Piensa en grande. El pudor lo tiene sin cuidado. Es demasiado entusiasmo el que juguetea con sus nervios, en su estómago, como para tener pudor. Jorge Onofri piensa levantar otro espacio donde ver y aprender buen teatro. Habla en grande, piensa en grande.
Ya pasaron enormes momentos de su vida profesional, pero pueden venir muchos más. De repente ingresa por uno de los ventanales un enceguecedor as de luz que le ilumina la nuca. Su risa toma proporciones. Hace memoria. Cuenta.
"El año que viene voy a abrir en Cipolletti una escuela de artes escénicas (en el ex galpón Flor del Prado), donde funcionará, por ahora, los talleres "La caja mágica" y un espacio de enseñanza del arte del títere, al que bautizará Michael Meshke, como su maestro.
-¿Quiénes tendrán la posibilidas de disfrutar de ese espacio, a la hora de subir a las tablas?
-Todas las producciones de "Atacados por el arte" y eventualmente algún que otro espectáculo por el que valga la pena hacer difusión, que me resulte exquisito y que me genere mucho deseo. Esa es nuestra marca registrada, el ámbito de la creación.
-Hay un corolario, la frutilla del postre.
- Sí, el proyecto final será poner en escena 'Wonderland', una obra absolutamente disparatada, perfecta, de "Alicia en el país de las maravillas", de Carlos Oroza. Lo abordaremos en un formato nuevo, un tamaño de producción que no hice hasta el momento en la Argentina: un espectáculo con actores y títeres de gran tamaño, que se presente en grandes teatros, como mínimo para 500 personas. La estrenaremos entre mayo y junio del año próximo.
-Todo sujeto al sentido de la estética que busca "Atacados por el arte".
-Es que mis compañeros confían en el lenguaje que yo les planteo desarrollar, y es lo interesante que pasa con "Atacados...", que va logrando tener un lenguaje propio. Hay una estética que nos pertenece, hay un sentido de lo poético y del uso del realismo en la escena muy particular, que hace que los espectáculos tengan una factura ciertamente distinta. Porque no tenemos un concepto de divertimento, sino de estar hablando desde lo más profunda de nuestras almas.
Es una necesidad muy individual. La mañana se extingue, ya a esa altura las nubes pierden su peligroso cariz. Se ven, se notan más livianas, como si tantas plegarias las hubiesen reducido en grosor. Onofri se va. Sin pudor. Con el cuerpo repleto de entusiasmo. (S.B.)
