Las políticas y programas de gobierno pueden influir sobre ciertos determinantes ambientales fundamentales para la obesidad: la mala alimentación y el sedentarismo.
"Un enfoque eficaz implica combatir y al mismo tiempo prevenir la obesidad, incluyendo la modificación de hábitos y conductas alimentarias y de actividad física, y creando un medio ambiente en el que las opciones saludables sean más accesibles", remarcó el dr. Cormillot.
Ello se logra regulando actividades y estimulando cambios en distintas áreas, tales como centros de salud, escuelas, lugares de trabajo, oficinas públicas y otros.
No obstante, para que estas estrategias sean efectivas, deben involucrar la participación de todos los actores sociales, incluyendo autoridades locales, industria alimenticia, medios de comunicación, consumidores y la sociedad en general.