta ni nada", confirma uno de sus empleados.

La actividad es febril. Incesante. Se trata de un circuito que funciona a alta velocidad y que comienza con el trozado de miles de botellas. Luego el material es fundido a altas temperaturas. El producto es un material luminoso, similar a la gelatina y a la lava que sale de los volcanes. Ese líquido viscoso es colocado luego en un molde de metal, del cual sale un objeto hecho y derecho. Inmediatamente el frasco es trasladado a otro horno, donde termina siendo sometido a un proceso de afianzamiento. Sin ese proceso se quebraría con facilidad al ser lavado con agua muy fría o caliente.

El molde a partir del cual nacerán los recipientes uno igual al otro es una historia distinta. Por lo general viene de Buenos Aires, donde es diseñado a un costo de unos 5.000 pesos.

"Parece increíble, quién lo hubiera pensado cuando comencé hace tan pocos años", dijo Luján, orgulloso pero no menos realista.

Sus proyecciones son acotadas. Ir paso a paso hasta encontrar una producción sustentable. "Soy consciente de que hay cosas que no podemos hacer por volumen, pero si no tenemos cantidad podemos brindar calidad y ahí está nuestro negocio".

Los operarios trasladan una y otra vez con extremo cuidado aquellos objetos brillantes, fragmentos ardientes y aun en transición. Unos enormes ventiladores matizan el calor desértico, pero el ambiente no deja de resultar sofocante. El líquido sagrado, esa especie de neón que no puede tomar contacto con las manos, va transformándose hasta encontrar una forma acabada: el recipiente, el porqué y la razón de este proyecto. No es soplar y hacer botellas definitivamente. Alguien debería acabar con ese mito.

 

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar

 
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sus comentarios
17/12/2006, 17:01:39

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nos dejo su opinion

gladys lujan
Nacida en Zapala, mi juventud la pase en Cutral-có donde vive mi familia, y radicada en España desde hace mas de 25 años,.He leído con alegria lo de la fabrica de vidrio entre Huincul y Cutral-Có,Felicitaciones Sr. Luján Hombres como Ud, hacen falta en esa zona,¡¡ LE DESEO DE TODO CORAZON QUE EN EL AÑO 2007 TRIPLIQUE LAS VENTAS Y LOS PUESTOS DE TRABAJOS!! Felices Fiestas desde España Gladys Lujan Rubilar.-
Diario Río Negro.
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