Aceptar la renuncia al juez Guillermo Moyano es, por parte del Consejo de la Magistratura, renunciar a aplicar la justicia más necesaria: la interna.
La renuncia deja a Moyano sin mancha en su legajo laboral, pese a que está acusado de graves irregularidades, como dejar prescribir causas de homicidio o mantener en prisión a personas durante meses sin justificación legal. Tanto lo libera, que hasta podría presentarse a cualquier concurso en la Justicia de ésta o de otras provincias sin que nadie pudiera objetarlo. El sumario, al quedar inconcluso, no deja huellas.
Al impedir que el enjuiciamiento llegue a su fin, la Justicia pierde credibilidad y estima pública. Se muestra indulgente con uno de sus miembros, y, por lo tanto, pierde autoridad moral para juzgar las acciones de otros "mortales", de aquellos que no estén amparados bajo la cúpula de la corporación.