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28 » Oct 2008 |
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Saccomanno y la rejas del fin del mundo |
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"Traslados se los llama. En la Penitenciaría Nacional se sabe que el castigo más temido es que a uno lo trasladen a “La Tierra”. Después de una revisación médica y la cena, se informa a los presos quiénes serán trasladados al presidio de Ushuaia. En la mañana tienen que juntar sus cosas, someterlas a inspección y después son engrilletados con unas barras de acero que no permiten avanzar más de quince centímetros. Al rato los condenados no sólo tienen despellejados los tobillos. También el alma. A cada preso lo vigilan dos guardiacárceles. Se los sube a un barco, se les entrega un zambullo para sus necesidades y se los encierra en la bodega donde habrán de hacinarse y enfermar sumidos en un hedor de letrina. A José Domínguez le dieron veinticinco años. En una mañana caliente y nublada de febrero cuando lo sacan de la celda está decidido a escapar. En el puerto, al subir la planchada del 'Buenos Aires' salta a un lado. El peso de los grilletes lo hunde. Arrancarán su cuerpo del fondo del río recién al otro día."
Así comienza la crónica de Guillermo Saccomanno, en la que mezcla su historia personal, la de la Cárcel del Fin del Mundo, y la de cómo el horror también puede ser negocio. El resto del texto, publicado en el suplemento Radar de Página/12, acá. |
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Categoría : Varios | Comentarios [0]
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