Días atrás hice una reseña de Los topos, la excelente novela de Félix Bruzzone. Abajo, parte de la charla que mantuvimos hace un par de días.
En Los topos, pareciera haber un intento por descomprimir el tema de la dictadura explorando y buscando nuevas aristas. ¿Coincidís?
-Creo que hay un tema que tiene que ver con la lectura de las novelas sobre la dictadura y las películas y las expresiones artísticas que se refieren a la dictadura. Hay una crítica que tiende a no ver los matices de las obras. Me parece que en todas las obras hay siempre matices, y libertades respecto al discurso oficial, que sería el de la condena a esos años. Eso por un lado. No creo que sea algo demasiado innovador lo que hice. Sí me parece que la lectura que ofrece el libro finalmente se abre hacia otras posibilidades. No se puede leer el libro como un alegato. Desde esta perspectiva, mi libro apunta claramente hacia otro lugar.
-¿Te lo planteaste así?
-Digamos que se fue haciendo así. Nunca tengo muy en claro cómo va a seguir la cosa. En principio, era un cuento. Pero no me cerraba por ningún lado. Lo que yo tenía previsto era el final, más o menos. Y para llegar hasta ahí tuve que escribir bastantes páginas más. La novela tenía muchas más situaciones que las que finalmente tuvo, sobre todo la segunda parte del libro. En esa época había empezado a mirar Lost. Llegué a esa serie con cierta demora. Me había entusiasmado cómo a los personajes se les va armando esa paranoia en la cabeza. Se preguntan todo el tiempo sobre quiénes son los otros, y cómo todo se da vuelta en un instante. Pero hay situaciones que finalmente terminé sacando.
- En Los topos hay una marca muy interesante de la oralidad, de cómo hablan los personajes. ¿Es un efecto buscado?
- Me interesa eso, pero como una creación. No cómo una transcripción de la gente y su habla. No trato de reproducir el lenguaje. Yo trabajo en contacto con la gente. Y por ahí, cuando me voy a comer algo, escucho a la gente cómo habla. Pero para lograr eso en un libro, no trabajo con una transcripción literal. Trato de crear esa forma de hablar.
-¿Qué es la nueva narrativa argentina? ¿Hay un vínculo estético entre todos los autores que la integrarían?
-Hay toda una corriente de nuevos autores. Ahora, no creo que nos una algo específicamente, sí el ímpetu y las ganas de publicar. Pero hay muchos escritores con visiones diferenciadas. Me gusta esa diversidad.
-¿Qué autores te interesan?
- Entre otros, hay un autor que me interesa mucho y es Miguel Briante.
Bernard Pivot entrevistó a algunos de los más grandes escritores del siglo XX. Fue un lector voraz: llegó a dedicarle 10 horas por día a las novedades y los clásicos a punto de convertirse en uno que pasaron por sus manos durante más de 30 años. Fue un bicho raro y un precursor: en horario central de televisión, paralizó a Francia frente a la pantalla hablando (con otros) de libros.
En un texto, entre kafkiano y cortazariano, que publicó El mal pensante, cuenta cómo fue y es su relación con los libros. Y describe ese patrón invasivo del que tan deliciosamente parecen dar cuenta con su presencia. También habla de la necesidad de más horas dentro de un día.
Acá, una entrevista y una reseña de vida y obra del francés.
1. Además de ser una muy buena novela (elijo romper todo el suspenso de entrada para hablar de este libro), quizá lo mejor que escribió un "joven narrador" argentino en 2008, Los topos, de Félix Bruzzone, fija nuevas condiciones para la perspectiva que en adelante cualquier escritor podrá asumir cuando toque un tema crucial de nuestra historia: el del golpe militar de 1976 y el terrorismo de estado. Es una novela que a un lector desprevenido, a uno totalmente inocente, uno de esos lectores a los que los libros sólo le gustan o no, lo entretienen o no, puede llegar a atraparlo. Pero no es esto lo vital con lo que cumple; lo verdaderamente trascendente que la novela hace es sacar el tema de los desaparecidos de la órbita de algo que, sencillamente, podría definirse como la necesidad de denuncia. Algo que estuvo y fue necesario, pero que, además, habla del impacto de esos años, los setentas, en el campo intelectual y artístico. Y tal vez la palabra que mejor pueda definir la imposibilidad de abordar este tema de otras formas sea miedo. En todas las formas que el miedo puede tomar cuando alguien se sienta a escribir.
2. Hablar de un libro diferente –Los topos es uno– en este caso implica una mención a 33 años donde, por algún motivo, nadie pudo salirse, al tomar la última dictadura como tema, de la condena propia de las posturas políticamente correctas. Acaso esto y unas condiciones políticas todavía no dadas hayan impedido la generación de nuevos sentidos y la posibilidad de especular, durante la creación, con lo que pudiera haber al final de otras miradas sobre los años de la represión. (Antes que Los topos, parece haber sido el cine el que se abrió a estas nuevas perspectivas. Los rubios, una película de Albertina Carri, hija de desaparecidos igual que Bruzzone, es una prueba de eso.) Hablar de Los topos también invita a ver un videoclip mucho más dislocado que cuerdo de las tres décadas que pasaron para que este libro pudiera ser escrito. En este sentido, es un texto que sin mencionarlos, incluye dentro de la estructura que lo hizo posible a cada uno de sus acontecimientos políticos y el impacto que tuvieron en el imaginario popular y su mirada sobre los desaparecidos.
