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Domingo 10 de Diciembre de 2006
 
> Internacionales
Chile se divide entre vivas al héroe y alegría por la muerte del dictador

Sus simpatizantes se agolparon alrededor de Hospital Militar de Santiago, lloraron y agredieron a periodistas. Mientras tanto en Plaza Italia se reunieron más de 3000 opositores que, con euforia, descorcharon champaña, se abrazaron, saltaron y lanzaron gritos de de júbilo.

Santiago (AFP).- Con pancartas que lo calificaban como un héroe, centenares de simpatizantes de Augusto Pinochet lloraron y atacaron a los periodistas frente al Hospital Militar de Santiago donde murió el ex dictador, mientras en otro punto de la ciudad sus detractores lanzaron vivas por su deceso.

Partidarios y opositores comenzaron a reunirse inmediatamente después de que el Hospital Militar informó el fallecimiento del ex dictador, ocurrido a las 14.15 horas locales una semana después de ser hospitalizado por un infarto grave al miocardio y un edema pulmonar agudo.

Sus simpatizantes llegaron hasta las afueras del recinto médico, donde se congregaron más de 2.000 "pinochetistas" que lloraban la muerte de su líder a los 91 años. "Estoy con mucha pena. Se fue un gran hombre, todo un héroe", dijo entre sollozos a la AFP Lily Gómez. "Es una pena tan grande que se siente, porque es como si nos hubiéramos quedado huérfanos", señaló por su parte María Santibánez, también entre lágrimas, gritando en medio de la muchedumbre que no dejaba de levantar consignas en favor del ex dictador (1973-1990). La angustia en ocasiones dio paso a la rabia que provocó incidentes aislados, especialmente con la gran cantidad de periodistas, fotógrafos y camarógrafos reunidos en este lugar y que recibieron varios golpes.

La escena era diametralmente distinta en la Plaza Italia, tres km hacia el poniente y en las cercanías del centro de Santiago, donde se reunieron más de 3.000 detractores que celebraban la muerte de Pinochet. Eufóricos, los manifestantes descorcharon botellas de champaña, se abrazaron, brincaron y lanzaron gritos de de júbilo anunciando que "se murió el general". "¡Es un carnaval, es un carnaval, se murió el general", cantaban a coro los manifestantes, munidos de globos de colores y pancartas, lanzando al aire trozos de papel picado y blandiendo al aire cientos de banderas.

El ánimo se encendía más aún al paso de caravanas de vehículos que hacían sonar las bocinas, recordando el más popular de los cánticos durante la dictadura que Pinochet encabezó entre 1973 y 1990: "Y va a caer... y va a caer". Los manifestantes, sin embargo, actualizaron el consabido mensaje y cantaron a coro y abrazados: "Y ya cayó... y ya cayó".

Los detractores conformaron más tarde una creciente multitud que llegó hasta las afueras del palacio presidencial de La Moneda, en pleno centro de la capital chilena, donde el presidente socialista Salvador Allende se suicidó durante el golpe militar que encabezó Pinochet, el 11 de septiembre de 1973. "Esperé por años este momento. Para mí esto es muy importante", dijo emocionada a la AFP una de las manifestantes que se declaró "hija de un comunista que estuvo preso durante la dictadura".

En el Hospital Militar los "Pinochetistas" se mantenían cantando el Himno Nacional, incluida una estrofa que alaba a los soldados y que fue excluida del himno después del retorno de la democracia al país, el 11 de septiembre de 1990.

También prometían no desaparecer tras el deceso del ex dictador. "Mientras Chile exista habrá pinochetistas", gritaban a coro. Como en otras ocasiones el comercio no demoró mucho para aparecer. A escasos metros del hospital un hombre vendía como recuerdo una fotografía del ex dictador junto a cinco de sus nietos, tomada en 1992. Los retratos, de acuerdo a su tamaño, tenían un valor que fluctuaba entre uno y dos dólares. Las banderas chilenas también se comercializaban en las afueras del recinto médico. "Creo que debemos tener serenidad y cordura", dijo el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, obispo Alejandro Goic, al observar estas manifestaciones. "No podemos vivir anclados en el pasado. Es necesario enfrentar este momento con profunda serenidad", agregó el representante de los obispos chilenos.

 

 
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