Diego Armando Maradona se rompió la garganta en la tribuna. Fue el más hincha de los hinchas argentinos, y en el final, además de quedarse sin voz, tuvo una alegría mayúscula. Interminable. La emoción de Diego fue tal que cuando terminó el sufrido partido se enfrentó con los medios y confesó que disfrutó tanto este partido como aquel frente a Brasil, en el ‘90, cuando de una combinación con Claudio Caniggia nació el gol de Argentina y una de las peores catástrofes futbolísticas de los “cariocas”, detrás del “Maracanazo”.
Pero su show no terminó ahí. El astro, exultante, se despachó con una de sus célebres frases: “Le presté la zurda a Maxi”, rió el 10.
Diego fue el más fanático de todos. Ayer mantuvo la cábala de visitar al plantel antes del inicio del partido y luego ofreció todo su repertorio en la tribuna.
Acompañado por su hija Dalma y su amigo Alejo, minutos antes del comienzo del partido el mejor jugador de todos los tiempos visitó a los dirigidos por Pekerman en el vestuario del estadio de Leipzig.
Como ocurrió en las otros tres partidos, Diego tuvo palabras de aliento, y alguna charla informal con algunos de los suplentes, a quienes les pidió que estuvieran atentos por si les tocaba jugar.
Luego Diegote, enfundado en una camiseta argentina, la celeste y blanca que utilizó en México ´86, padeció como los miles de argentinos que se hicieron escuchar en el estadio y cuando escuchó el pitazo final lanzó al viento un desahogante “qué manera de sufrir”. Se estrechó en un abrazo interminable con su primogénita, continuó revoleando la celeste y blanco y le dio gracias a Dios por el golazo de quien lo emuló a la perfección.