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Domingo 25 de Junio de 2006
 
Edicion impresa pag. 4 y 5 > Deportes
Maxi, no contaban con tu astucia
Recién apareció la victoria en tiempo suplementario gracias a un golazo de Maxi Rodríguez.

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Argentina nació para sufrir. No entiende otra forma de hacer feliz a su pueblo. Antes de la alegría viene el padecimiento. Y ayer quedó más que claro, porque jamás se pensó que México podía ser un hueso tan duro de roer. La victoria y el pase a cuartos de final se logró con un zapatazo de Maxi Rodríguez, a los 7 minutos del primer suplementario. En ese momento vino la explosión de alegría, el torrente de júbilo. Ahora, se viene Alemania el próximo viernes. Pero es tiempo de disfrutar.
Contra todos los pronósticos exitistas que pululaban en la previa, a la Argentina le fue realmente complicado el amanecer del partido. Ricardo Lavolpe sacó chapa de viejo zorro y plantó un esquema muy inteligente. ¿Por qué? Porque inclinó el peso ofensivo sobre el sector izquierdo de la defensa argentina, sabiendo de la vocación ofensiva de Maxi Rodríguez -que en la mitad jugó a perfil cambiado con Cambiasso- y de Juan Pablo Sorín.
Y por ese lugar cayó el primer baldazo de agua fría. Falta a Castro, un tiro libre que cayó en el área, la peinó Morales y por atrás ingresó Rafa Márquez para convertir ante la desesperación de un Heinze que nunca llegó.
La selección no fue ni la sombra de las actuaciones anteriores. Porque Juan Román Riquelme no apareció en los primeros 45, a Maxi Rodríguez le taparon las subidas y porque Javier Saviola no estuvo en el nivel que venía mostrando. Para colmo Castro era una pesadilla por derecha y Borgetti las ganaba, extrañamente, dejaba inerte los esfuerzos en el aire de Ayala y Heinze.
Dentro de toda esa indefinición la Argentina tuvo suerte, porque a los 9 Riquelme metió un centro en el área que Borgetti se encargó de transformar en el empate. Jugando mal y todo, con mucho de imprecisión y más de nervios, Argentina la tuvo por dos. La combinación fue la misma - a los 17 y 22-, pase de Cambiasso y falta de tiza de Crespo. La selección no entraba en el partido, tocaba pero terminaba siempre en el centro mal ejecutado para “Valdanito”. Riquelme no tenía la “estampilla” que se esperaba -lo marcaron en forma escalonada-, pero lejos estaba de ser punzante. Para colmo en la mitad de la cancha Mascherano no hacía pie y en el fondo los dos centrales dudaban ante un Borgetti que no lo hacía, y que casi la clava en el ángulo a los 24 de no ser por la volada maravillosa de Abbondanzieri.
Sin chicha ni limonada, lo mejor era irse rápido a los vestuarios para aclarar las ideas. Pero antes habría un susto más; Heinze perdió una pelota increíble en el fondo con Méndez, y tuvo que bajarlo. Hubo amarilla cuando se vio una anaranjada. Era una señal. Había que replantearse muchas cosas.
Pero a la vuelta de los vestuarios poco cambió salvo que Cambiasso y la “Fiera” cambiaron de andarivel. El infarto fue casi popular para los argentinos a los 8 minutos, cuando volvió a perder la marca Sorín y casi vuelva a mojar Borgetti, pero a favor.
¿Qué faltaba? Que agarre las riendas del partido Riquelme por algunos minutos, y lo hizo. Primero metió un centro que resolvió mal Rodríguez, después dejó pintado a Torrado, metió un pase exquisito, pero Sánchez le ganó el mano a mano a Saviola. Y quince segundos después casi clavó un córner olímpico.
El “Torero” se apagó y los grises comenzaron a proliferar. El partido cada vez se ensuciaba más y por eso, algo tarde, José mandó a la cancha a Carlitos Tevez y Pablo Aimar. Pero los mexicanos, totalmente conservadores y replegados, aguantaban utilizando cualquier herramienta para detener los embates. Los “duendes” sacaron la cara por el equipo. Riquelme se plantó como 5, Mascherano se agigantó en la mitad y la balanza se inclinó. Antes del suplementario, la selección lo pudo ganar, pero un gol de Messi fue mal anulado por un inexistente off side.
Era un presagio. Debía llegar la justicia. Argentina fue el que más buscó, y lo encontró mediante un zapatazo increíble de Maxi Rodríguez, que se clavó en el ángulo derecho y en el corazón de los mexicanos. Luego vinieron 23 minutos de sufrimiento. No pudo liquidarlo, pero logró aguantarlo y la alegría fue inmensa. Un enorme regalo de cumpleaños para Riquelme (28 años) y Messi (19). ¡Qué más!

 
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