23 » Nov 2024
Diario Río Negro
www.rionegro.com.ar
Fernando Castro
Editor Responsable
 
  18 » Mar 2010
Nueva dirección del blog
  Estoy mudando el blog a una nueva plataforma. Las actualizaciones, es decir, los nuevos posts que escriba, van a ser directamente en ese nuevo formato. Pueden ingresar haciendo click acá.

O bien escribiendo la nueva dirección en sus navegadores: www.rutaleon.blogspot.com

En el sitio que ahora estás navegando va a quedar el archivo histórico del blog, del que voy a subir a la nueva plataforma algunos de los textos.

Ya saben donde podemos vernos. Y gracias a los que todos los días siguen entrando por el sitio alojado en el diario.

Fernando.
 
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  13 » Mar 2010
Palabras como felinos
 


Más data, efectuando un módico clik acá.
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  11 » Mar 2010
La verdad según Tabarovsky
  “Creo que este es uno de los peores momentos de la historia de los medios. No por la literatura sino por lo que está pasando en la relación entre medios y política. Yo empecé a escribir en el ’81, ’82 a los 15 o 16 años en una revista de rock que se llamaba Expreso Imaginario, después entré a El Porteño e inclusive escribí en el número uno de Babel (algunos, como Daniel Guebel, todavía me dicen nene porque yo tenía 16 años y me decían “nene, andá a comprar cigarrillos”). Entonces llegué a percibir un poco la lógica de la dictadura, tener que leer todo entre líneas, y que lo que decían los medios había que leerlo siempre en segundo plano porque había intereses detrás. En este momento, como nunca antes, no hay nada que estén haciendo los grandes medios que no sea por intereses económicos estrictos y concretos y empíricos, muy fácil de ver. Pero creo que por suerte eso no llegó a la literatura.”

Lo dijo el escritor y editor Damián Tabarovsky, en el primer tramo de la entrevista pública que le hicieron hace un par de días. El resto, acá.
 
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  10 » Feb 2010
Simplemente Chet
   
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  07 » Feb 2010
Fogwill por Cohan
  -En esa época yo vivía en un piso décimo, mi mamá vivía en el quinto. Yo bajaba, al mediodía, y a la tardecita, a morfar algo, y estaba el televisor prendido todo el tiempo. Esa fue mi única relación con Malvinas. Y en mi laburo... Yo había salido de la cana, y me tomaron como director creativo de la agencia de publicidad que era de la familia del presidente (Roberto) Viola, que ostentaba todas las cuentas publicitarias de las empresas intervenidas por el gobierno. El presidente de la agencia era un amigo de Viola, y el vicepresidente era además el vicepresidente del Banco Central en ese momento, el brigadier Cabrera. Entonces, la agencia era también un lugar donde se reunían los generales a charlar boludeces, a tomar whisky, y a hablar sobre cómo iban a ganar la guerra. Una vez, incluso iba en remís con el brigadier Cabrera, pasamos por la estación Constitución, para tomar lo que después fue la autopista. Y le digo: "Qué buena arquitectura". Me dice: "Sí, es maravillosa". "¿Sabe quién tiene los planos de esto? ¿Sabe dónde están?" "No", me contesta. "Ah, le aviso que están en el Banco Lloyds de Inglaterra; porque esto está asegurado en Inglaterra. Y ellos lo pueden hacer mierda en un minuto. Y ustedes no saben dónde están los caños".

Parte de la interesantísima entrevista que le hizo hace algunos años el escritor Martín Cohan a Fogwill, en ocasión de una reedición de Los pichiciegos, novela de la que pueden leer algo un par de post más abajo o con un click acá.
 
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  26 » Jan 2010
Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued
 


Lo normal sería que luego de un debut literario tan auspicioso, en los próximos diez años Carlos Busqued escribiera dos o tres novelas que estén a la altura de su gran primer libro: Bajo este sol tremendo, y que con eso comenzara a erigirse en una de las voces más representativas de la literatura argentina.

Pero Busqued no parece ser un escritor del todo normal. En los últimos meses le hicieron varias entrevistas, luego de que la crítica coincidiera en que su novela, editada por Anagrama (fue finalista del Premio Herralde), es una de las mejores publicadas en 2009, con todo lo relativo que restula el término “mejor” aplicado a la literatura. En esas declaraciones no tuvo empacho en decir que no sabía qué libro recomendar porque se la pasa leyendo revistas, y que escribe más bien cuando tiene ganas de hacerlo, despojado de toda disciplina.

Busqued nació en Coronel Roque Sáenz Peña, Chaco, en 1970. Trabajó en radios y escribió en alguna que otra publicación de Córdoba, lugar donde vivía cuando mandó a concursar su novela. Antes de Bajo este sol tremendo, era un completo desconocido.

