Sábado 18 de octubre de 2003

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Sánchez de Lozada renunció a la presidencia tras la masiva protesta social

Ya sin aliados en la coalición, dejó el poder a su vice. Fiesta en La Paz, que anoche seguía movilizada.

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La gente festeja en las calles de La Paz al conocer las versiones sobre la dimisión del presidente.
LA PAZ (AFP).- El presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, renunció ayer en una carta enviada al Congreso y abandonó La Paz, derribado por 32 días de protestas populares que provocaron decenas de muertos. El poder quedó en principio en manos del vicepresidente Carlos Mesa, que comenzó una compleja negociación política para normalizar el país Sánchez de Lozada se encontraba anoche en Santa Cruz (900 km al este de La Paz). Sánchez de Lozada podría volar a Perú, Argentina o Estados Unidos, dijeron fuentes oficiales.

Según la constitución boliviana, su cargo deberá ser ocupado por el vicepresidente, Carlos Mesa, un respetado periodista e historiador independiente, de 50 años. Tras conocerse la renuncia de Sánchez de Lozada, el líder opositor Evo Morales dijo que el mandatario "debe ser juzgado por delitos de lesa humanidad" y que Mesa debe convocar una asamblea constituyente.

Las autoridades no han divulgado datos de víctimas, pero organismos dedicados a los derechos dijeron que unas 70 personas murieron en casi un mes de protestas, manifestaciones y bloqueos de rutas "Mesa tiene que organizar la asamblea constituyente, que es el pedido clamoroso del pueblo boliviano. Si se necesita un año, dos, tres o cuatro años eso se verá", declaró a la privada red de televisión Unitel el principal promotor de la rebelión popular que demandó la cabeza de Sánchez de Lozada.

La constitución boliviana establece que el vicepresidente debe completar el periodo del mandatario dimitente, pero sectores de la oposición han pedido que Mesa gobierne unos meses y convoque nuevos comicios.  

El Congreso decide

El presidente renunció al cargo mediante una carta leída en su nombre ante el Congreso en La Paz, que decidió aceptar su renuncia por amplia mayoría. "La democracia de Bolivia enfrenta un cuadro de sedición", dijo el ahora ex jefe de Estado en el histórico documento.

Varios congresistas, llegados de diversos departamentos de Bolivia, tuvieron que esperar durante varias horas aislados en el aeropuerto internacional de El Alto, cercados por manifestantes. Mientras tanto, miles de mineros, campesinos e indígenas bolivianos se mantenían concentrados frente a la sede de la Central Obrera Boliviana (COB) a la espera del desenlace de la crisis y de la sesión de urgencia del Congreso que trataría la sucesión presidencial. Desconfiado, Jaime Solares, líder de la COB, llamó a los manifestantes a "no bajar la guardia y mantenerse vigilantes" hasta que se formalice la dimisión en el Congreso.

El alto mando militar encabezado por el comandante de las Fuerzas Armadas general Roberto Claros, ingresó anoche a la residencia presidencial para consultas con el mandatario. Minutos antes, dirigentes de los partidos de oposición habían dicho que trataban de consolidar una mayoría en el Congreso, para destituir al presidente Indígenas, mineros, campesinos cocaleros y disidentes del gobierno e intelectuales, reclamaban la renuncia del mandatario ante la violenta represión de las protestas contra la política de explotación de los yacimientos de gas. Según organismos de derechos humanos más de 70 personas murieron como consecuencia de la represión oficial.

Sánchez de Lozada, un acaudalado empresario de 73 años, había asumido en agosto del 2002 con el 22 % de los votos. En la mañana Manfred Reyes Villa, jefe de la Nueva Fuerza Republicana, uno de los tres sustentos de la coalición de gobierno había anunciado el retiro de su partido de la misma y se sumó a las voces que pedían la renuncia. "No va más", dijo Reyes Villa sobre la coalición, que además del partido del presidente, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), está integrada por el socialdemócrata Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) del ex mandatario Jaime Paz Zamora. Sánchez de Lozada ya había perdido en los últimos días el apoyo del vicepresidente, de cuatro ministros y de dos subsecretarios.

La noticia de su renuncia trascendió en momentos en que mediadores de Brasil y Argentina realizaban gestiones para buscar una salida a la crisis.

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