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21 » Oct 2008 |
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Capusotto y la realidad como elefante pajarito |
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Hay una definición de la palabra humor que es de las que más me gustan. Por su simplicidad y porque abarca a buena parte de las otras posibles definiciones. Las toca o las roza. Todas las restantes la contienen. Desde las más cientificistas a las más desaforadas. No sé a quién se la escuché o dónde la leí. Pero dice así: el humor es poner una cosa donde no va. Así de simple.
Diego Capusotto, quizá el más grande cómico vivo de este país, se puede explicar utilizando esa máxima. Lo que Capusotto pone en otro lugar (lo que vuelve exagerado pero creíble), es un espejo de nuestros estereotipos llevados a sus últimas consecuencias.
Por sólo mencionar dos casos, los más conocidos: toma lo más nefasto del negocio del rock y devela al músico que no duda en vender a su madre con tal de seguir viviendo para grabar un disco (Pomelo). O muestra a un montonero farandulizado (Bombita Rodríguez) que tiene una amplia discografía, que filma películas y mantiene encarnizadas disputas ideológicas en los medios, llevando al extremo lo más banal de la última historia política argentina: el grito tribunero a favor de la izquierda o la derecha, el intento de derrotar la palabra actuado por el ruido.
Esa es la exageración no desprovista de crítica con la que hace reír Capusotto. En este sentido (y en otros) es un humor muy argentino: nos muestra en estado de máxima pureza: así seríamos sin tapujos, sin filtros, sin el ridículo frenado. Esa sería la convención. O la esencia de lo que somos o podríamos llegar a ser: objetos de una desmesura que oscila entre la belleza y el horror.
Es decir, lo que Capusotto logra es meter al elefante en la jaula del pajarito. Abre la puerta de la jaulita, y mete al elefante. Es un elefante grande, como cualquiera. Pero con sorpresa uno ve que el elefante entra. Hasta se queda parado en sus cuatro patas sobre un palito que cuelga de un alambre sobre el que se hamaca, alegre, todas las mañanas. Como pidiendo alpiste. Como siendo simpático para la visita. Enseguida al elefante le salen plumas, mueve la trompa, abre la boca y en lugar de un rugido último y atroz, lo que hace es piar. El elefante dice, sí, “pío”.
Lo que Capusotto coloca en otro lugar, lo que hacer reír en su humor, es esa expresión de lo cotidiano: la del elefante enjaulado que cree y nos hace creer que lo mejor que podría pasarle, en su nostalgia de ave paquidermo, es que algún día, alguien, le abra la jaula para salir a volar.
(F.C.) |
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Categoría : Varios | Comentarios [1]
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el vínculo |
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Por : Mora | 27 » Nov 2008 | 07:51 am |
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Yo todavía, y quizás ahora más que nunca, veo a Capusotto, en youtube, y de vez en cuando ojeo su blog, al qu ele falta atención, debo decir.
A pesar de ser tan local, es el único vínculo de humor que funciona con los mexicanos: probé con Casero, y como el té Cachamay eh? pero con capusoto, aunque no entienden nada, se descosen de la risa. Además de que por sí una lo disfruta y cuánto, el espectáculo del otro lado de la pantalla, es de verse. |
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