09 » May 2024
Diario Río Negro
www.rionegro.com.ar
Adrián Arden
Editor Responsable
 
  31 » Oct 2008
Hasta la próxima
 


Podría empezar así:
-Me aburrí. Y es posible que ustedes también.

O con una pregunta:
-¿Cuántas veces más podríamos seguir hurgando en nuestro propio ombligo?

O con una respuesta:
-Las que sean necesarias.

O podría darle la razón a "chupín flogger", que hace unas semanas escribió:
-"Este blog es un inventario de patologías"

O podría contarles eso que me impulsó a escribir la primera nota
-¿Y si nos cagamos de risa un rato?

O podría hacerle caso a ese lector que pedía siempre lo mismo
-"¿Para cuándo una historia tuya...la confesión?"

O podría retomar esa frase que hizo que nos encontremos en mayo:
-"¿Por qué este blog? Porque está bueno contar, pensarse, ver quién está ahí afuera, escuchar, escuchar dos veces. Ponerse en el lugar del otro, ver dónde estamos parados".

O podría suponer que algo de eso ocurrió en estos meses.

Por eso prefiero seguir como hace dos semanas: sin saber cómo empezar.
Con apenas un par de certezas sobre este blog:
Que fue la mejor excusa que encontré en los últimos tiempos para divertirme escribiendo. Que para mis amigos fue el confesionario menos pensado. Y que no sólo yo y mi adorada Anna somos los únicos que seguimos buscando la mayor casualidad de nuestras vidas.

Un millón de gracias.

Hasta la próxima
 
Categoría : Varios | Comentarios[33]
 
  13 » Oct 2008
Ser o no ser infiel: esa pregunta que siempre está ahí
 


A mi amigo le pasó eso que tanto temía. Una mujer, desconocida, fascinante, absolutamente pasajera, le puso en duda aquello que tardó años en construir: un matrimonio estable. Y ahora se pregunta: ¿el amor de la vida es uno? ¿son dos?
¿Es ella? ¿O aquella? ¿Por qué hacer el amor toda la vida con la misma persona?
¿Qué cosas implica ser fiel? ¿En qué momento se cruza el límite y ya no hay retorno?.
Charlamos, tomamos mucha cerveza y prometió sentarse a escribir.
Conozcan la historia que le puso el mundo patas para arriba.


Cuando un hombre ama (¿y engaña?) a una mujer

La primera vez que la vi fue a través de una puerta de vidrio. Ella estaba de perfil, en el living de una casa. Desde el patio pude observar que tenía el pelo corto, que era morocha y con la piel blanca, sin grandes curvas en su cuerpo y con una sonrisa tan amplia que los dientes se le veían desde lejos. Y que además contagiaba sus carcajadas a los que la rodeaban.
Linda.
La más linda de todas las mujeres que estaban en esa fiesta del trabajo.
A diferencia de otras veces, aquella noche tuve sensaciones distintas. Soy un hombre casado, amo a mi mujer, llevamos siete años de noviazgo-matrimonio muy felices y proyectamos varios hijos para el corto plazo. Pero esa noche todo fue distinto. Porque, cautivado al fin de cuentas, preferí no levantar ningún muro entre yo y ella. Opté por jugar un rato, al menos en un principio. Dar ese primer paso hacia lo prohibido. Hacia eso tan prohibido: la infidelidad. Tan prohibido para alguien felizmente casado, y con ganas de seguir siéndolo.
Ser o no ser infiel.
“Sólo un paso”, me dije, en un intento de justificarme. En otras ocasiones, durante todos estos años de noviazgo y matrimonio, no me había interesado acercarme a otra mujer. Oportunidades no me faltaron, pero la idea de imaginarme con otra me duraba segundos. Aquella noche, descubrí que ella era distinta a todas las anteriores. Insisto: me cautivó.

