NEUQUEN (AN).- El juicio contra un policía acusado de matar a un hombre por la espalda durante una persecución, dejó al descubierto la escasa capacitación que reciben los efectivos que salen a la calle con un arma en la cintura.
"Llevo 8 años en la policía. No se nos da adiestramiento sobre cómo reducir a una persona o en el uso del arma. En mis ocho años, si fui a tirar tres veces es mucho", dijo un oficial que declaró como testigo. Y el jefe de los forenses del Poder Judicial señaló que "a los policías les dicen que tiren a las piernas pero eso es muy peligroso. En menos de un año tuvimos tres casos de disparos a las piernas que causaron la muerte de la víctima. En dos de ellos, los autores fueron policías".
El juicio oral que comenzó ayer tiene como imputado a Luis Bautista Alarcón, de 29 años, agente del nuevo cuadro (el escalón más bajo de la Policía).
El 26 de noviembre pasado al mediodía, en la zona de chacras de Plottier, disparó contra Mario González (27) a quien perseguía porque lo creía autor del robo de una bicicleta.
González murió delante de su hijo de siete años y su sobrino de 17.
El balazo fatal recorrió una extraña trayectoria: le ingresó por el glúteo derecho y salió por la fosa ilíaca izquierda.
Es que al momento de recibir el impacto, González terminaba de trepar el borde de un canal de riego de modo que estaba agachado, con la parte posterior de su cuerpo levantada, "como rezándole a Mahoma", según lo graficó ayer el forense Carlos Losada.
En su trayecto, la bala calibre 9 milímetros le seccionó la arteria aorta por lo que murió desangrado en pocos minutos.
El imputado Alarcón dijo en su defensa que González llevaba un arma en la mano con la cual le apuntó.
A las 48 horas del crimen, efectivos del Ejército con un detector especial encontraron un arma en el canal de riego. La familia de la víctima dice que fue "plantada".
Búsqueda en las chacras
La persecución comenzó porque la policía estaba buscando a los autores del robo de una bicicleta.
En la recorrida por la zona de chacras de Plottier se toparon con González y sus familiares, que llevaban un rodado de esas características.
Al ver al patrullero abandonaron la bicicleta y empezaron a escapar.
Sucede que González estaba fugado de la cárcel y no quería volver.
Los policías se largaron a perseguirlos y no está claro por qué: desconocían que González era un prófugo; tampoco sabían si era el ladrón de la bicicleta, y ya habían recuperado el rodado. ¿Para qué tanto esfuerzo, y sobre todo, para qué disparar con el riesgo potencial de matar a alguien, como finalmente ocurrió?
Quizá algunas respuestas se pueden inferir de la declaración testimonial que brindó ayer el oficial ayudante Fernando Ovando López, quien estaba a cargo del procedimiento (el imputado Alarcón era el chofer del patrullero).
Ovando López dijo que Alarcón nunca había participado de un operativo de esas características, pero peor: él mismo no recibió, en sus ocho años de policía, instrucciones precisas sobre cómo actuar en tales circunstancias.
Sala en silencio
- ¿Se les da adiestramiento de cómo actuar en un procedimiento así?, le preguntaron los jueces.
La respuesta del oficial dejó a la sala en silencio: "En la escuela de cadetes eso quedaba a criterio del oficial instructor. Llevo ocho años en la policía y no se nos da adiestramiento de cómo reducir a una persona o de uso de arma. En mis ocho años, si fui a tirar tres veces con munición provista por la institución son muchas".
Explicó que la falta de capacitación se debe a una sobrecarga horaria.
"Yo trabajo 12 horas diarias haciendo prevención, al otro día ocho horas de adicional. Tengo una familia, cuatro hijos... el poco tiempo libre se lo dedico a ellos o a descansar".