3. ¿De qué se trata Los topos? Es la historia de un hijo de desaparecidos. Lo dicho: Bruzzone mismo es uno. Por eso es fácil equivocarse y pensar que es un relato autobiográfico. Bruzzone escribe la historia de un hijo de desaparecidos que parce no creer tanto en la militancia a la que se entregan muchos otros en su situación, por ejemplo, siendo parte de HIJOS. De hecho, el protagonista del libro se ríe de una novia suya que, sin tener familiares desaparecidos, milita y le dice a él que la siga. Lo que Bruzzone sí parece desestimar es el marketing que subyace a esa pertenencia, un marketing del dolor cuando es ajeno. Los padres del protagonista del libro desaparecieron en la ESMA. Ahora (el presente del libro) se dedica a la repostería para sobrevivir con su abuela, que está convencida de que un día encontrará a su otro nietito, un hermano del héroe del libro que puede existir o no. El narrador se enamora de una travesti, que acaso también pudiera ser ese hermano suyo que tantas veces refirió su abuela. Esto configura una de las salidas más interesantes de la novela: la irrupción de gente que cree y disfruta de su sexualidad sin preconceptos, pero una sexualidad que implica, en parte, la irrupción de una nueva identidad. Esta ambigüedad está presente en la novela junto con otra, nunca expresada explícitamente: nadie sabe quién es hasta saber de dónde viene. Y ser el hijo de un desaparecido, tal vez tenga algo de eso.
4. Y lo mencionado: la novela y la literatura, como una instancia modificadora de la idea del dolor como testimonio único y más preciso de lo sucedido después del golpe y en los años siguientes. Algo a lo que Bruzzone alude con una mirada bien desde adentro, con la libertad y soltura del que habla con conocimiento de causa. Esta mirada, trágica y cómica a la vez, puede entenderse como una forma de crítica. Como si de este modo quisiera decir que un hijo de desparecidos, también, es alguien como cualquiera de todos nosotros. Y no un monumento que trata de sacarse los velos de tristeza que debieran vérsele al caminar por la calle. Y eso es lo que Bruzzone cuenta con una prosa clarísima, con un amplio registro de cómo hablan los tipos de la calle, en Buenos Aires o la Patagonia (donde el libro transcurre sobre el final) y con la poesía como herramienta para encontrar luz, en la ficción y acaso también en la realidad.
(F.C.)
A modo de bonus track, un cuento de Bruzzone, Ratas en el techo, publicado en No retornable.
Como esto, en sus inicios, también intentó ser un blog que cada tanto mechara algún post de básquet, me entrego por un rato a esa idea.
El mejor argentino del año en la NBA es Luis Scola. En apenas su segunda temporada en Houston Rockets le bastó para demostrar todo lo que puede sumar en un equipo, en una liga donde el juego en conjunto no es lo más habitual. Algunas lesiones, y la mirada entre despierta e impávida de Rick Adelman -técnio de Houston- se conjugaron para que tuviera las primeras chances.
Rápidamente se convirtió en una pieza insustituible para los Rockets. Y me imagino que hay muchos que ahora se rasgan las vestiduras por haberlo dejado pasar. San Antonio Spurs, entre ellos. Sus números son impecables: 12,7 puntos y 8,7 rebotes por juego, con partidos de 20 puntos y más de 10 rebotes. Es decir, promedia casi "una doble figura", rubro que define a quien supera los dos dígitos en alguno de los casilleros estadísticos: más de 10 rebotes, robos, asistencias o puntos, por ejemplo.
Con Manu todavía tocado por la incertidumbre que envuelve su tobillo, algo que no le impediría estar bien en los partidos del final de la temporada, y con "Chapu" Nocioni acomodándose a su nuevo equipo (los Chicago Bulls lo cambiaron a Sacramento King, peor equipo de la liga, donde seguro encontrará los minutos que merece tener), Scola viene ganando protagonismo entre los jugadores extranjeros de la liga.
Cultivó siempre el perfil bajo, pero antes de su paso por la NBA era uno de los mejores internos del mundo, fuera de la liga estadounidense.
Pero la pregunta que me hago es la siguiente: después de Manu, ¿no es el segundo mejor jugador de la historia del básquet argentino? Hablo de su peso específico y sus cualidades técnicas. Se sabe lo mucho que pusieron el hombro otros en la Liga Nacional, para que el básquet argentino esté dentro de los tres más importantes del mundo (no me olvido ni de Milanesio, Cortijo, Montenegro, durante los últimos 30 años).
Da para discutirlo, pero me parece que por su nivel, y por cómo se cargó el equipo de en los Juegos Olímpicos de Beijing, es el segundo más importante de la historia.
Abajo, un video de Luifa bailando en una de esas actividades marketineras donde los jugadores se hacen amigos del público, más abajo otro, donde los que bailan son los internos de otros equipos.
"En el marco del concurso de relatos y cuentos cortos 'El Mundo del Trabajo' que organiza la Central de los Trabajadores de la Argentina Neuquén, durante los días 19 y 20 de marzo se llevará adelante una jornada de trabajo con el escritor y periodista Guillermo Saccomanno, quien colabora con la CTA en la organización de dicho concurso.
Estas jornadas se realizarán el jueves 19 en la sede la de CTA de Neuquén, Salta 662, a partir de las 10 horas, y el viernes 20 en la ciudad de Chos Malal."
Al margen de su obra como escritor, coordinador de talleres literarios, y docente, Saccomanno es periodista cultural:acá, una crónica con ribetes autobiográficos de su viaje a la Cárcel del Fin del Mundo.