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Aguinis y los dolorosos rasgos de los argentinos

El escritor dio en Bariloche una charla con amplia revisión. Las ONGs, la discriminación y la educación fueron los temas elegidos.

Aguinis hizo en Bariloche un descarnado análisis de los argentinos, de la educación y de la prensa.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (Especial).- Después de definir como "agridulce" el recuerdo de su paso por la función pública como secretario de Cultura de la Nación con el restablecimiento de la democracia, Marcos Aguinis comenzó a desgranar dolorosos rasgos distintivos argentinos íntimamente ligados al caos reinante desde hace décadas. "La sociedad agradece que se le empiece a decir la verdad, está taponada de dobles discursos, de hipocresía, de manipulaciones. Es necesario hacer un buen diagnóstico porque a partir de ahí podemos seguir avanzando", dijo. A pesar del descarnado panorama, funda su esperanza en el cambio y la participación.

"Toda comunidad, todo grupo humano necesita voceros, lo que ocurre es que no siempre los intelectuales somos confiables. Algunos cometieron graves errores. El intelectual vendría a ser una especie de suma de conocimiento o erudición con ética, su interacción es lo que haría al ideal. Tiende a generar confianza, sabe más, lo dice con sinceridad y lo aplica para las buenas causas.

"Esto no significa que el más erudito de los hombres no tenga ciertas fijaciones, distorsiones que lo llevan a convertirse en ciego frente a algunas situaciones. Martín Heidegger simpatizó con el nazismo; Pablo Neruda, sincero comunista, le cantó a Stalin que era un paranoico asesino y que traicionó los ideales del socialismo, convirtiendo esos ideales en un estado totalitario abusivo. Los intelectuales tenemos también eclipses psicóticas. Hay cosas que no se ven, uno aparenta ver las cosas con mucha claridad y no es así. No hay que confiar en todos, los intelectuales, también tienen que ser filtrados", consideró.

Sin la gravitación de otros tiempos, actualmente los formadores de opinión pública son los periodistas con una presenci mucho más poderosa y en este sentido "están en deuda con la gente". En la década del 90, la investigación periodística apareció como compensación al vacío dejado por una justicia que parecía ausente pero actualmente "vemos que los mismos periodistas están muy confundidos y más interesados en provocar impacto social para ganar puntos de rating que en responder a su deber, a su responsabilidad profesional. Es un trabajo delicado, como el del cirujano, que está permitiendo que este paciente viva y determina cómo vivirá después".

Dicho "a quemarropa" el periodista Luis Majul había anunciado rimbombantemente que Elisa Carrió había roto la tregua con el presidente Kirchner, hecho desmentido luego por la entrevistada durante el programa televisivo. "Esto fue una estafa a la opinión pública porque la gente se metió en ese programa para ver el escándalo que se venía y resulta que no había nada de eso. O nos han estafado, estaba mal informado o era un arreglo publicitario. No sé, empecé a sospechar y esto es muy grave porque en este momento el periodista para mi ha perdido credibilidad".

También hay periodistas que incursionan en otros ámbitos. "Es el caso de Lanata que ha recibido críticas feroces de los historiadores por datos inexactos que consideran que no tiene que meterse en temas que no conoce. Confieso que he leído los dos últimos libros pero ponerse a escribir sobre historia argentina es una manera poco seria de tratar el tema. Zapatero a tu zapato. O por lo menos hay que aprender cómo hacer el zapato", expresó.

La novela Asalto al paraíso es protagonizada por una periodista. "Es una historia en la que denuncio indirectamente toda perversidad, toda locura de cualquier fundamentalismo religioso. Todos, con distintas racionalizaciones, degradan a la mujer. Como la escribí para invitar a reflexionar sobre este fenómeno tan terrible que asesina inocentes a mansalva".

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