Marcela Miranda y Sergio Castillo -un matrimonio neuquino con tres hijos que se mudó a Mar del Plata en el verano de 2002- dijeron a "Río Negro" que el jefe de Gabinete Jorge Lara les prometió beneficios materiales si declaraban contra Julio Fuentes en la causa penal por la agresión al administrador general del Instituto de Seguridad Social de Neuquén (ISSN), Gerardo Hettinger. Aseguraron haber sido testigos presenciales del ataque.

Miranda llamó a este diario en setiembre pasado, y pidió ser llamada porque se le agotaba la batería de su teléfono celular. A tal fin dio el número: 0223156809388.

Entablada la conversación, Miranda, empleada del ISSN, explicó que el día del tumulto, 9 de enero de 2002, ella estaba en el lugar porque había concurrido a hacer un trámite. Su marido la acompañaba.

Dijo que inmediatamente después de los hechos y ya identificados por la policía como testigos, les habían pedido que declararan "todo contra el gremio" lo que habían presenciado. Quiso ser más explícita: "¿Viste cuando dicen vos declarás a mi favor y yo te doy todo lo que vos quieras"?.

Miranda se quejó amargamente: "hasta el día de hoy nunca me dieron nada, y tengo tres hijos, soy el único sostén de familia, y estoy mal". Pidió que alguien la escuche.

Preguntada sobre las promesas que, según decía, le hicieron, contó que le prometieron ayuda económica, una categoría escalafonaria y que le pagarían el alquiler de una vivienda en Mar del Plata. Esto último efectivamente sucedió hasta el 30 de setiembre pasado. Les pagaron también los pasajes de avión a esa ciudad, y a ella le dieron el traslado al hotel que tiene el ISSN allí.

Viajaron en febrero o marzo de 2002. Antes les habían tiroteado su vivienda en Neuquén, pero -dijo- los autores no fueron identificados.

Debido a que le descuentan cuotas de préstamos cobra un sueldo neto de 290 pesos. La autorizaron a no trabajar porque, de hacerlo, dijo que podría ser identificada por gente del gremio y represaliada por haber testimoniado.

"Eso me lo dijo Lara"

Consultado por teléfono después de la conversación con su esposa, Castillo relató que, en las vísperas de los incidentes en el Instituto, venía intentando todos los días que Hettinger lo reci

biera. Dijo que Sobisch le había dado una nota con instrucciones para que lo reincorporaran (al parecer, había tenido en otro tiempo un contrato de 300 pesos). Se quejó de que Hettinger no lo atendía, hasta que el 9 de enero, después de esperar cuatro horas, fue recibido a las 12. "A las 12.05 entraron los muchachos del gremio y lo cagaron a palos". Eso ocurrió cuando le estaban diciendo que habían perdido los papeles con la nota de Sobisch.

Contó que, en medio del tumulto, "a las trompadas" alcanzó a sacar a su esposa del lugar, pero él quedó adentro porque "los del gremio cerraron la puerta, y entonces se armó la pelea ahí adentro".

Quejoso, Castillo dijo que se había "metido en el medio para que no le pegaran más, porque estaba mal cómo le estaban pegando. Y hoy Hettinger no me conoce... hago una denuncia contra del gremio y no me conoce". Expresó que "no cumplieron con lo que tenían que cumplir, porque -aseguró- me dijeron quedate tranquilo, nosotros te vamos a dar una plata para que vos te puedas mantener. Eso me lo dijo Lara", afirmó.

Dando manifiestas señales de cansancio y frustración, Castillo habló de que ya no tenía "nada para perder". Contó que hace dos o tres meses abordó al gobernador Sobisch en la calle, porque no lo recibía en su despacho. Le pidió 30.000 pesos para comprar la casa de Mar del Plata donde vivía con su familia. El gobernador le contestó que su secretaria, Mónica Cepeda, le solucionaría el problema. Pero no fue así. "Me tuvieron diez días en Neuquén para decirme que no me podían dar nada".

JORGE GADANO