Con niveles
de pobreza que no registran antecedentes en el país luego de las
épocas de gran exclusión que caracterizaron al modelo oligárquico
que se quebró en los años 40, uno de los desafíos que enfrenta hoy
la Argentina, es la recuperación de todo aquello, tomando específicamente
el plano social y humano, que se destruyó, se fragilizó y se degradó
en los últimos años.
Esto es lo que señalan al menos la mayoría de los
cientistas sociales que investigan la incidencia del capital social
en este contexto.
"Creo que efectivamente los niveles de pobreza nunca fueron
tan altos como ahora, pero hay que analizarlos cuidadosamente en
el sentido de que esos niveles de pobreza no definen lo que entendemos
por población intrínsecamente pobre en otros lugares del mundo",
destacó la socióloga María del Carmen Feijóo, investigadora del
Conicet. Explicó que "estos pobres que hoy enfrentamos en la
estadística son pobres que guardan en su memoria histórica la cultura
de una clase obrera organizada; esto hace que sean pobres con recursos,
recursos culturales, de interacción, de aprendizaje".
"En este sentido -continuó-, el término novedoso de capital
social sólo es novedoso en cuanto a término, no en cuanto a experiencia
de vida; si uno mira lo que fue la formación de los sectores populares
en la Argentina, no se puede explicar si no es a partir del recurso
permanente a herramientas organizativas y personales que hoy le
llamamos capital social".
Destacó en esa línea que ese capital social está "recuperado
porque sin lugar a dudas el momento de eclosión de la crisis nacional
fue diciembre del 2001 y a partir de ese momento surgió una cantidad
de movimientos de distinto signo político e ideológico que ponían
en marcha la dotación de estos recursos y estos aprendizajes para
abordar la crisis".
Para la socióloga Elba Luna, del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), "en la definición que se utiliza para
'capital social' hay tres elementos constitutivos: la iniciativa
asociativa autónoma de la propia sociedad civil, la capacidad de
voluntariado y los valores vigentes en una sociedad".
En estos momentos, hay "más de 100 mil organizaciones en todo
el país", destacó tras coincidir en que "la iniciativa
asociativa es un elemento de larga data en la Argentina, que comenzó
en épocas coloniales con la iniciativa filantrópica, y de ahí en
más se fueron sumando y acumulando, en forma paralela a la evolución
histórica del país, otro tipo de organizaciones".
"Desde las organizaciones mutualistas y la impronta sindical
-precisó- hasta las organizaciones de derechos humanos, las asambleas
barriales, el trueque y los piqueteros como producto de la crisis
social e institucional de los últimos años".
Luna graficó la historia organizativa y dijo que se fue conformando
"como capas de cebolla, porque tal vez lo que identifica este
universo es que formas preexistentes no han desaparecido sino que
de alguna manera se han ido adaptando".
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