El libro cuenta la historia de Cetarti, un joven al que no cuesta imaginar parecido a Busqued; un día Cetarti se entera de la muerte de su madre, que vive en Misiones; la mujer muere en circunstancias poco claras, todas con el signo de la violencia. Él tiene que hacer los papeles y cobrar una herencia. De este disparador inicial, la historia comienza a transitar los ribetes de una road movie con algunos guiños al cine que hace Quentin Tarantino: aparecen los pueblos difuminados en densas oleadas de humedad -es un libro para leer, en este sentido, con el aire acondicionado, o el ventilador a tope; Busqued logra lo que se propone antes de escribir: una atmósfera asfixiante impregna cada página-, una infinita cantidad de porros que fuma buena parte de los personajes, los secuestros extorsivos (los estiletazos de perversidad con que son llevados a la práctica esos cautiverios; la normalidad con que esa puesta en práctica se da), y sutilmente, los ecos de la última dictadura militar, no como tema central, sino como historia lateral deslizada con total originalidad en algún tramo: esto es, significando mucho más que una reseña histórica; una arista disparadora de sentidos que suma a la trama.

Busqued, es evidente, leyó a los beatniks, y el policial negro norteamericano. Lo que equivale a decir que Busqued parece ser más heredero, si tal cosa fuera posible, de lo más corrosivo de la literatura de Estados Unidos, que de alguno de los arquetipos del amplio canon argentino (en todo caso, la inquietante forma que toma la violencia en Busqued tiene que ver más con Arlt que con Borges o Cortázar, por mencionar tres faros-escritores que sirvan de guía).

En el libro, los diálogos están más que logrados. Y consiguen un interesante efecto: la conjunción de algo parecido a una épica del Hollywood más violento y sado con un lenguaje netamente local, con más de un término que remite a palabras y tonos que se usan en el interior del país. Se trata de una prosa precisa, con oraciones cortas, que van directo al grano, uno de los atributos principales del libro, al margen de cómo está estructurada cada una de las escenas (con capítulos de dos a tres páginas), que parecen señalar al Discovery Channel (Cetarti se la pasa viéndolo -Busqued admite que también-) como variante analgésica para la cuenta regresiva al latido final del universo.

(F.C.)
 
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  25 » Jan 2010
Cuentos para pensar debajo del agua
  ¿Puede leerse a conciencia, de una forma seria, bajo un sol machacante, junto al lecho de un río, al lado de una pileta, o en la húmeda arena que dejó la retirada momentánea del mar mientras se busca cada tanto un poco de sombra? Yo creo que si hay ganas, sí. Y quizá muy pocos cuentos como El nadador, de John Cheever, como para poder experimentar cierta refrescante locura, ante el avance incontenible del martillazo químico del hedor a filtro solar; el tipo de locura refrescante que deja pensando, que te dibuja una media sonrisa –vos no la notás; todos se preguntan por qué la tenés en el rostro– que incluso no se te va cuando salís de la última zambullida de la tarde, cuando extrañamente sentís más calor, pese a que ya no te molesta, señal de que quizá estés pensando.

En este post anterior, un video en el que Cheever hace una breve aparición en la película que inspiró su relato. Y la versión en audio del mismo cuento, posteada por el blog Un millón de amigos.
 
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  22 » Jan 2010
El Gigante González
  No.
Esta no es una tierra extraordinaria. La provincia de Formosa, en el noreste argentino, es una planicie sin elevaciones con una vegetación que fluctúa entre el verde discreto de las zonas húmedas y los campos agrios de la sequía. No hay lagos ni montañas ni cascadas ni animales fabulosos. Apenas el calor del trópico mezclado con el polvo en una de las regiones más pobres del país. Y sin embargo allí, a orillas de un río llamado Bermejo, un pueblo de nombre El Colorado -donde diecisiete mil personas viven del trabajo en la administración pública y la cosecha del algodón- tiene, entre todas sus criaturas, a una criatura extraordinaria: El Colorado es la tierra del Gigante.
Son las dos de la tarde de un día de noviembre. Las calles del pueblo se revuelven a cuarenta y tres grados de calor y en el hotel Jorgito una mujer joven, de andar cansado, dice:
-Pase, le muestro su cuarto. Los cuartos son así: cama, ventilador, la mesa, el baño. Cuando la mujer se va suena el teléfono y una voz honda, -la excrecencia del eco de una catedral o de una bóveda, -dice:
-Al fin. Ahora estás en mi territorio.


Una de las grandes crónicas que recopila en su libro Frutos Extraños, Leila Guerriero.
Se llama El gigante que quiso ser grande y, completa, pueden descargarla acá.

Más abajo, un video del Gigante Joge González (al que una vez, cuando fui a ver un partido entre Sport Club de Cañada de Gómez e Independiente de Neuquén, me le paré al lado y le llegué a las costillas) recordando a León Najnudel, el creador de la Liga Nacional de Básquet.


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