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Domingo 10 de Diciembre de 2006
 
> Internacionales
La palabra arrepentimiento nunca figuró en su vocabulario

Pinochet, luego de encabezar en Chile una de las dictaduras más denostadas en todo el continente y ante la oleada de juicios por corrupción y violación de los derechos humanos que se le echó encima en sus últimos años, siempre negó su responsabilidad.

Santiago de Chile (dpa) - La palabra arrepentimiento nunca figuró en el vocabulario del ex dictador chileno Augusto Pinochet, quien ante la oleada de juicios por corrupción y violación de los derechos humanos que se le echó encima en sus últimos años, siempre negó responsabilidad alguna y hasta dijo "desconocer" las miles de muertes y desapariciones cometidas durante su régimen (1973-90).

De hecho, en su último cumpleaños, el 25 de noviembre, su esposa Lucía Hiriart leyó una carta firmada por él en la que justificaba el golpe de Estado, del que dijo "no tuvo otro norte que engrandecer a Chile y evitar su desintegración", interviniendo las Fuerzas Amradas para "superar un conflicto que parecía insalvable". "Gracias a su coraje y decisión, Chile pudo transitar entre la amenaza totalitaria y la plena democracia que nosotros restablecimos y de la cual gozan todos nuestros compatriotas", afirmó ese día, en que cumplió 91 años.

Augusto Pinochet encabezó durante 17 años en Chile una de las dictaduras más denostadas en América Latina en el último siglo. Su control era total, hasta el punto que llegó a afirmar que "en Chile no se mueve una hoja sin que yo lo sepa". Sin embargo, en todos los procesos judiciales que se le han llevado a cabo, como los conocidos como "Villa Grimaldi", "Caravana de la Muerte" u "Operación Colombo", siempre negó haber sabido algo, delegó la responsabilidad en sus subordinados y declaró "no recordar" las imputaciones que se le hacían. Pinochet siempre afirmó ser víctima de una "persecución política" y "venganza". "Todos los vejámenes, persecución e injusticia que afectan a mí y a mi familia, los ofrezco gustoso en aras de la paz y la armonía que debe reinar entre todos los chilenos", dijo el día de su cumpleaños. En 2003, llegó incluso a preguntar durante una entrevista a un canal de la televisión de Estados Unidos: "¿A quién le pido perdón? Dicen que hay que pedir perdón. ¿De qué voy a pedir perdón? ¿A los marxistas, comunistas?".

Además dijo sentirse como "un ángel bueno" ya que había salvado "del caos" a un país. Pero el "acoso" judicial -según la familia de Pinochet- que se intensificó sobre todo en este año llevó al ex dictador en los últimos meses a manifestar una especie de disculpa indirecta que sin embargo no convenció a los familiares de las víctimas de su régimen. "El ha dicho muchas veces que si se equivocó, pide perdón a la gente que cayó de los nuestros sobre todo y de los contrarios también", afirmó su esposa el 7 de septiembre, cuando se conmemoró el 20 aniversario del fallido atentado contra Pinochet en el que murieron cinco de sus escoltas. Un mes y medio más tarde, su hija mayor, Lucía Pinochet, afirmaba en la televisión que su padre sentía "dolor" y "sufría" por las víctimas de su régimen. La mujer, implicada también en el "caso Riggs" por las millonarias cuentas secretas de su padre, afirmó a Televisión Nacional de Chile (TVN) que las "historias" de los desaparecidos y ejecutados políticas le causaban "mucha pena" a su progenitor. Por ello, aseguró, estaría dispuesto a recibir a los parientes de los caídos y les diría que "lo siente profundamente". Eso sí, puntualizó, esto lo haría en privado, ya que no pedirá "un perdón nacional, como quieren algunos".

Nunca ha salido de boca de Pinochet una disculpa directa por los más de 1.200 detenidos desaparecidos y miles más de torturados durante su régimen. La reacción de los familiares de las víctimas no se hizo esperar: "Estas palabras podrían haberse dicho hace 30 años y no ahora, cuando todos sabemos que Pinochet está pasando por una situación judicial adversa", dijo la dirigente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) Mireya García. La división que Pinochet siempre provocó -y sigue causando- entre los chilenos llega hasta las más altas esferas.

La propia presidenta chilena, Michelle Bachelet, fue una víctima de la dictadura. Junto a su madre, Angela Jeria, estuvo detenida en el centro clandestino de la policía secreta de Pinochet "Villa Grimaldi" y su padre, un general de la Fuerza Aérea leal a Salvador Allende, murió en prisión al año siguiente del golpe de Estado de 1973, producto de los tormentos que sufrió. Hace poco, Bachelet admitía no saber si ha perdonado a Pinochet. Los familiares de las víctimas sólo "lamentan" que con su muerte no haya podido responder a los juicios que se le avecinaban y ya lo tenían bajo arresto domiciliario. Por el contrario, frente al Hospital Militar de Santiago donde había sido ingresado el domingo pasado, el diputado de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) Iván Moreira afirmaba que "hay una obra que él desarrolló en nuestro país que no ha sido valorada por la historia". Según su familia, Pinochet recibió la extremaunción en su horas más graves. Más difícil es que la sociedad chilena sea capaz de perdonar a un dictador que nunca manifestó "arrepentimiento" y ni en los últimos momentos de su vida estuvo dispuesto a pedir un "perdón nacional".

 
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