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Al Sur de la India, en el hospital de Nallamada, un suicida resucita.
Alrededor de su lecho, sonríen los que le devolvieron la vida.
El resucitado los mira, dice: ¿Qué esperan...que les de las gracias? Yo debía cien mil rupias. Ahora voy a deber tambien cuatro días de hospital. Ustedes, imbéciles, me hicieron este favor.
Mucho sabemos sobre los terroristas suicidas. Los medios nos hablan de ellos cada día. Nada nos cuentan, en cambio, sobre los granjeros suicidas.
A un ritmo de mil por mes, segun las cifras oficiales, se vienen matando los agricultores hindúes, desde fines del siglo XX y en estos primeros años del XXI.
Muchos granjeros suicidas mueren bebiendo los pesticidas que no pueden pagar.
El mercado los obliga a endeudarse, las deudas impagables los obligan a morir. Gastan cada vez mas y cobran cada vez menos. Compran a precios gigantes y venden a precios enanos. Son rehenes de la industria química extranjera, semillas importadas, cultivos transgénicos: la India, que producía para comer, ahora produce para que la coman.
Eduardo Galeano. Espejos. |
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