Viernes 18 de julio de 2003

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De pintor frustrado a pintor literario

Federico Andahazi y la anatomía de la novela

Llegó a Bariloche apenas arribó de distintos puntos del mundo. Es en el marco del encuentro de escritores organizado por Planeta. Algunos aspectos poco conocidos de la 'prehistoria' de sus obras.

 

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Una más que agradable charla tuvieron los barilochenses con Federico Andahazi.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (Especial).- Convencido de que no hay una fórmula para escribir, Federico Andahazi dijo no poder dejar de "sentir extrañeza cuando pongo punto final a una novela. La leo por última vez y me pregunto de dónde habrá salido todo ésto. Uno sospecha que hay algo extraño en el medio, una novela es un texto que se nos fue de las manos", graficó.

Comienza a edificar la historia a partir de un título, "no puedo trabajar si no lo tengo, aunque sea presuntivo" A partir de entonces, agregó "trazo una especie de bosquejo elaborando cimientos, vigas, ladrillos y decoración, para utilizar una metáfora arquitectónica". Ya había escogido el nombre "redondo y perfecto" de la novela en la que trabaja y enviado las primeras páginas a su agente cuando éste le dijo que debía cambiarlo porque era exactamente igual al escogido por Tomás Eloy Martínez para una obra: El cantor de tango.

Otras experiencias abonan su concepción sobre el "misterioso trabajo de la escritura". La pérdida de un capítulo en los secretos vericuetos de una computadora sin memoria obligó la reescritura y la consecuente "sensación de que no había quedado igual. Apareció el archivo y para mi completo estupor no se diferenciaban a pesar de mi pésima memoria".

Concibe la escritura como el orden de la mayéutica. "Los griegos decían que la única forma de conocimiento era por rememoración. No es que uno conociera sino que rememoraba el saber que estaba perdido en alguna parte. Escribir es muy semejante a recordar. Dónde se aloja ese texto que uno tiene terminado en la cabeza no lo sé".

Los encuentros con el público resultan sumamente provechoso y gratos teniendo en cuenta que el trabajo del escritor es introvertido. "Es sorprendente la cantidad de lecturas posibles de una obra". Que la popularidad llegue de la mano de una polémica genera sensaciones encontradas. "Siendo un escritor inédito y sin demasiada ilusión de publicar", El Anatomista mereció el premio de la Fundación Fortabat al mismo tiempo que participaba del concurso Planeta con muy buenas chances de ganar. "Me encontré ante un dilema porque una de las cláusulas del certamen organizado por la editorial señalaba que la obra no podía tener un premio anterior por lo tanto la retiré. Me pareció que rechazar el premio de la fundación significaba un mal ingreso al mundo de la literatura y un desprecio al jurado que la había elegido.

"El pequeño y vergonzoso escandalete comenzó con la publicación de una solicitada (firmada por Amalia Lacroze de Fortabat) que señalaba que la novela no contribuía a exaltar los altos valores del espíritu humano, cosa obvia porque no me propuse semejante cosa". Aunque cobró el importe establecido para el premio, Andahazi no recibió el galardón y la ceremonia fue suspendida. En definitiva resultó una publicidad inesperada, tan es así que la primera edición del libro fue acompañada por una faja que reproducía la frase de Fortabat textualmente.

"Episodio triste"

"Fue un episodio bastante triste, especialmente por los escritores reconocidos que integraron el jurado que sufrieron la ofensa de que alguien, por ser dueña de una de las empresas más grandes del país, haya tenido el atrevimiento de contradecirlos. Ahora parece gracioso pero en su momento lo padecí, me parecía que el libro iba a salir cargado de una especie de prelectura teñida de escándalo. Las publicaciones en el exterior (China, Finlandia, Italia y Rusia, entre otros cuarenta países) me desembarazaron de esa sensación", dijo.

La literatura suele cargar un gran problema: la sacralización impuesta por el poder que nunca toleró su existencia. "La censura es tan antigua como la literatura y el poder fue refinándose para combatir este carácter revulsivo que le otorgó. La forma más sutil que encontró fue ponerla en un pedestal de mármol consiguiend el mismo efecto, que el lector no se acerque. Si algo me propuse desde este lugar es desacralizarla, quitarle esta pátina presuntamente refinada, acartonada", sostuvo.

"Azar y casualidad"

Una obra literaria surge de "una especie de choque entre el azar, la casualidad, y la subjetividad del autor. El Anatomista surgió del azar. Encontré una historia del cuerpo humano que hace referencia a un personaje fantástico: Mateo Realdo Colombo, estudioso del siglo XVI, primer anatomista que estableció las leyes de la circulación saguínea, la función pulmonar y, como perla fantástica, también se atribuye el descubrimiento del clítoris. Es extraordinario que tuviera un descubridor y se llamara Colón".

Después de referir algunas coincidencias entre sus novelas y otros autores manifestó lo curioso que resulta "ver cómo una obra literaria es como un eslabón entre dos creaciones. Nunca inventamos nada. Es interesante conocer cómo el autor llega a concebir determinada obra y cuánto más rica y vasta que la propia obra puede resultar esta prehistoria".

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