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23 » Jul 2009 |
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Mar adentro |
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Tuve la suerte de visitar la semana pasada una plataforma petrolera. Fueron unas seis horas de permanencia. El día estaba espléndido. Hacían unos cinco grados de temperatura -nos dieron ropa muy abrigada-, no había nada de viento (algo raro: la Ocean Scepter opera a unos 40 kilómetros de distancia de las costas de Comodoro Rivadavia), el mar estaba planchadísimo.
Nunca voy olvidar dos cosas: el enorme sacrificio que hacen los hombres que trabajan ahí (bien pagados sí, pero ahí arriba a nadie le regalan nada: a cada paso se juegan la vida). Y la sensación de insignificancia que, también arriba de una enorme estructutra de unas 15.000 toneladas de hierro, puede sentirse en medio del océano. |
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Categoría : Quemando teclados | Comentarios [0]
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