Viernes 26 de setiembre de 2003 | ||
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Opinión Inquisiciones Nada como el sexo para generar prohibiciones, normas, condenas, violencias, burlas, inquisición. El caso de Amina Lawal, la nigeriana que se salvó de morir lapidada, fue paradigmático, pero no es el único. La joven tuvo la suerte, en todo caso, de que la globalización mostró al mundo una ley religiosa que resulta horrorosa para el común de las naciones occidentales. Y creó vías masivas, como Internet, para hacer llegar millones de quejas a su país. El mismo día de la absolución que alegró al mundo, en otro estado musulmán de Nigeria, un hombre fue condenado a morir lapidado por haber tenido relaciones homosexuales. Y millones de mujeres en países musulmanes sufren la mutilación del clítoris por quienes consideran que la naturaleza se equivocó al darles la posibilidad del placer erógeno La conducta sexual, las elecciones afectivas, son lo más individual y propio que los hombres y mujeres tienen, como sus convicciones políticas y sus creencias religiosas. Por ello, no pueden ser materia de penalización ni de consensos. No es necesario que haya acuerdos en temas íntimos. Tampoco son necesarios los controles, ni las leyes, ni los tribunales, ni las condenas. Sólo el respeto es indipensable en una convivencia civilizada. Pero la mentalidad inquisitorial, es bueno decirlo, no es exclusiva del Islam. La Iglesia Católica acaba de dar una muestra de su injustificado veto a la participación de mujeres en la celebración de la misa, aun en el relegadísimo rol de monaguillas. La prohibición a la ordenación de mujeres sacerdotes, el rol secundario de las monjas, la discriminación de homosexuales, son ejemplos de que el sexo es satanizado por aquellos que se dicen vehículos del amor al prójimo. Y muchos de los crímenes, muchas de las violaciones, de las perversiones que hoy preocupan a nuestra sociedad, no se concretarían si no hubiera tantos controles y sí mucho más respeto al otro y libertad en materia sexual, en la familia, en las instituciones y los medios. Amina vivirá. Pero su vida no será fácil. El estigma la acompañará hasta la muerte A ella y a su pequeña hija. Su analfabetismo, su desempleo, como el de tantas mujeres de tantas otras naciones pobres, las expondrán a "lapidaciones" sociales cotidianas. Alicia Miller amiller@rionegro.com.ar MAS INFORMACION No lapidarán a la nigeriana Amina Lawal
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