Hace un tiempo se mató Julián Alfaro en una clasificación del Top Race V6. No más de 15 días atrás murió Hernán Masquere, un piloto del Turismo 4000. El pasado domingo perdió la vida el acompañante Gabriel Miller.

No todo pasa por la fatalidad o la mala suerte en el automovilismo argentino. Nada es casual.

La muerte de Miller reflotó el polémico tema del uso del copiloto. Pero lo que sucedió en Rafaela también renovó la discusión acerca de cómo se evalúa la capacidad de los pilotos que reciben una licencia.

Un tema es prioritario. ¿Es necesario el acompañante? La pregunta está instalada en el automovilismo argentino desde hace mucho tiempo. Son mayoría los que están convencidos que es hora que en los autos sólo vayan los pilotos.

En verdad, la función del copiloto no tiene una justificación concreta. Es común escuchar que el lugar lo ocupan amigos, patrocinantes y hasta propietarios de los autos.

Los dirigentes conocen cuál es la situación y no sería extraño que tomen una medida.

Hay un dato que para muchos pasó desapercibido, pero que no es menor. El pasado sábado, durante la clasificación del TC en Rafaela, el presidente Oscar Aventín se encargó de instalar el tema del acompañante, toda una tradición en la categoría, después de la piña de Sebastián Diruscio y donde su acompañante sufrió una fractura de pelvis.

"Lo pusimos a disposición de los pilotos y ellos quieren que sigan", contó Aventín.

Los dirigentes quieren dar un volantazo en un tema muy polémico.

Segundo tema. ¿Están todos capacitados para manejar un auto del TC o TC Pista en un circuito como Rafaela?

Ninguno de los pilotos lo quiere afirmar, pero existe una opinión generalizada que son unos cuantos a los que ambas categorías les queda grande, que en situaciones límites no saben como reaccionar.

Pasó el año anterior en el "óvalo" de Rafaela cuando en el TC 2000 la inexperiencia de un piloto fue la causante del tremendo palo de Fabián Yannantuoni.

Otros más memoriosos, se acuerdan del desbande que armó hace unos años Emanuel Moriatis en el mismo circuito, que terminó con varios pilotos y acompañantes internados.

"Le dieron la licencia antes de tiempo", aseguraron. El año anterior, con experiencia, peleó el título y demostró su capacidad de manejo.

En la piña del pasado domingo quizás hubo negligencia. Alberto Noya hizo un trompo y su auto, aparentemente con el motor detenido, se fue al medio de la pista. Y Hugo Fayanás se lo llevó puesto, sin siquiera intentar esquivarlo. Cuentan los que saben que en esa chicana se transita a no más de 140 kilómetros por hora y que alguien con más experiencia podría haber evitado el golpe o atenuar el impacto.

Obtener una licencia para una categoría nacional no es fácil, pero visto lo sucedido en varias pruebas habría que ver a quién se le pone un volante entre las manos.

La muerte de Julián Alfaro tiempo atrás en el Top Race o la más reciente de Hernán Masquere en el Turismo 4000, ambos cruzados y embestidos por otro pilotos, como sucedió el pasado domingo con la tragedia de Rafaela demuestran que no es sólo casualidad o mala suerte.

"Sigue grave: El piloto Alberto Noya continuaba ayer internado en grave estado, en coma 3 y estable después de ser operado.

El paciente, quien permanece internado en terapia intensiva en el Hospital Güemes, fue operado para descomprimir el hematoma cerebral y permanece aun en estado de coma y asistido por respirador artificial. El pronóstico es reservado.