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Cinco años de prisión para el hombre que intentó asesinar a su esposa

"No quería matarla, necesitaba que sobreviviera"

NEUQUEN (AN)- "No sólo no quería matarla, sino que quería no matarla: necesitaba que sobreviviera, porque de otro modo ¿dónde iría su mensaje?, ¿en qué quedaba su brutal y cruel escarmiento?".

Con citas a Freud y respaldo en las pericias psicológicas hechas a Mario Garoglio, el camarista Emilio Castro opinó que el imputado no quiso matar a su esposa Ivana Rosales.

Al mismo tiempo, no encontró atenuantes para su conducta porque "lo que la mujer era, lo sabía Garoglio mucho antes de formalizar la unión". En el mismo sentido, afirmó: "Si la víctima hubiera sido adúltera, eso habría sido algo que estaba en las probabilidades de la mujer que eligió, características por las que la eligió; entonces no se las puede computar ahora como circunstancias extraordinarias de atenuación".

En su defensa, el imputado había dicho: "las putas no son para cualquiera".

El voto de Castro, que quedó en minoría, señala que Garoglio "es un hombre con ego hiperbólico", y "se presenta como un Mesías que rescató a quien hoy es su víctima de la mala vida; le ha proporcionado todo (además de una paliza monstruosa, de la que no dice nada) y ahora es víctima de su ingratitud".

"A su vez, dice de la mujer que es, en resumen, una puta sin redención posible (pese a que él, precisamente, intentó redimirla); no tiene consideración alguna para quien, en definitiva, es su víctima. Su actitud en este tópico tiene color canallesco: no se espera de un hombre honrado, ni aunque fuera verdad; es actitud de matón, malevo bajo", añadió.

Además, "es obvio que no pudo admitir la separación, la pérdida de esta mujer, que, la haya querido alguna vez o nunca, era su objeto por antonomasia; lo que, aparentemente, lo completaba. Toda su pregonada actitud de apoyo posterior (pagarle la casa) tiene más que ver con esto que con ninguna misericordia, afecto ni solidaridad, que no tiene; de otro modo, guardaría reserva, no la injuriaría como lo hace, ni siquiera para defenderse".

Recordó el juez el resultado del examen psicológico efectuado a Garoglio: "es egocéntrico y se relaciona con los demás como si fueran una prolongación de sí mismo". Luego indicó que "convivió con la mujer por largos años, pese a que dice saber que lo engañaba, procurando arrancarle confesiones que, por supuesto, no llegaban".

"Si lo que dice es cierto, ¿qué es lo que no sabía? ¿para qué quería que ella se lo confesara? ¿o esperaba que se lo negara?. Según él y según una testigo que dice haber sido alternadora en Rincón, esta mujer se la presentó y así se formó la pareja. ¿Qué ignoraba él de ella?. Mesiánico, la rescató; podemos sospechar que ese origen, mujer de mala vida, le era esencial. En conclusión: sabía positivamente de quién se trataba, al punto de que esa condición de ella le era fundamental".

Opinó entonces que Garoglio "es un actuador; alguien que no tolera la pérdida ni menos el abandono por aquella que él dice haber salvado; que asume, al menos al hacer el relato de su relación, una actitud francamente canallesca".

"Todo me conduce a presumir que nunca quiso matar; sí escarmentar, hacer sufrir; quizás marcar, deformar. Fue un acto cruel, brutal, hasta sádico. Pero no asesino".

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