23 » Nov 2024
Diario Río Negro
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Fernando Castro
Editor Responsable
 
  29 » Apr 2009
Ballard
 


Hace algunos días murió J.G Ballard. Fue un escritor que ofreció una mirada diferente sobre los cambios experimentados a partir de la segunda mitad del siglo pasado por ese amasijo de carne, automóviles, computadoras y virus en mutación constante (¡Oink de chancho mediante!) llamado civilización.

Junto a la obra de Philip K. Dick, la de Ballard, que recibió el reconocimiento mundial en los últimos veinte años, no pudo despegarse nunca del lastre de formar parte de un subgénero literario: la Ciencia Ficción, una clasificación que sirvió para contar desde antes los cambios espectaculares que sucederían después, y que ahora se encuentra en una disputa cabeza a cabeza con el realismo para ver quién es quién.

Los libros de Ballard no son sólo un laboratorio científico-literario vaticinador de delirios, de verdades como porciones de la realidad tamizadas por un ácido lisérgico. Uno se quedaba con la impronta, luego de leer Crash, luego de leer Noches de Cocaína, de una poética puesta al servicio del desastre. Un libro de Ballard deja en la mente de quien lo lee la imagen de un amanecer post-catástrofe, de un silencio espeluznante, o de la refundación de un planeta (ojo, no esa epifanía pavota que permite digerir bien los pochoclos cuando lo que la provoca es una película del Village; más bien los ojos abiertos para ver todo eso que hasta la mañana anterior no habías apreciado).

Entre todo ese tufillo a fin del mundo que suelen tener algunos de sus textos, siempre hay cierta cuota de esperanza. Hasta que, claro, prendas tu televisor y todo vuelva a hacerse añicos nuevamente contra tus pupilas.

El que mejor dijo todo esto en las innumerables notas publicadas en los últimos días tras la muerte del inglés fue Juan Villoro. Dijo: “J. G. Ballard logró distinguir, aun en medio del caos, el desconcertante resplandor de la belleza.”

Acá, su texto completo.

(La foto, por si hace falta, muestra a Borges y a un Ballard de mediana edad.)
 
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  25 » Apr 2009
El quijote del barrio de Flores
  César Aira, en Madrid, vía La Lectora Provisoria.
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  25 » Apr 2009
Apología de John Cheever
  Una crónica de John Cheever (de quien escribí algo acá) sobre cómo Nueva York comenzó a cambiar después de la Segunda Guerra; y la publicación de una nueva y al parecer insuperable biografía sobre el estadounidense, apología a cargo de Rodrigo Fresán.  
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  22 » Apr 2009
Agenda
 
 
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  20 » Apr 2009
Blogs, poesías y Delirio Suburbano
  El viernes estuve en el Roca Blog Day. Participé de la mesa "Blogs y nuevos espacios culturales". Compartí este ámbito, sobre el cierre del encuentro, con Alfredo Jaramillo y con Andrés Stefani.

Había escrito algo para decir ese día. Finalmente opté por extraer dos o tres conceptos de esa idea inicial. Uno de ellos es: por qué, desde mi rol de periodista, abrí este blog. Conté que necesitaba un poco de aire, escribir de otros temas diferentes a los de la edición diaria de papel, por lo general relegados a los conflictos sociales, a las roscas políticas y eventualmente a los ajustes de cuentas informados por interesadas fuentes policiales con el cierre de la edición corriéndome desde atrás. A veces, todo esto genera cierta adrenalina (la parte buena del trabajo) pero también cierto acostumbramiento y escepticismo (obvio, la parte mala). Uno corre el riesgo de poder transformarse en un autómata de la noticia. Se abre paso cierta puja interna relacionada con la intención de no perder la frescura para contar algo que logre ser interesante y transmitir una novedad. Algo que sea claro, que pueda entender cualquiera, y que, en lo posible, cumpla con algo parecido al bien social. O lo que uno entiende como un bien social. No siempre se puede.

