Sábado 27 de setiembre de 2003

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Mario Lorenzo y el desafío de hacer ópera

Alejandro Meerapfel brilló en el Colón en un "Richter" delirante

La ópera tuvo en el barítono barilochense a un intérprete de gran nivel. Esteban Buch es el responsable del texto y Mario Lorenzo de la musicalización.

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Alejandro Meerapfel es acompañado a la perfección por Virginia Correa Dupuy.

En medio de la expectativa del estreno mundial de "Richter", ópera documental de cámara que se hizo en el Centro de Experimentación del Teatro Colón en coproducción con T&M de Francia, "Río Negro" pudo entrevistar a Esteban Buch, responsable del texto, Mario Lorenzo, quien musicalizó la obra y, no sin sorpresa, a Alejandro Meerapfel, el barítono protagonista, todos de Bariloche y conviviendo en esta experiencia única para ellos sobre la base de un hecho histórico, también relacionado con la zona: la isla Huemul y el caso del científico alemán que sedujo con sus proyectos al presidente Perón.

De estos tres protagonistas del espectáculo, dos viven y trabajan en París y el otro es un reconocido cantante del Colón y otros espacios que definió al terceto como una "avanzada barilochense" en lo artístico.

En la desnuda geografía del escenario-espacio que dispone el Centro de Experimentación se vislumbra la potencia también geográfica de la isla Huemul y aquellos fantasmas de un proyecto nuclear. Están los dos pianos como pilares de un entretejido de sonidos, está el coro estimulando el parlamento y acompañando a los protagonistas cen- trales.

La percusión suma tormentosos impactos al discurso general. Se hacen silencios y existe una suerte de coreografía de movimientos al compás del acontecimiento. Notas vocales, notas del piano y un querible Richter se mueve entre la intérprete de lenguas y el doctor Balseiro, asimilando a su microcosmos la mística peronista y ese rasgo melómano que forma parte de su personalidad Lo científico se nutre de un lenguaje musical y viceversa, motivando climas, acompañando la historia en ficción, transformando lo sospechoso, la impostura y lo sentencioso del final en una suerte de destierro a una especie de héroe romántico. Ese Richter desmesurado y delirante que con vagas miradas y voces compone tan bien el barilochense cantante barítono Alejandro Meerapfel (acompañado a la perfección por Virginia Correa Dupuy y Carlos Natale), mientras la música electroacústica parece romperse en cristales de nieve. Toda una experiencia adentro y afuera del límite del espacio escénico.

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Alejandro Meerapfel, Esteban Buch y Mario Lorenzo, la avanzada barilochense en el proyecto “Richter”.

"Hasta hace 10 años viví en Bariloche, y no solamente eso, hice toda la primaria junto con Mario Lorenzo. Y hablando de datos casuales hasta hace tres a-ños trabajé en la Comisión de Energía Atómica donde estuve por 15 años y siempre fui un tenaz lector del 'Río Negro"'. Parece casi premonitorio lo que vivió Meerapfel, ahora sumado a protagonista del pasado rescatado en ópera. Para él este Richter tiene muchos lados atractivos. "Era un tipo que estaba loco o la tenía muy clara. Clara para meterse a Perón en el bolsillo y loco porque estaba convencido de las teorías que iba a desarrollar", dice Sabe que aborda un lenguaje diferente, sin una línea vocal que prime y silencios significativos y comenta que "hay que abordarlo dejando de lado todo lo que es la ópera clásica con distintos tipo de voz y un perfil algo desequilibrado en la composición".

Meerapfel se apartó aquí del rol de padre que hace en Hanzel u Gretel en el Colón, de su rol en Armida de Gluck que escenografía para ese teatro Carlos So-rín, de su papeles en Clemenza di Tito, Boheme o Italiana en Ar-gel. Esta vez se sumó a lo que definió como "avanzada barilochense" en el proyecto "Rich- ter". Y como dice el texto, "quien quiera oir que oiga", por-que como se sostiene esto es ficción y en ópera como en el arte, mucho tiene que ver el simulacro.

Esteban Buch y un texto que "suena" a historia

- La historia de Richter es la que probablemente la gente conoce en Bariloche y otras partes. Se refiere al científico o pseudocientífico que fue contratado por Perón en 1949 para hacer una producción de fusión nuclear bajo condiciones de control. Esa era la idea que este alemán ven-dió a Perón, y, por supuesto, entra dentro de la misma generación de alemanes que vinieron después de la guerra traídos de manera activa por el entonces presidente argentino. Este le dio el apoyo necesario para que instalara en la isla Huemul, en el lago Nahuel Huapi de Bariloche, un laboratorio que la gente aún puede ver en la isla. Esa planta atómica estuvo funcionando hasta 1952, en que fue desmantelada luego del accionar de una comisión investigadora liderada por el doctor Balseiro, que demostró que todos los experimentos de Richter eran una estafa desde el punto de vista científico, no solamente un fracaso, sino, además, una impostura. Digo impostura porque hay un tema interesante que es ver hasta qué punto es un impostor y hasta dónde un mitómano. En todo caso ésta es la base histórica que nuestra obra, con algo que en la historia original es un detalle pero para nosotros resulta muy importante.

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El coro estimula y acompaña a los protagonistas centrales de la ópera con fuerte contenido barilochense.

Es el hecho que entre las cosas que Richter probó en sus laboratorios había experimentos con sonido, concretamente con parlantes. Nosotros, a partir de esa base histórica hicimos una ficción, un cuento en donde la cuestión del sonido, particularmente el de los parlantes, la música electroacústica, se transforma en el proyecto mismo de Richter. Entonces la obra se transforma en una fantasía musical sobre un hecho histórico. Además con un libreto realizado sobre documentos bastante precisos de la comisión investigadora, diálogos de Perón y Richter tal como se los transcribe en el libro de Mario Mariscotti- "El secreto atómico en Huemul"- y una cantidad de otras fuentes y apor-tes literarios que hice como textos de Arlt y Piglia".

Esto lo sintetizó Esteban Buch, quien vive desde hace bastante en París, aunque se crió en Bariloche donde llegó a los 10 años. Estuvo hasta los 27 y luego en 1990 se instaló en Francia. De allí consiguió este convenio entre los productores franceses de T&M y el CETC del Colón, además del laboratorio LIPM de música electrónica de Recoleta.

Para él, el proyecto "Richter" es bastante excepcional dentro de su actividad de escribir libros de historia de la música.

"Pero tiene que ver con temas que me interesan desde siem-pre", señaló el musicólogo, que cada tanto se llega a Bariloche y que hace dos años vino a dar un seminario en el Centro franco- argentino de altos estudios, "una actividad que me interesa porque significa compartir mi trabajo académico", dice al agregar que siempre le resulta apasionante el contacto con amigos de aquí en cuanto a lo que sucede en literatura, igual estímulo encuentra en el nuevo cine y también en el movimiento musical de la Argentina.

Julio Pagani

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