Laura Waisman les propuso a los jóvenes que estaban en la sala que escribieran en un papelito alguna palabra asociada a la palabra futuro.

Y surgió de todo. Desde algunas más "negativas" por llamarlas de algún modo, hasta otras esperanzadoras.

"Proyecto", "incertidumbre", "miedo", "propuestas", estuvieron en la lista. "Estaba bastante equilibrado, como si fueran dos caras de una misma moneda: el miedo, la incertidumbre, la duda, el desafío, y por el otro lado, la posibilidad de propuestas, de proyectos, de generar nuevas cosas para uno y cómo esto podía llevar también a una nueva reflexión", expresó Waisman.

La licenciada en psicopedagogía que vino desde Buenos Aires destacó que "lo que apareció como una cosa muy clara, y yo los acompañé en esa reflexión, es que el futuro no es algo que yo no tengo ni idea".

Esto se trabajó: "si estoy atento a mi presente y puedo reconocer mi pasado, fácilmente, voy a poder hacer un proyecto de futuro. Pero estando siempre atentos, siendo muy flexibles, porque no tenemos dominio sobre nuestro futuro. Podemos percibir un futuro. No tenemos control sobre él".

Waisman disertó sobre "¿El futuro como amenaza o como posibilidad?", apuntando no sólo al sentimiento que despierta el futuro en los jóvenes sino también en los adultos.

"Mi postura es creer que en sí misma la amenaza encierra una posibilidad. Depende de cómo yo considere la amenaza, si como un ataque o como algo que me puede llevar a posibilitar un movimiento interno que me despierte a crear mejores condiciones para una buena vida", enfatizó la profesional. (AC)