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Cinco años de prisión para el hombre que intentó asesinar a su esposa

"La peor condena es que les tendrá que explicar a sus hijos"

La mujer que estuvo al borde de la muerte por los golpes de su esposo dice que quiere salir adelante y superar ese pasado. Vive con sus hijos, estudia y trata de conseguir trabajo. Habló para aclarar algunas cosas que dijo su marido sobre ella en el juicio oral.

NEUQUEN (AN)- Ivana Rosales luce como una mujer que ha conocido el infierno. Quién sabe cuánto calla, cuánto oculta, cuánto corrige, como pretenden hacerlo las cinco cirugías con las que le reconstruyeron el rostro que su marido intentó borrar a golpes de piedra.

Ayer no estuvo presente en el momento en que se conoció la sentencia que condenó a su esposo Mario Garoglio a cinco años de prisión. Cuando dialogó con "Río Negro", el jueves a la tarde, era el punto del que menos le interesaba hablar. "La peor condena para él será tener que explicarle todos los días a sus hijos por qué quiso matar a su mamá", dijo.

A Ivana le interesa aclarar otras cosas. Por ejemplo, que nunca dejó morir a una hija que tuvo a los 17 años, como aseguró Garoglio durante el juicio oral.

"El sabe por qué dice esas cosas: me lastima en el lugar que más me duele", dice ella, que estuvo 45 días internada por golpes en el rostro.

Entonces muestra fotos donde se la ve, jovencita y un poco asustada, junto a la incubadora, y la historia clínica de esa hija, que nació sietemesina y falleció a los 40 días. "Todo ese tiempo estuve al lado de ella, en el hospital Castro Rendón. Nunca la pude tener en brazos, sólo después de muerta. Es algo que jamás pude superar".

Y agrega, apretando los dientes: "yo cambio mi vida por la de esa niña. Como doy la vida por cualquiera de mis tres hijos".

Su acento arrastra ecos de su San Rafael natal. Ahora vive en un pequeño departamento en Cinco Saltos, que le paga su marido junto con una mensualidad para mantener a las tres criaturas que nacieron durante sus años de convivencia. Está terminando de estudiar en la nocturna, y espera conseguir un trabajo.

Los chicos pronto regresarán de la escuela e Ivana se apresura a contar otra de las cosas que le interesa dejar en claro: su paso por "la noche", como ella misma lo llama.

"Yo me hago cargo de mi pasado. Estaba desesperada, necesitaba trabajo y llegué a Rincón por un aviso del diario y una promesa de 2.000 pesos por mes. Pero nunca me prostituí. Sólo quería trabajar un mes e irme. La plata nunca apareció, y en cambio lo conocí a Mario que me dijo lo que yo quería escuchar: te puedo conseguir trabajo. Por eso me fui con él".

"No me sacó de la calle, como él dice, porque nunca estuve en la calle", aclara.

De pronto la casa es un griterío de chicos en guardapolvos. Ivana los convence para que vayan a jugar un ratito afuera, y sigue: "después de que yo declaré en el juicio, dijeron que era fría y calculadora. ¿Sabés una cosa? Me cansé de ser víctima. No quise presentarme como una víctima. Toda la vida me la pasé diciéndome a mí misma 'pobre Ivana'. Basta, ya basta".

También se mira a sí misma y llega a una conclusión: "Me pasó lo que me pasó por ser sincera, por decir que estaba enamorada de otro hombre. ¿Qué esperaban que hiciera? ¿Que llevara una doble vida? Por decir la verdad, casi me matan".

Prende el último cigarrillo, y mira de frente con ojos brillantes pero sin lágrimas. Cuenta que no puede llorar. "Los psicólogos dicen que estoy bloqueada, que tal vez un día mirando una telenovela me largue a llorar y no pueda parar más".

Guillermo Berto

gberto@rionegro.com.ar

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