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Romper el silencio no es nada fácil

NEUQUEN (AN)- La cantidad de mujeres que sufren maltrato a manos de sus parejas en esta provincia es difícil de cuantificar. Además, el castigo asume muchas formas, además de la física Conspira contra las estadísticas que no todas recurren a una institución para hacer la denuncia, y a la superficie llegan sólo los casos extremos: en los últimos tiempos, muchas mujeres fueron asesinadas en episodios que involucraron a hombres de su círculo más cercano.

El Consejo Provincial de la Mujer atiende entre doce y quince denuncias semanales de mujeres que se animaron a decirle basta a los golpes o a la violencia psicológica que sufren en su casa Romper el cerco de silencio y animarse a denunciar es el primer paso para buscar una salida que nunca es sencilla. Y ayuda a evitar males irreparables.

Los casos extremos así lo demuestran. María Alejandra Zarza estaba embarazada de 8 meses, y se había convertido en un problema para Nicolás Rinaldi, ese novio esquivo que se consideraba con orgullo "su amor imposible".

Rinaldi está hoy acusado de matarla a ella y a su bebé. En su defensa no tuvo inconvenientes en decir que Alejandra "se abría de piernas con cualquiera". Cuando le pidieron que lo fundamentara, se quedó sin palabras. "Lo dije porque sí, para lastimarla", declaró.

María Isabel Barco vivía en la idílica Villa La Angostura y nadie supo del infierno que era su existencia hasta que la encontraron muerta con el cráneo destrozado. Su pareja hasta entonces, Ricardo Herlein, fue responsabilizado del crimen.

Otra que apareció muerta fue Susana Ruminot, la docente de Centenario que quedó atrapada en un triángulo oscuro al que, según algunos investigadores, no sería ajena su ex pareja. La que está presa por el crimen, Marisol González, le atribuyó la autoría intelectual al ex marido de la víctima.

A diferencia de todas ellas, Ivana Rosales tuvo la fortuna de sobrevivir para contar su experiencia y ahora su caso es un ejemplo para la lucha. Aunque, quedó marcada para siempre.

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