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Domingo 30 de Julio de 2006
 
Edicion impresa pag. 34 > Sociedad
La muerte de 100 chanchos, el fin de una pyme familiar
En una isla de Centenario el agua arrasó una chacra. Murieron ahogados, por el frío o por la falta de pasto.
El dueño de la chacra aseguró que nadie les avisó de la magnitud de la crecida del río Neuquén y perdieron todo.
El dueño de la chacra aseguró que nadie les avisó de la magnitud de la crecida del río Neuquén y perdieron todo.
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CENTENARIO (AN).- Jorge Berman Soto vivió toda su vida a la vera del río Neuquén, en Centenario, y para él las crecidas del río eran moneda corriente. Sin embargo la crecida histórica ocurrida hace dos semanas le arrebató el fruto de años de trabajo y le dejó como saldo más de un centenar de chanchos y lechones muertos.

"A nosotros nadie nos avisó que el río iba a crecer porque sino podría haber sacado a mis chanchos y salvarlos", aseguró entristecido Jorge, a la vez que comentó: "Todos los días se me muere algún lechón recién nacido por el frío y la falta de pasto".

La chacra de los Berman Soto se encuentra a apenas 3 kilómetros del centro de Centenario. Son 3,5 hectáreas en una isla donde se emplazan varias casaquintas, y a la cual se accede por la calle 7, pasando la tercera rotonda. Jorge vive en esta chacra desde hace 12 años junto a su mujer, dos hijos y dos nietos, aunque vivió toda su vida en esa misma zona.

"Esta es una pérdida terrible, está todo bajo un metro de agua", reflexionó el chacarero.

La casa no fue afectada por la creciente, aunque permanecen allí "porque si nos vamos nos roban lo poco que quedó y estos chanchos es de lo que vive toda mi familia".

La madrugada del viernes 14 la crecida histórica del río Neuquén despertó con sus estruendos a los Berman Soto y les planteó una imagen que aseguran "parecía salida de una película de terror". Las primera reacción de la familia fue proteger la vivienda formando un terraplén a su alrededor. La protección se vio favorecida gracias a que la casa está en la zona más alta de la chacra.

Una vez que amaneció comenzó la tarea más dura, la de rescatar a los animales que sobrevivieron y retirar a los que habían muerto. "Fue terrible. Los chiqueros tenían un metro de agua adentro. Habían lechones que trataban de nadar, otros flotaban muertos y otros estaban semienterrados en el barro que traía el agua y ni siquiera los veíamos hasta que no estábamos encima", explicó Jorge.

De acuerdo con sus cálculos, de los 33 chanchos que poseían sólo recuperaron 21, una quincena de lechones listos para vender murieron y todos los lechones recién nacidos se ahogaron."Lo peor es que después las chanchas siguieron teniendo cría, pero como no hay tierra seca ya se han muerto por el frío, la falta de pasto y de espacio otros 50 lechoncitos", explicó Jorge.

En este sector la línea de ribera avanzó unos 300 metros sobre las chacras cubriendo con casi un metro de agua las plantaciones de alfalfa, los chiqueros, los galpones e incluso las maquinarias agrícolas de los Berman Soto.

Llegar a la casa de los Berman Soto es toda una odisea, ya que la zona se encuentra tan anegada que es más sencillo desplazarse en canoa que a pie. "Hace dos semanas que está todo inundado y esto es algo que nunca había visto porque incluso en el 2001 el agua bajó a los cuatro días de la crecida", señaló el hombre.

El planteo constante de esta familia, que hoy más que nunca vive en una isla, apunta a la falta de aviso. "Nadie nos avisó que esto iba a pasar y ahora perdimos todo el trabajo de años", reprochó el vecino, quien señaló que luego de la crecida el municipio les entregó pasto para sus animales aunque la principal carencia que tienen es de leña para su calefacción.

 
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