Eso que siempre pasa

“Tarde o temprano te iba a pasar”, me dijo un amigo, también casado. “En todo este tiempo se te cruzaron diez mujeres, ninguna te interesó, pero tarde o temprano alguna te iba a poner en esta situación. A todos nos pasa, boludo”, me explicó.
La miré. Ella también. Le sonreí y me sonrió. Tomamos cervezas, primero. Algo con bebida blanca, después. No hablamos mucho; no nos conocimos. Pero decidimos bailar, en ese lugar tan chiquito, de esa ciudad-pueblo que ante estos casos siempre termina siendo pueblo (para colmo).
Primero bailamos a la distancia, con sonrisas cómplices de por medio. A mis treinta y pico, me sentí adolescente otra vez. Estaba excitado por la situación: muchos años sin sentir nada parecido. Es decir, muchos años lejos de esas situaciones en las que se empieza a descubrir a alguien.
“Sólo un paso”, me dije otra vez. Y la agarré de las manos. Qué error. Porque entonces me estremecí. Y después la tomé de la cintura y temblé. Y cuando me apoyé contra ella sentí calor, mucho calor. Y todo mi cuerpo se empezó a acelerar.
-“Mierda”, me dije.
Las manos encajaban a la perfección, nuestras caderas también. O sea: nuestros cuerpos se acomodaron sin dificultades, como si se conocieran desde hace tiempo. No sé cuánto contribuyó la música, cuánto el alcohol. O si simplemente la cosa se dio así. Si simplemente nuestros cuerpos estaban hechos para amoldarse…el día en que se encontraran.
Y ahí, abrazados, fundidos, con ella mirándome fijo y dulce, con una sonrisa llena de dientes, fue cuando el cuerpo me pidió que me tire sobre ella, y que la abrase más fuerte y que me pierda en su boca y que descubra el gusto de su saliva.
Pero no. Ahí, justo ahí, fue cuando decidí huir. Huí en busca de algo para tomar, con el corazón exaltado.
Volví frustrado. Acobardado. Resignado. Dolido. Y muerto de ganas de estar con ella. Ella se quedó mirándome, dulcemente. Y de alguna forma diciéndome“Terminemos esto como debe terminar”.
Comencé a mirar hacia otro lado.

Eso que no tiene respuestas

Ser o no ser.
Ser o no ser cuando los cuerpos se amoldan tan bien, como me ocurre desde hace años con mi esposa.
Ser o no ser cuando estoy felizmente casado.
Ser o no ser cuando al cuerpo le pasan estas cosas.
¿Y si hay dos amores esperándonos en la vida?, me pregunté. ¿Y si uno es mi esposa, para el resto de mi vida, y el otro es ella, sólo para esta noche? ¿O si en realidad es ella la mujer de vida?
Algo muy simple fue lo que me cautivó. Una vez, mi hermana mayor, se enamoró. No me supo explicar qué la había atraído tanto a ese hombre que hoy es su esposo. Tiempo después, vino con algo de Eduardo Galeano. Por lo que recuerdo, el texto decía que las personas somos como fuegos. Hay fuegos bobos, opacos, intrascendentes, que viven al punto de extinguirse siempre y que nunca son advertidos. Pero hay otros que están rojos de vida, que resplandecen, que encandilan, que atrapan, y que cuando uno se acerca se enciende. “El es un fuegazo”, me dijo mi hermana aquella vez. Hoy la entiendo. Porque esta chica que me cautivó, también lo es.
Muy simple.

Eso que podría pasar

Algo más de ella: tiene diez años menos que yo y, a pesar de que trabaja y estudia donde vivo yo, piensa volver a su ciudad natal. Traté de razonar sobre este detalle, nada menor. Lo pensé como el argumento ideal para alejarme muy rápido de todo esto. Pero no logré tenerlo en cuenta.
Me moría de ganas de estar con ella, pero no podía. No podía, no me lo permitía. Y razoné: un lío gigante con mi esposa; el dolor que le podía causar; quilombos, mucha culpa para cargar. Razoné con ella enfrente de mí: pequeña, pelo corto, morocha, con su sonrisa gigante. Cautivante.
La imaginé en una cama. Imaginé su olor. Recordé sus manos, su cintura y su cuerpo. Entonces supuse desenlaces para aquella noche:
A).- Nos vamos por separado, nos encontramos, hacemos el amor toda la noche, nos sentimos felices, nos reímos. Y nos despedimos, convencidos de que lo que vivimos estuvo marcado por el amor. Por ese amor que nada tiene que ver con lo cotidiano, y que vuelve las cosas mágicas a su forma, y que, a su forma, hace todo inolvidable. En todo caso, en nombre de ese amor, nos volveríamos a dar un gran abrazo, interminable, el día que nos cruzáramos por la calle.
-“Fue hermoso”,nos diríamos.
Hay muchos otros desenlaces posibles, infinitos si se quiere y con finales pésimos también y muy complicados. Pero quería que me garanticen que esta historia, si volvía y terminaba con lo que había empezado, se iba a desarrollar sobre ese escenario “A”.
O mejor aún: que iba a descubrir que ella era la verdadera mujer de mi vida.

