Juana H tiene 29 años y está en pareja con otra mujer con la que quiere tener un hijo, un proyecto que siempre pensó en compañía de un hombre hasta que se enamoró de una compañera de la facultad y, aunque esa relación nunca se concretó, fue decisiva y la impulsó a vivir una sexualidad que siempre mantuvo latente.

"¿Si salí con hombres? Sí, con varios y no estaba mal, pero algo no cerraba, algo no terminaba de encajar", contó Juana a Télam, y dijo que con sus parejas masculinas nunca se sintió cómoda y que la diferencia fue radical cuando empezó a relacionarse con mujeres.

Con ellas sintió otra conexión, que consideró "más auténtica", tanto "en el plano afectivo como en el sexual".

Juana dice que la atracción por las mujeres atravesó toda su vida, incluso su infancia y adolescencia, y cada vez que repasa su historia, encuentra detalles, actitudes que delataban sentimientos que no se animaba a experimentar. "Creo que no me quería hacer cargo de lo que me pasaba -explicó-, hasta que entré a la facultad y me enamoré de una compañera. Fue muy fuerte y supongo que ella se dio cuenta, pero nunca hablamos del asunto".

Admite que amar a una mujer le dio respuesta a muchas de sus preguntas; pudo reacomodar aspectos de su vida y darles sentido, "pude ubicar cada cosa en su lugar", afirmó. Hace un año y medio que convive con su actual pareja, con la planea tener un hijo por inseminación artificial.

Dice que en su familia lo aceptan, como aceptaron su orientación sexual, pero que no resulta fácil sobre todo porque "la guarda del bebé sólo recae en la madre biológica y no sobre su pareja", una situación legal del sistema normativo argentino que la preocupa. (Télam)