Lunes 8 de setiembre de 2003

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Se había tiroteado con la policía, lo internaron e intentó fugarse

Opinión

Estado y reincidencia

En la última década, en Bariloche y toda la circunscripción judicial, se registró la reincidencia de un solo violador, y en el mismo lapso sólo un homicida ocasional volvió a cometer el mismo delito. No ocurrió lo mismo con los condenados por delitos contra la propiedad, dado que en gran proporción reincidieron dentro de los 6 meses posteriores a su liberación.

El caso de Daniel Villalobo, detenido el viernes después de un tiroteo, podría servir como ejemplo de reincidencia, pero en las últimas tres semanas también fueron condenados, procesados o detenidos como sospechosos de ciertos ilícitos varios adultos y menores que imputados con anterioridad en delitos contra la propiedad. Pese a que la tasa de reincidencia es tan alarmante, ninguna autoridad pública le presta atención, como si al ignorar el problema hubiera alguna posibilidad de solución mágica.

El delincuente común es el que casi siempre denuncia una situación social que lo llevó a delinquir, pero lo hace en el momento en que es juzgado, porque antes, probablemente, se creía más inteligente que el ciudadano común, y más valiente -portando un arma- que el verdadero guapo, que es quien trabaja cada día para atender las necesidades de su familia, a veces por un sueldo ínfimo. Desde la cárcel, suele seguir creyendo que es más inteligente que los "giles" que juntan peso sobre peso para sostener a su familia.

Muchísimos científicos, se puede decir que los mejores, nacieron en hogares humildes y sufrieron privaciones para poder estudiar y ascender en la escala social. La situación social no puede justificar el delito, porque también se sabe que el producto de los robos excepcionalmente se destina a alimentos.

Pero nadie puede ser perseguido de por vida, y al recuperar su libertad el Estado debe darle la oportunidad de redención al individuo que purgó su pena por haber ofendido a la sociedad. La oferta de un trabajo digno podría representar la reconciliación entre el condenado y la sociedad, y bloquear su resentimiento Porque si el Estado lo libra a su suerte, es como si lo estuviera invitando a reincidir en el delito Hace varios años el legislador rionegrino Iván Lázzeri elaboró un proyecto para que un porcentaje de los programas de empleo fuera destinado a los internos procesados y a los delincuentes que recuperan su libertad luego de haber cumplido su pena El proyecto es acertado y fue transformado en ley, pero la provincia nunca lo reglamentó, y continúa liberando en forma anticipada a los condenados, sin darles una posibilidad de real recuperación.

Las protestas de los internos en las principales cárceles del país provocan siempre sentimientos encontrados, probablemente debidos a la misma confusión con que el Estado atiende la problemática de los delincuentes y la defensa social. Por un lado está la vindicta pública, que es "la satisfacción de los delitos, que se debe dar por la sola razón de justicia, para ejemplo de la sociedad", y por el otro, la readaptación de quien por equivocación o defecto incurrió o reincidió en el delito.

Es probable que alguno de los que reincidió en el delito poco después de salir de la prisión sean individuos insociables, y deban permanecer separados de la sociedad, pero también es cierto que el Estado los devolvió a las calles sin una preparación o reeducación, y sin darle ninguna herramienta para que pudieran subsistir honradamente.

Serafín Santos
ssantos@rionegro.com.ar

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