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Sánchez de Lozada renunció a la presidencia tras la masiva protesta social

De California a La Paz

La realidad social y económica de la rica California y de la paupérrima Bolivia son abismalmente diferentes. El estado de EE.UU. es la quinta economía del mundo y su salario anual promedio es de 47.000 dólares. Por su parte, Bolivia tiene un PBI 140 veces inferior al californiano y casi el 70% de su población es pobre y vive con 2 dólares por día. Sin embargo, ambas tienen algo en común: decidieron despedir a sus gobernantes antes de tiempo, hartos de que no dieran respuestas a las necesidades de la gente.

En una reciente entrevista con la agencia alemana DPA, el director del Consejo para Asuntos Hemisféricos, Larry Birns defendió el paralelo: "cuando un presidente tiene 9% de popularidad, como Gonzalo Sánchez de Lozada, se transforma en un claro candidato a que le exijan la renuncia. Eso fue lo que le sucedió al ex gobernador de California, a pesar de que fue votado por 48% un año antes".

En Bolivia, el reclamo contra el proyecto gasífero sirvió como catalizador de una protesta social más amplia. Tiene que ver con una población cansada de ver la corrupción en las privatizaciones, las prebendas y el reparto de cargos políticos entre los partidos mientras se aplican durísimos planes de ajuste que no redundan en beneficio de la gente.

Un ejemplo: Sánchez de Lozada asumió en 2002 prometiendo "crear empleos y más empleos". Sin embargo, en su mandato la desocupación trepó al 11%, pese al crecimiento del 3%. Como forma de cumplir un acuerdo con el FMI, el gobierno decidió paliar el déficit fiscal aplicando un impuesto a los salarios. Hubo protestas y 35 muertos. Pero, lejos de bajar, el gasto público y el déficit aumentaron un 10%.

"Hay un enorme desencanto. Tiene que haber una completa reforma en Bolivia y en toda América Latina, una reforma del sistema de justicia y del sistema político. Tiene que haber reglas de juego claras, no sólo para que las empresas extranjeras inviertan sino también para que la población esté protegida", señala Burns.

Perú, en donde ya una protesta hizo tambalear al presidente Alejandro Toledo; Ecuador y, en modo distinto, Venezuela, podrían mostrar pronto si el círculo vicioso de pobreza, desigualdad y escaso crecimiento, al que se suman sistemas políticos autistas, seguirá erosionando los sistemas democráticos. (Redacción Central)

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