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Casa de Piedra, el gigante del río Colorado, está en reparación

El trabajo se realiza a ritmo intenso y estaría finalizado a fines de agosto. El fuerte oleaje del verano pasado afectó la cubierta de piedras de la represa.

Unos 50 operarios manejan palas neumáticas e inmensas grúas para reponer el material que se deslizó de la ladera del dique que mira hacia el lago.

Casa de Piedra, la presa ubicada sobre el río Colorado que es una de las más largas del país, está en reparación. La cobertura de roca que la cuida de la erosión del agua se socavó el verano pasado por enormes olas que se formaron en su embalse. Los especialistas saben que el material que colocaron en su construcción -piedra caliza- esta lejos de ser el óptimo porque es liviana y poco resistente, pero por ahora no lo cambiarán. Hacerlo costaría muchísimo más de los 800.000 pesos que están invirtiendo en esta obra que hasta septiembre mantendrá cortada la ruta 6 durante el día.

Los pocos trabajadores que se necesitan para manejar una central hidroeléctrica se multiplicaron hace un mes, cuando desembarcaron cerca de 50 operarios que manejan camiones, palas neumáticas, grúas y barretas, y que de a poco van tapando los verdaderos pozos que se formaron en ese plano inclinado que es la ladera de una presa.

Antes, claro, tuvieron que bajar el nivel del embalse para que los 'agujeros' quedaran a la vista y pudieran ser identificados.

Este movimiento inusual en una zona desértica y sin siquiera un caserío llevó a remozar un poco viejas instalaciones semidestruidas del tiempo de la construcción. Allí duermen y comen ahora los trabajadores.

Este verano el embalse, por necesidades de control de caudales, estuvo tan alto que llegó por primera vez a su cota máxima. En una zona de fuertes vientos, las olas llegaron a levantarse dos metros y medio sobre la superficie del embalse, rompiendo contra el 'rip-rap' de la presa, que es la cobertura de piedras.

Esos golpes de agua hicieron que el 'rip-rap' se deslizara. Se formaron verdaderos agujeros en el revestimiento de la presa que se están rellenando con la misma piedra que las olas deslizaron.

Casa de Piedra es, si no la única, una de las pocas centrales hidroeléctricas del país en manos del Estado. Pertenece a la Nación -que financió la obra-, y las provincias de Río Negro, La Pampa y Buenos Aires, que crearon un ente para administrarla.

Tiene una doble función: la primera es la regulación del río Colorado, lo que asegura el riego aguas abajo, y la segunda es la generación de electricidad.

Aunque está en el Comahue, una zona hidroeléctrica por excelencia, Casa de Piedra es apenas recordada en la opinión pública. ¿Lo motivos? No fue construida por Hidronor, es la única en su tipo en la cuenca, no tiene un or

ganismo fiscalizador de su seguridad, el ente que ejerce el control de caudales tiene sede en Bahía Blanca y, para colmo, su potencia generadora es modesta: 60 MW (la mitad de Arroyito y 23 veces más pequeña que la de Piedra del Aguila).

Nadie lo dice con claridad pero en el ambiente de la hidrología y las presas todos conocen la reticencia del Ente Ejecutivo Embalse Casa de Piedra (operadora de la obra) a que el Organismo Regulador de Seguridad de Presas (Orsep) la fiscalice.

No es la única obra de ingeniería de este tipo que carece de una fiscalización externa permanente. De hecho, la presa más imponente del país, Yaciretá, se maneja del mismo modo, con la salvedad de que la obra del Litoral es binacional y, por ende, sujeta a otro tipo de normas.

Que no tenga un organismo fiscalizador no quiere decir que carezca de controles externos. El mismo experto que suele auscultar las presas que construyó Hidronor, el suizo Giovanni Lombardi, estuvo el año pasado en Casa de Piedra haciendo una auditoría.

Fue por consejo suyo que en las adyacencias de la presa se hizo un acopio de la misma piedra caliza que se depositó en el espaldón de la obra. La recomendación se hizo previendo que su composición y su liviandad iban a llevar a un rápido reemplazo.

La construcción de Casa de Piedra comenzó en 1983. Seis años más tarde se inició el llenado del embalse, que se ve enorme desde la cima de la presa, pero tiene apenas un poco más de capacidad que el de Alicurá.

La primera de las dos turbinas empezó a entregar electricidad al sistema nacional de interconexión (con un tendido que va hasta la zona de 25 de Mayo, La Pampa) en 1996.

Lo que llama la atención de entendidos, visitantes y automovilistas que la cruzan a través de la ruta 6 es la extensión de Casa de Piedra: son 11 kilómetros con agua de un lado y tierra seca del otro, salvo, claro, en la zona en la que el río Colorado sigue su curso. Esta característica coloca a la obra en el sitio de las más extensas del país, detrás -se ufanan sus directivos- de Yaciretá.

Aunque el deterioro de una obra de ingeniería que frena el agua y la embalsa en volúmenes descomunales puede sembrar temor entre los que viven aguas abajo de ella, el dato de que la presa esta en reparaciones debería tener un efecto tranquilizador.

¿Puede Casa de Piedra colapsar porque el 'rip-rap' se dañó? La pregunta no es descabellada y la respuesta es que sí, porque la presas se derrumban y hay experiencias hasta en los países más desarrollados.

Pero la misma experiencia dice que si una presa no colapsa en el llenado del embalse o en los primeros cinco o diez años de funcionamiento, raramente lo haga luego. Ello, claro, siempre y cuando se realicen los controles y atenciones indispensables.

Martín Belvis

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