Domingo 14 de setiembre de 2003

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La lección de Pedro

Perdidos entre troncos y huesos del Cretácico

Descubren un bosque petrificado y un cementerio de dinosaurios

Están ubicados en pleno desierto, en la margen sur del Limay. "Río Negro" compartió un día con el equipo que estudia este "templo". Intentarán que el lugar se pueda vender turísticamente.

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Troncos petrificados de más de 12 metros yacen en la arena. Pertenecen a un bosque del Cretáceo. En el lugar también se hallaron huesos de dinosaurios y los de una tortuga.

Los primeros rastros están ahí, desparramados en los bancos de arena que cubren el lecho del enorme cañadón. Las ruedas se deslizan y el vehículo serpentea por encima de los restos de un mundo perdido: miles de astillas de huesos y de madera que tuvieron sangre y savia en el período Cretácico.

El paisaje de pastos ralos se rompe en el horizonte, donde asoman colosales farallones que combinan rojos imposibles, amarillos de fen shui, grises y marrones que se intercalan con límites y contornos perfectos, como las capas de una oblea rellena. Hacia allá nos movemos, donde están ellos.

Seis hombres y dos mujeres desafían las leyes de gravedad y trepan pendientes por encima de los 45 grados, caminan luego por senderos imperceptibles, esquivando cardos traicioneros que guardan deliciosas flores de un día.

Ellos llegan a una galería de paredes que parecen recién pintadas, hablan, y siguen caminando. Yacen en ese lugar, dormidos sobre la arena, vigorosos troncos petrificados descuajados por alguna tormenta de aquellas hace unos noventa millones de años. Como estrella en un lugar de constelaciones, el bloque brillante de un tronco hecho piedra parece bambolearse sobre una delgada base de arenisca compactada.

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Troncos petrificados de más de 12 metros yacen en la arena. Pertenecen a un bosque del Cretáceo. En el lugar también se hallaron huesos de dinosaurios y los de una tortuga.

Los hombres y la mujeres acaban de descubrir los restos petrificados de un bosque del Cretáceo, los huesos de dos gigantescos dinosaurios, los de una tortuga y el cráneo de un cocodrilo. Están inmersos en ese éxtasis que adormece al cansancio y que lo tumba, mientras dura la adrenalina.

"La Patagonia es salvaje y maravillosa", se emociona el paleontólogo español Iñaki Cantudo y hunde la cuchara en un frasco de dulce de leche. Se apaga la tarde, la jarilla arde y perfuma al campamento.

"Estoy acá, no lo puedo creer", suelta Iñaki y se llena los ojos del inhóspito y maravilloso paisaje contenido en un retazo de campo virgen que se ha dado en llamar la margen sur del río Limay, cerquita de un hechizante anfiteatro natural.

Cantudo, su colega de la Universidad Nacional del Comahue (UNC) Leonardo Salgado, y el geólogo Raúl Bolatti del Ente de Desarrollo de la Margen Sur (Endemas) son las cabezas de la primera campaña de investigación paleontológica que se realiza por estos lares. Aquí, el sol no tiene complejos en mostrar por qué es tan rey de este planeta "Río Negro" compartió un día de trabajo con el equipo que estudia los secretos del reino de los dinosaurios en este fabuloso templo natural, a unos 70 kilómetros de Neuquén. Aquí, más tarde o más temprano, el viento y el agua sacarán a la luz piezas que aportarán al rompecabezas de animales y plantas que resumen el ciclo de vida más exitoso que se ha dado en la Tierra. Es que todo lo que el paisaje muestra ha sido moldeado por las aguas que bajan desde la meseta de Rentería y en tránsito al Limay asoman los restos de las bestias cretácicas y de otros bichos no tan fieros pero igual de llamativos.

El equipo está de parabienes: en siete días de trabajo descubrieron los restos del bosque petrificado, los fósiles de dos dinosaurios herbívoros, los de una tortuga de agua dulce y de un cocodrilo, entre otras piezas aún indefinibles que esperan hablar recién en los gabinetes del laboratorio, cuando se limpie el material.

La iniciativa del Endemas va mucho más allá: conseguir que este lugar se pueda vender turísticamente, lo mismo que las visitas guiadas por entre los cañadones, los bosques de piedra y cementerios de dinosaurios. Bolatti está convencido de que se puede, y no está loco.

El sitio se suma a otros más conocidos, como Los Gigantes de El Chocón y los recovecos de Las Perlas En las cercanías de este lugar, a puro esfuerzo el Endemas consiguió instalar un refugio junto a la casa de Pedro Parada, un hombre nacido y criado en el puesto desde que el entonces coronel Juan Perón les donó la tierra, para hacer patria. Y vaya que lo hace Pedro Parada.

Salgado explica que esta campaña es la primera parte de un proyecto mucho mayor, y no quiere hablar sobre los bichos hasta tanto no estén completamente afuera El tema no es menor: los fósiles están a unos 750 metros sobre el nivel del mar y el campamento a 600. La mitad de la diferencia se consume en una trepada que complica hasta las chivas. El paleontólogo cuenta que además del cráneo del cocodrilo y la tortuga (que habrá medido más de medio metro) aparecieron vértebras de un ornitópodo, un pequeño y ágil dinosaurio.

Cantudo deja de lado la fascinación y se anima a conjeturar que el escenario ha sido árido en el Cretáceo "quizá no tanto como ahora, pero con escasa humedad", dice y pide tiempo para hacer los estudios El científico español enseña paleontología en la Universidad de Zaragoza y llegó a la región invitado por Salgado con quien comparte trabajos de investigación "En Aragón tenemos dinosaurios en una región con las mismas característica, pero hombre nunca esta extensión! ni semejante paisaje", añade.

Salgado cuenta que los bichos más enteros están en una formación que podría ser Portezuelo, similar a la que pare dinosaurios en el sector de Los Barreales y en Sierra Barrosa, donde Jorge Calvo y Rodolfo Coria rescatan fósiles de dinosaurios de variado linaje. Iñaki agrega que los colores revelan un mayor o menor contenido de óxido de hierro en las capas geológicas y el geógrafo Alejandro Mc Caskill recuerda que hace cien años los geólogos que andaban a pie identificaron ese estrato del grupo Neuquén "como el de los dinosaurios" Las aguas y el viento siguen haciendo lo suyo, lo mismo que los hombres y mujeres que reptan sobre los huesos (AN).

Rodolfo Chávez
rchavez@rionegro.com.ar

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