Martes 8 de julio de 2003

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Lanzaron los operativos con gendarmes en Buenos Aires

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La inseguridad ya es una cuestión de Estado

Kirchner está ansioso por propinar golpes a las bandas de secuestradores, como a la que retiene al padre de Astrada.

BUENOS AIRES (ABA).- El problema de la inseguridad se ha convertido en una cuestión de Estado. Y el epicentro se ubica en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, donde las estadísticas criminales registran el 65% de los hechos delictivos del país. ¿Qué es lo que conviene hacer? La pregunta martillaba ayer los cerebros del presidente, Néstor Kirchner, el gobernador Felipe Solá, el ministro de Justicia, Gustavo Beliz y el secretario de Seguridad, Norberto Quantín.

El patagónico quiere tomar al toro por las astas y tener incumbencia directa en el distrito de mayor volumen de la Argentina. "No hay ninguna animosidad contra Solá, pero si no arreglamos está cuestión, es casi imposible seguir adelante", comentaron a "Río Negro voceros de la Casa Rosada.

El Presidente no ignora la magnitud las penurias sociales y como ello repercute en la proliferación de delincuentes. "Eso es real y serio. Hay ladrones que son ladrones porque no tienen para morfar, pero eso no oculta que hay, como en la dictadura, verdaderas "zonas liberadas" ordenadas por alguna autoridad policial". Según ese análisis descarnado, desde hace muchas décadas los gobiernos provinciales intentaron tímidas reformas, pero terminaron claudicando ante los comisarios.

"La reforma no la pudo hacer nadie. Cada vez la situación es peor. Cuando se producen los escándalos, los gobernantes en lugar de sanear y purgar, terminan aliados de la policía", se señaló anoche a "Río Negro".

Plenamente consciente de este cuadro, Kirchner empezó a enfocar sus cañones hacia la provincia de Buenos Aires. Considera que a Solá le va a costar mucho negociar con una policía que no respeta a su ministro de Justicia y Seguridad Juan Pablo Cafiero. Este ya amagó con la renuncia. Sin embargo, el gobernador lo respalda aunque admite su debilidad para darle estocadas al toro salvaje de la delincuencia.

La General Paz divide a la ciudad de Buenos Aires de la provincia y los controles ubicados en algunos lugares no consiguen evitar los desplazamientos de los malvivientes.

En las altas esferas políticas se destaca la magnitud de los negocios ilegales. "La policía, de alguna manera, está detrás de todo, de la prostitución, de las banditas, de los robos de autos, de los desarmaderos. Siempre hay uniformados en el medio, ya sea como ideólogos, ayudantes, jefes", se asegura.

Algunas versiones que indicaban el inminente relevo de Cafiero, aludían al ex jefe de gabinete Alfredo Atanasof como su futuro reemplazo. Empero, anoche su nombre era tachado por Kirchner. "Sería peor el remedio que la enfermedad", comentaron en su cercanía, aludiendo al pasado sindical de Atanasof y a su tendencia a conciliar. Se pensó en algún militar, como Martín Balza, pero la insinuación quedó estancada. "Más bien se necesitaría una persona como Quantín que, por su pasado de fiscal, conoce cómo funciona la bonaerense", se agregó.

El clima de incertidumbre se agiganta ante el inminente inicio de la campaña electoral para elegir gobernador en septiembre, en la que Solá deberá enfrentar la dura propuesta del ex comisario y actual intendente de Escobar Luis Patti.

Controlar a la policía no es un juego de niños. Aníbal Ibarra en la capital federal fue quien le pidió a Kirchner que mantuviera en su puesto al comisario Roberto Giacomino como jefe de la Federal, para "no armar quilombo" antes de los comicios de agosto frente a Mauricio Macri.

Los herederos de "la maldita" parecen ser mayoría en policía de Buenos Aires. "La rueda de los buenos" (así se llama a los oficiales que quieren encauzar el desenvolvimiento de la fuerza por caminos no ilegales) apenas si alcanza a un 10% del total de los efectivos. "Hoy por hoy, el 70 % de los que ganan los policías es en negro", se comentó a este diario.

Kirchner incita para tomar envión y propinar tres o cuatro golpes fuertes a bandas de secuestradores, como la que retiene al padre del jugador Rubén Astrada. Por ahora, lo trató de hacer a través del comando unificado de la Federal, Prefectura y Gendarmería. Pero ya se dio cuenta de su inutilidad y de la necesidad de golpear más fuerte para erradicar en algo el flagelo de la inseguridad.

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