A mí el blog me permite buscar cierto descanso. (Es paradójico porque también es cierto que trabajo más.) Me hace mirar un poco para otro lado, y refrescar un poco el hecho de escribir. Dije, el viernes, que todo se fue transformando en algo así como un diario de lecturas. Este blog tiene algo de eso, y algo de contar algunas cosas que veo todos los días, con un lenguaje más desacartonado, el tipo de lenguaje que me venga en ganas, que no siempre es el que te impone, indirectamente, la edición de papel.

Otra cosa que dije es que los blogs, éste, la mayoría, son algo así como la marca de una ausencia. Me parece que reflejan un olvido de los medios en general, con un par de salvedades, que no suelen pensar mucho en las nuevas generaciones de lectores. O de reflejar otros intereses de sus lectores grandes, que quizá sí estén interesados en lo que se les pasa por la cabeza a los más jóvenes, que leen el diario cuando hay una banda de rock en la sección de espectáculos o para ver los resultados del fútbol o cuando el padre de un amigo se robó algo.

Después dije que los blogs fijan agenda. Y que son el reflejo de una tensión. Así como los grandes medios tienden a dejar de lado los intereses de las nuevas generaciones de lectores, y se tornan aburridos, y no hacen mucho por salir a buscarlos, y acaso hoy estén perdiendo una batalla, también es cierto que están corriendo detrás los temas que les imponen los blogs más leídos: los suplementos culturales suelen reproducir (más tarde) debates que se dieron en blogs de escritores y cineastas, por mencionar sólo un segmento acotado de los discursos que reproducen después. Esto no tiene que ver con la instantaneidad del formato digital, una velocidad que también podría leerse como pérdida respecto al papel, si se tiene en cuenta el tiempo de más que un diario tiene para salir a la calle.

Dije, además, que si hablamos de cultura, en un sentido amplio, en uno que rescate una vertiente política del término, un blog es un lugar que pertenece a su autor hasta cierto punto. Uno se sube a un blog, que ofrece una matriz predeterminada. Esto, a la hora de mirar todo el fenómeno desde una perspectiva cultural: un blog es una plataforma fabulosa de comunicación, pero impone sus reglas y las replica a escala global. Una visión política de todo el asunto no debería dejar de lado eso. Y dije que Faceboock es un ejemplo maravilloso (con todo lo malo que tiene) de cómo esas reglas pueden llegar a revertirse si muchos lo desean. Me parece genial que existan los blogs y que cada vez más gente los tenga. Pero como todo, me parece que hay que tener las cosas en claro.

Lo que no tuve tiempo para decir es algo que sí se mencionó en alguna mesa anterior. No me creo el verso de la "democracia" absoluta que implicaría la posibilidad de tener un blog. Existen la brecha digital y la falta de conocimientos como para poder asegurar tan libremente algo así. Creo que es una reproducción a escala de lo que sucede en otros ámbitos sociales: inclusión y acceso para algunos y para otros no. A grandes rasgos, es lo que dije.

Me pasaron cosas piolas. Por la tarde conocí a un bloguero con el que sólo había tenido contacto vía e-mail. Se llama Mario Favole. Hablamos de libros, intercambiamos impresiones y datos sobre la biografía de autores que ambos leímos. En el Blog Day le hizo una pregunta memorable a Jaramillo. "¿Es cierto que tu prima posó para Playboy?" Jaramillo asintió y después le contestó otra pregunta (esta vez hecha en serio), pero ya todos nos habíamos quedado pensando en su prima. Esto respecto al Blog Day, impecablemente organizado; sería bueno que se siga repitiendo.

Después, con Jaramillo, me fui a la presentación de su libro: Grunge, en el comedor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNC. Ya había leído su libro, editado por Funesiana. Con Jara nos conocimos hace un par de años. Fue un ex compañero de redacción, y después él hizo bien y se fue a Buenos Aires. Cada tanto nos vemos y compartimos nuestras lecturas, sus poemas, y un par de vinos.

