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26 » Oct 2009 |
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El lector, de Bernhard Schlink |
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Leí El lector, de Bernhard Schlink. Es un pequeño gran libro al que llegué después de ver la película que inspiró. Aunque lo cierto es que antes, ya me había llamado la atención el arte de tapa. Como casi todas las portadas de los libros que publica Anagrama. La edición que tengo de El lector pertenece a la colección Compactos, caracterizada por su despliegue de colores. Libros que te salen a cazar desde un anaquel, como está claro, hace falta que un libro salga a buscar, hoy, a su lector.
Casi nunca una película le hace honor al libro que la inspira. En este caso tanto la novela como su versión cinematográfica están a la misma altura. De hecho, en un primer momento, las primeras veinte páginas, pensé que con ver la película había sido suficiente. Hasta que comenzaron a aparecer las preguntas y la poesía. Es raro, Schlink es juez y para colmo alemán. No digo “para colmo” por un encono particular. Sucede que los alemanes suelen escribir largo, con extensas parrafadas, y con palabras que suelen ser el resumen de varias. (Acá no es muy diferente: los jueces, al menos los jueces argentinos, tienen un estilo que va de lo críptico a lo rimbombante. En los peores casos, estas dos carcaterísticas se conjugan en un mismo fallo judicial. Todo lo cual conforma un panorama desolador: a la escasa justicia disponible para un ciudadano medio, se suma la imposibilidad de entender lo que el magistrado le dice, si es cierto que los jueces hablan por sus fallos.)
En la novela, que transcurre por tramos en un estrado judicial, se nota el oficio de quien escribe. Dicho de otro modo: todo el tiempo hay una perspectiva de la trascendencia que un detalle puede adquirir si lo que está en juego es el futuro de una persona. Schlink conoce cómo piensan un hombre y una mujer.
El lector cuenta al menos tres historias. Primero, una de amor. La del narrador y Hanna, una ex empleada de la Siemens que termina, voluntariamente, trasladando presas judías a un campo de concentración. Terminada la guerra, queda arrastrando el lastre de su pasado que, no podía ser de otra forma, afectará su vida para siempre.
Hanna conoce, accidentalmente, a quien narra la historia: un joven con el que mantiene un platónico amorío. Y parte de ese amor toma la forma de interminables lecturas de clásicos de la literatura que el joven le ofrenda cada vez que se encuentran.
Montada sobre esta historia de amor, hay otras dos: la de las deudas pendientes en la sociedad alemana, que no sabe cómo hacer para perdonarse el régimen nazi (cómo hacer para mirarse a los ojos sabiendo que, acaso, no se hizo mucho para impedir el horror) y la del tamaño de la vergüenza de una persona que no pudo aprender a leer, algo directamente relacionado con la posibilidad de otros mundos. |
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Categoría : Lecturas aleatorias | Comentarios [2]
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El lector |
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Por : Adriano | 26 » Oct 2009 | 09:18 pm |
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Lei esta novela hacen casi dos años atras. Me resulto soporifera (¿ no andan los acentos en este blog?)y el tema judio bastante remanido, ya visto en enormes cantidades de novelas, no aporta nada nuevo en materia de ingenio. No he visto la pelicula, pero si es como el libro, hay un entrada de cinema que no se vendera. Opinion: bastante malo. |
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El lector II |
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Por : Mario | 27 » Oct 2009 | 07:51 pm |
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Debo decir que a mí si me gustó El Lector, más allá de la historia de amor y de la cuestión judía, especialmente me intereso un punto que destaca Fernando, el de la falta de aprendizaje y la vergüenza que eso genera, al punto de ser fundamental para esta historia. Algo que me ha tocado ver en alguna ocasión acá a la vuelta de casa. |
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