Jueves 23 de octubre de 2003

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Renace la alegría: "La Trochita" volvió a unir Jacobacci y Esquel

Una buena mezcla entre lo social y lo turístico

Lo califican como "tren social" por la importancia que tiene para cada una de las poblaciones por las que pasa en su marcha Unica unión entre pequeños caseríos y parajes ignorados por los mapas, "La Trochita" transporta, no sólo turistas, sino sueños de un prometido progreso que tarda en llegar.

Ojos de Agua, Futa Ruin, Mamuel Choique, Cerro Mesa, Chacay Huarruca, Fitalancao, Leleque, Lepá o Nahuel Pan, son sólo algunos de los nombres de utópicas estaciones donde detiene su marcha el convoy para seguir cargando esperanzas En los vagones, mezclados con asombrados "gringos", viajan rostros autóctonos de hombres y mujeres que se resisten a perder al "pata de fierro" como rebautizó el imaginario popular al tren a vapor.

El Maitén respira al ritmo de cada bocanada de humo y su corazón late con cada silbato que anuncia una llegada o anticipa una partida.

"Vamos a construir instalaciones para los pasajeros" señala el director de turismo del Chubut reafirmando que "para la provincia, este ramal es muy importante".

Alentados por las decenas de consultas que llegan de todo el mundo, ya se piensa en viajes "charter" con alemanes, ingleses, norteamericanos, españoles o japoneses, que pagarán muchos dólares por el privilegio de aposentar su humanidad en un banco de madera, alimentar la salamandra con leña y fotografiar el mundo que se muestra alrededor de "La Trochita", mientras sueñan con el pasado esplendor de los trenes del mundo.

Por otra parte también se planea reorganizar la actividad, que permitirá reactivar los talleres de El Maitén que supieron alojar a más de 100 empleados (hoy hay 35) y aportar al crecimiento de una región que anhela la continuidad de su vecino más famoso: "El Viejo Expreso Patagónico".

Un tren con historia

La orgullosa "Henschel" y la potente "Baldwin" comparten una historia en común. Ambas locomotoras fueron construidas en 1922 y pesan cerca de 19.000 kgs. También coinciden en su pasado glorioso y en un presente de máxima actividad que desmiente el paso del tiempo.

Poner en marcha las máquinas y calentarlas a la temperatura óptima de funcionamiento requiere de dos horas y media de febril trajín, con la participación de la mayoría de los 35 ferroviarios que trabajan en los talleres de El Maitén.

Una vez que comiencen a rodar sobre las vías, consumirán 100 litros de agua por cada kilómetro, por lo que el viaje hasta Esquel obliga a cargar 4000 litros.

El llamado "Viejo Expreso Patagónico" llegó, por primera vez a El Maitén en 1941, culminando un largo proceso que se inició con el proyecto del ministro Ramos Mexia en 1906. El 25 de mayo de 1945, el tendido de vías llegó a Esquel, quedando inaugurado el ramal en su totalidad.

Desde ese momento hasta la fecha, el "trencito" acumula una gran cantidad de anécdotas y sucesos que ya integran la mitología ferroviaria, como los sucesivos descarrilamientos, sin víctimas, que obligaban a poner sobre las vías la máquina para continuar la marcha o las veces en que quedó bloqueado por la nieve y fue necesario el trabajo mancomunado de pasajeros y ferroviarios para liberar el camino.

Tanta carga histórica explica la pasión que despliegan los extranjeros que llegan de todo el mundo cada año para realizar el viaje iniciático que los sumerge en un original "túnel del tiempo" a través de la meseta patagónica.

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