Eso que no se va

Nadie en aquel lugar, me pudo garantizar que todo iba a terminar en alguna de esas dos opciones.
Ni yo, uno de los protagonistas, pude predecir cuál iba a ser el desenlace de todo esto.
Y me vino el miedo: no quiero perder a mi esposa, ni todo lo que construí con ella, ni lo que me queda por construir.
Pero si tuviese la certeza de que todo va a terminar como me gustaría…
Días después de aquella noche, volví a verla. En esta ciudad-pueblo, que siempre termina siendo pueblo, fue fácil ubicarla. Esperé a que saliera de su trabajo en una esquina. Caminó hacia donde estaba yo, y antes de que llegara crucé de calle. “Nos chocamos”. Conversamos un largo rato y otra vez lo mismo: me cautivó, más que antes.
Entonces, después de todos aquellos días pensando en ella sin pausa, y en gran medida resignado, imaginé otro final para todo ésto: la conocí, tomamos unos tragos, bailamos, nuestros cuerpos se amoldaron, nos entusiasmamos, me cautivó, me volvió a cautivar. Y ella terminó siendo una quimera, siendo el alma de esa quimera. Una quimera encantadora, fascinante. Nada más… Y nada menos.
Ojalá pueda olvidarla.
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  07 » Oct 2008
Cómo son los nuevos solteros argentinos
 


Marquistas, impulsivos y con mayor poder de compra. Ah: y cada vez más y más.
Hay un estudio, realizado por la consultora Mindshare, que ayuda a construir el perfil de la soltería argentina. Una investigación que responde a esas preguntas que más de una vez nos hicimos: cómo son los nuevos solteros, quiénes son, qué consumen, qué expectativas tienen, cómo viven y, por sobre todas las cosas, por qué eligen seguir lejos del matrimonio.

Respondieron más de 3.500 hombres y mujeres de todo el país. Y se armó este perfil:

-El estado civil "soltero" en mayores de 20 años es una tendencia en alza en el país. Pasaron de ser el 19% en 2000 al 28% que representan actualmente.
-El 39% dice que está mejor financieramente que hace un año: es una cifra que viene creciendo desde el año 2000, cuando esa medición se ubicaba en el 14%.
-En cuanto a su situación económica, el 67% trabaja activamente (en el 2000 era el 54%). Hay más hombres ocupados que mujeres.
-El 15% vive solo, un porcentaje que hace 8 años llegaba al 9%. El resto de los solteros vive con su familia o comparte la vivienda con algún amigo.
-Los solteros constituyen un segmento muy activo. Realizan más actividades recreativas (practican deportes, tocan algún instrumento) en comparación a los que están en pareja. Esto se da justamente porque se dedican a ellos mismos y no dejan de lado sus cosas por la familia u otros compromisos. Esto se pone de manifiesto en el tiempo que unos y otros permanecen en el hogar. El trabajo indica que los solteros llegan más tarde a sus casas (cerca de las 22) en comparación con los casados (20). Por otro lado, los solteros tienen más predisposición a las actividades recreativas (paseos y salidas a comer, por ejemplo) y varios se encuentran en una etapa de estudio (carrera de grado o terciario).
-En cuanto a los hábitos de compra, el 25% de las mujeres son más impulsivas al hacerlas en el supermercado. En tanto, el 49% del total de las solteras encuestadas afirma cambiar de marcas para probar cosas nuevas. Este porcentaje desciende al 40% en el caso de los hombres.
-Sin embargo, las dificultades para acceder a una vivienda parecen ser mayores en la actualidad: entre aquellos que viven solos el 62% son propietarios; en cambio, en 2000 el 72% era dueño. Además, hoy el 33% alquila y en 2000 alquilaba sólo el 22 por ciento.

¿Pero sólo eso? ¿Qué otras características creen que tienen los solteros argentinos?
 
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