Sábado 26 de julio de 2003

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El comienzo de la adolescencia, en una ceremonia mapuche

La comunidad urbana retomó un ritual ancestral junto al río Limay.
Una docena de niños recibió los símbolos que marcan una nueva etapa en sus vidas.

 

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Un centenar de mapuches participó de la ceremonia del comienzo de la adolescencia de una docena de niñas y niños.

NEUQUEN (AN)- La ceremonia del Katan Kawiñ durmió durante muchos años pero nunca fue ceniza.

El ritual marca el momento de los cambios, el tiempo en el que las niñas comienzan a dejar de serlo. El símbolo está en el instante preciso en el que un abridor de plata perfora las orejas femeninas: son los primeros pasos de la adolescencia.

Los niños, por su parte, reciben nueva indumentaria, los ponchos y las fajas, mientras que un adulto que no es su padre (antes era el abuelo) compromete su ayuda, su colaboración y asistencia a lo largo de un nuevo ciclo.

Las mapuches urbanos de Neuquén desempolvaron ayer la ceremonia del Katan Kawiñ, que reafirma el rol de las mujeres de su pueblo, aunque también marca el nuevo período entre varones. Llantos y sonrisas coronaron la celebración que los más viejos pensaron que jamás iban a volver a presenciar.

El encuentro se realizó entre los álamos que protegen un campamento a la vera del río Limay, junto a los manzanos de las viejas chacras de la Confluencia.

Unos cien mapuches giraron alrededor del Rewe, se abrazaron y besaron mientras una docena de niñas y niños (de nueve a doce años) asu

mieron su nuevo rol dentro de su pueblo.

El Katan Kawiñ se realizó quince días después del acuerdo de Puente Blanco -en las cercanías del cerro Chapelco- donde la provincia accedió a una serie de reclamos de los mapuches, entre ellos la posibilidad de que en las escuelas se de a conocer la historia de su cultura. El de ayer fue un paso hacia la consolidación de los valores y contenidos de la interculturalidad, una cuestión claramente estipulada en la convención sobre los derechos del niño donde advierte "la importancia de las tradiciones y los valores culturales de cada pueblo para la protección y el desarrollo armonioso del niño".

"Río Negro" fue especialmente invitado a la ceremonia que unió a mapuches que viven en esta ciudad y en los alrededores, quienes pelean por no dejar de ser hombres de la tierra.

"Me mandaron a sacar la pluma, me llamaron india o indígena; al lonko lo bautizaron cacique: nosotros somos mapuches y nunca dejaremos de serlo, aunque nos hayan avergonzado en las mismas escuelas", afirmó Lucía Cañincura, una anciana descendiente de Huiliches que nació y se crió en los alrededores de Junín de los Andes. Ella es una de las pillan kuse (la que tiene la sabiduría) y uno de los emblemas de los jóvenes mapuches.

"Ser como una cadena"

"Todos somos humanos, y los mapuches tenemos que ser como una cadena, estar unidos los más viejos con los más jóvenes", agregó la anciana de rostro ajado mientras una niña curioseaba su vincha de plata.

Los chicos hablaron de la interculturalidad, escucharon a sus mayores e hicieron sonar los cultrunes alrede

dores de rewe, el símbolo que mira al este y alrededor del cual se colocaron piñones,trigo, pasto y una bebida hecha en base a piñones fermentados.

"Durante mucho tiempo esta ceremonia estuvo dormida, el regreso del katan Kawiñ habla del fortalecimiento mapuche", afir-mó Gilberto Huilipán, uno de los dirigentes que participó de la organización.

La ceremonia se reconstruyó a partir de los recuerdos de las pillán kuse de distintas comunidades.

Antes de la conquista, el katan kawiñ estaba reservado al seno de cada de una de las familias y los muchachos recibían el mismo nombre que su abuelo.

Los gritos que hablan de libertad se hicieron escuchar y golpearon los bastones con los que los mapuches se apoyan o juegan a algo parecido al hockey porque lo sienten como una parte de si. Las niñas apretaron los aros que llaman caway y dos de ellas hablaron a sus mayores, luego de una larga noche alrededor de un fogón que estuvo encendido durante 24 horas. Fue durante las primeras horas en las que niños y niñas tuvieron oídos sólo para escuchar a sus mayores, sobre todo a los ancianos que ayer se emocionaron en la ceremonia que hermana cuerpo y espíritu.

 

Rodolfo Chávez
rchavez@rionegro

 

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