Entiendo que en Roca tiene unos amigos que son tan buenos como él. Y los compartió conmigo. Me hice preguntas y me las respondí: si hay pibes que tienen entre 25 y 30 años que son así, no todo puede estar tan mal, después de todo.

Fueron unas 60 personas al comedor de la universidad. Había cervezas y había empanadas. Primero leyó Héctor Kalamicoy. Kalamicoy y Jaramillo se conocían. Yo no había oído recitar a ninguno de los dos. A Kalamicoy el Ko-ko le había pasado factura antes de llegar. Hizo una breve cronología del complicado viaje en cole que lo había dejado en Roca. Y deliciosamente borracho se largó a leer dos poemas del libro del revuelo. Leídos, me gustaron todavía más. Kalamicoy siempre quedó en medio de la burda polémica que generaron lectores ultraconservadores de sus textos, y esto ha dejado en un segundo plano todo lo buena que es su poesía. En un momento, cuando terminó de leer, dijo: bueno, ahí está; lo dijo con una boca chiquita, y como si nos hubiera leído un par de cuentos para ir a dormir, unos cuentos para ir a dormir del que te desea dulces pesadillas, para acostumbrarte ya desde la luna a lo que te va a esperar cuando te levantes, y se fue a sentar, dejando detrás suyo como miguitas de impavidez. En determinado momento se esfumó. Y nadie volvió a verlo en toda la noche.

Después fue el turno de Jara. Leyó buena parte de Grunge. (Lo cierto es que antes de su lectura, Federico Aríngoli leyó algo sobre este libro, que debe ser lo mejor que alguien dijo sobre el poemario; lo desmenuzó, lo dio vueltas, y lo definió como todos quisiéramos haberlo hecho -antes que él-.)

Constaté que Jaramillo tiene otra voz y es la voz de cuando lee su poesía. Esa poesía tiene vida y esa vida (también) tiene la forma de la voz con que leyó sus textos. Me cuesta hablar de su poesía como cuesta decir algo de la poesía cuando es buena y es de un amigo. Se tiene temor de arruinarlo todo. Los versos hablan por sí solos. Remitirse, rápido, al libro.

Poco después, fue el turno de Delirio Suburbano. Una banda super rockera que fue quizá la sorpresa más grande de la noche. (Todo lo bueno anterior se podía esperar.) Sé una cosa y es que hay que ir a verla. Roca es una ciudad con mucha tradición blusera. Y Delirio le hace honor a eso. Hay que verlos en vivo, hay que ver ese cover que hacen de Heroina, de Sumo, que yo hubiese querido que durara un poco más. En lugar de los seis o siete minutos que demandó, unos quince, o veinte, una mínima batallita en que la magia siguiera torciéndole el brazo al tiempo, un rato más.

(F.C.)
 
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  15 » Apr 2009
Música para tiburones
 
 
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  15 » Apr 2009
Novela por entregas
 


La historia del premio Clarín de novela del 2000 que no consigue editorial para su nuevo libro y por eso cortó por lo sano y lo viene publicando en capítulos en un blog, de donde se pueden bajar en formato PDF.
 
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  14 » Apr 2009
Sin divas a las que ofrendar una oración
  Ernesto Cardenal ganó hace tres días el premio Pablo Neruda. Y me acordé que es el autor de un par de, por decir lo menos, inquietantes versos que recuerdo cada vez que veo una foto de Marilyn.

Cardenal es el autor de ese poema, oración, oda, que al principio dice eso de: "Señor recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ése no era su verdadero nombre" y que un par de versos más adelante regala la siguiente, perturbadora imagen (sobre todo si tenemos en cuenta que Cardenal, ¡valga la redundancia!, es un cura):

"Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times) ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.

Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras. Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso..."

Abajo, el poema completo, leído por el propio autor.

 
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