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Sábado 02 de Diciembre de 2006
 
Edicion impresa pag. 68 y 69 > Deportes
El 'Rey' David le dio unapaliza a Safin y metió miedo en todo Moscú
Nalbandian puso la serie 1-1 con una cátedra de tenis. Chela no tuvo nada que hacer ante el poder de Davydenko.
El "Flaco" sucumbió ante la tercera raqueta del mundo. Preciso, brillante... Encendido. El cordobés hizo un partido maravilloso y barrió al líder natural de los locales.
El "Flaco" sucumbió ante la tercera raqueta del mundo. Preciso, brillante... Encendido. El cordobés hizo un partido maravilloso y barrió al líder natural de los locales.
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El olímpico de Moscú se rindió a sus pies. El "Rey" David volvió a hacerlo, y Rusia sintió el impacto. La paliza que Nalbandian le propinó al ex número 1 del mundo Marat Safin significó más que un 'poroto' en la final de la David: el rubio argentino destrozó al líder natural de los locales, les pegó en las entrañas mismas. Algo que en el dobles de hoy seguramente no pasará desapercibido. (Ver aparte)

Lo de Nalbandian rozó lo apoteótico. Significó la rúbrica de una vieja sospecha: que el cordobés se torna gigante cuando tiene que entrar a la cancha para defender los colores albicelestes. Ayer redujo al 'lungo' Safin a la altura de un pitufo, lo desplumó en las mismísimas narices de quienes lo idolatran, le arrebató un largo invicto de cuatro años sin derrotas en la capital rusa y, para alimentar las ilusiones, jugó un tenis con sabor de caviar, al ganar quizá el partido más importante de su carrera (incluso superando la victoria en el Masters de Shangai '05 ante Roger Federer).

La diferencia entre el cordobés y el ex 'number one' fue tal que el clarísimo triple 6-4 no reflejó la diferencia que hubo dentro de la cancha. Porque Nalbandian aplastó a Safin, un exquisito jugador (de los más talentosos del circuito) que terminó aplastado bajo los zapatos del gran David. Otro Goliat caído.

La jornada inaugural de esta finalísima de la Davis comenzó mal, aunque no sorprendió. Muchos argentinos seguramente ni siquiera se habían desperezado cuando Nikolay Davydenko estaba dos sets arriba de un Juan Ignacio Chela que nunca le encontró la vuelta al número 3 del planeta.

Davydenko es un témpano y hace gala de la imagen que se tiene de los rusos. Su carisma es casi nulo, y por ello no sorprende que sea Safin el propietario de las pasiones locales. Pero Davydenko hizo su parte. Derrotó a un Chela (por 6-1, 6-2, 5-7 y 6-4) que se equivocó al pensar que el antídoto para vencerlo sería pasar la pelota.

El "Flaco" careció de profundidad y agresividad, por eso siempre fue sobrepasado, atacado, embestido. Aún sabiendo que en el historial personal tenía una marcada paternidad (claro 5-0 a favor), Chela jamás hizo pesar ese antecedente. Es más, fue notorio el contraste anímico, físico y tenístico.

En los dos primeros parciales no hubo partido, y recién en el tercero el ruso bajó un poco el nivel y cedió el protagonismo. Chela quebró por primera vez en el encuentro en el cuarto game para 3-1 (estuvo 4-1), se complico pero supo revivir con un quiebre fantástico en el duodécimo juego para ganar 7-5 el set y forzar un "alargue" impensado un rato antes.

Cuando parecía que todo se emparejaba se produjeron dos hechos claves en el cuarto set. Davydenko sirvió y devolvió de manera fenomenal para retomar las riendas del partido; y en el primer descanso, Chela (sacaba 0-1 y 40-0, perdió el game) fue atendido por calambres en ambas piernas. En un abrir y cerrar de ojos la esperanza se transformó en un 1-4, y las ilusiones de un repunte acabaron con el insulso festejo de Davydenko.

Entonces tuvo que salir a escena Nalbandian para poner las cosas en orden. El arranque fue esclarecedor: Safin metió nada menos que cuatro aces en el primer game (que duró once minutos), pero ni siquiera eso le alcanzó ante un Nalbandian en llamas. Fue el primer quiebre.

Nalbandian no sólo estuvo concentrado en su estrategia, bien metido adentro de la cancha y haciendo gala de lo que es, para muchos, la mejor devolución del mundo. Además tuvo momentos cercanos a la perfección, su temple fue el de un veterano y sus goles maravillosos.

David estuvo inmutable, frío, calculador...Y con su tenis encendido. Así, de a poco, con algunos cambios de ritmo, saques precisos y con mucho ángulo ganó un partido con autoridad.

No fue Safin esta vez el que frotó la lámpara. El 'genio' estuvo del otro lado de la red. El mismo que encendió, con su tenis de alto nivel, la ilusión de obtener la primera 'Ensaladera'.

 
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