SANTIAGO DE CHILE (DPA) - Fuertes discursos políticos, en que parientes, amigos y seguidores reivindicaron la figura y la obra del fallecido ex dictador Augusto Pinochet, se registraron ayer en la misa fúnebre que se celebró en la Escuela Militar de Santiago.

Hubo coincidencia en que lo que debió ser un típico homenaje institucional adquirió un fuerte matiz político, tanto por los discursos que hubo así como del Cuerpo de Granaderos, la exclusiva escolta de los presidentes de la República.

Mientras tanto, seguidores de Pinochet intentaron agredir a la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, durante el acto de homenaje en la Escuela Militar de Santiago. También hubo agresiones contra periodistas de medios nacionales e internacionales, a quienes los simpatizantes pinochetistas acusan de crear una "mala imagen" del ex general.

Blanlot fue silbada a su ingreso y la agresión se registró tras la misa y el acto de homenaje en que hablaron familiares, amigos y ex colaboradores de Pinochet, cuando la ministra se aprestaba a presenciar los honores militares a su ex líder. Según la radio, en ese momento una turba se le abalanzó, varias personas la insultaron y una persona le arrojó una botella con agua.

La titular de Defensa fue resguardada por efectivos militares e incluso por generales, por lo que salió indemne. Tras el hecho decidió retirarse sin asistir a la ceremonia.

Los pinochetistas reprochan al gobierno de Michelle Bachelet que se haya negado a declarar duelo nacional y funerales de Estado para Pinochet como ex presidente .

Contra los periodistas

La prensa también fue blanco de agresiones físicas y verbales. Los pinochetistas señalan que son sus reportes los medios han perjudicado mundialmente a Pinochet. La reportera de la Televisión Española, María José Ramudo, fue insultada y recibió proyectiles cuando despachaba en vivo desde la Escuela Militar. Mientras un hombre le arrebataba el micrófono, otros la insultaban.

La primera en hablar en el homenaje fue una de las nietas del militar en retiro, María José Martínez Pinochet, quien agradeció la presencia de la multitud que asistió al evento.

Fuera del protocolo, tomó el micrófono uno de los nietos, Augusto Pinochet Molina, capitán de Ejército, quien olvidó la prescindencia política promovida por los últimos comandantes en jefe de la rama, y lanzó elogios al golpe militar del 11 de setiembre de 1973. Afirmó que su abuelo fue un "ejemplo de soldado, patriota, leal a su país y a la historia", que dejó todo de lado por el bien de Chile y fue capaz de derrocar al marxismo, según aseveró.

Agregó que Pinochet fue uno de los líderes más prominentes de su época a nivel mundial", lo que le valió una ovación de los presentes.

Afirmó también que uno de los mayores méritos de su abuelo fue haber derrotado "en plena Guerra Fría al modelo marxista, que pretendía imponer su modelo totalitario, no mediante el voto, sino derechamente por el medio armado".

El anfitrión, el jefe del Ejército, general Oscar Izurieta, escuchaba sus palabras con evidente nerviosismo, cerraba los ojos y se pasaba la mano por la frente.

Más tarde la ministra de Defensa afirmó que no era "aceptable que un oficial en servicio activo pronuncie un discurso público con ribetes políticos y denoste a poderes del Estado".

La hija mayor del ex gobernante de facto, Lucía Pinochet, también reivindicó el derrocamiento del presidente Salvador Allende. "Sé que para usted sería el mejor regalo ver a su pueblo reunido, vitoréandolo, gritando su nombre y manteniendo viva la llama de la libertad que un día de septiembre de 1973 sembró en nuestro país para siempre", aseveró.

Finalmente fue el turno del general Izurieta, quien nunca mencionó a Pinochet como ex presidente sino como ex jefe del Ejército. Su discurso se ajustó al protocolo y más bien recordó la trayectoria militar de Pinochet. Sin embargo, debió referirse a cuando -como general- Pinochet tomó el poder. Indicó que "cuando Pinochet decide actuar el 11 de setiembre de 1973 lo hace con el convencimiento de que no había otra salida a la crisis" y sacó tibios aplausos. Destacó que Pinochet "murió sin haberse sustraído jamás a los tribunales de Justicia".

Tras estas intervenciones, Izurieta entregó la bandera que cubría el ataúd a la viuda, Lucía Hiriart. A continuación, sus restos fueron llevados en un helicóptero a un cementerio de la localidad de Concón (Valparaíso), donde fueron cremados en una ceremonia privada.