Lunes 19 de mayo de 2003
  Desocupados generan trabajo con los subsidios
 

Beneficiarios del programa Jefes y Jefas de Hogar se organizaron en 10 barrios donde funcionan una bloquera, fábricas de pastas, comedores y "merenderos". En esta tarea hay 250 caras visibles y más de 1.000 personas, entre adultos y chicos.

  NEUQUEN (AN).- Horacio Roldán es entrerriano, chef de cocina de oficio, pero hace años que está desocupado. Trabajaba en un restorán que cambió varias veces de propietario, sobre la ruta 22. Después fue empleado en varias parrillas, hasta que quedó fuera definitivamente del mercado laboral.
Ricardo Lazarte fue peón rural, hace diez años que está en Neuquén. Vino de Bahía Blanca, donde nació, para trabajar. De aquí fue a Cipolletti, pero perdió el empleo y llegó "hasta lo de mi compadre, que me dio una pieza".
Ahora, Roldán y Lazarte son beneficiarios de programas de desempleo y junto con otros como ellos utilizan parte del subsidio para desarrollar emprendimientos productivos.
Roldán coordina la bloquera financiada con el aporte de los integrantes del Movimiento Barrios de Pie que comenzó a funcionar el lunes pasado. Entre moldes, bolsas de cemento y camiones de arena sumaron 360 pesos y diez hombres, a razón de cinco por turno, iniciaron la producción de bloques para la construcción de viviendas, salones comunitarios y venta a los vecinos.
Roldán dice que se propone lograr una producción semanal de 600 bloques. Con eso, afirma, "se puede construir una pieza de cinco por cinco".
El acuerdo consiste en que un tercio de los bloques vaya para edificar los "salones o comedores que se necesitan en los barrios", explica Jorge Marillán, coordinador general del movimiento. Otro tercio es para autoconstrucción de las viviendas de los integrantes de la agrupación, y el resto "para vender a los vecinos y que los compañeros tengan unos pesos".
Los bloques descansan, en hileras, en el frente de la casa de Roldán, en Toma Norte, un vecindario que ya lleva una década. Es el atardecer cerca de donde termina el recorrido de la línea 1 de Indalo. Ya dejaron de trabajar hasta el día siguiente, y preparan los mates. Recuerdan que hace unos años, cerca de ahí en el obrador del barrio Independencia, funcionaba otra bloquera, inspirada por la subsecretaría de Acción Social entonces conducida por Alejandro Córdoba. Ese emprendimiento, al igual que el de Bouquet Roldán, dicen, languideció hasta desaparecer.
La primera experiencia fueron 16 bloques por metro cuadrado, y están a punto de encarar una producción más tecnificada, con el aporte de estudiantes y profesionales de la facultad de Ingeniería de la Universidad del Comahue.
A dos casas de ahí, hay un letrero: "Mza. 2, lote 8". Adentro, una habitación de material, grande donde viven Cristina Aguilera, Luis Alberto Fuentes y sus siete chicos. Ella tiene 30 años, es desocupada y desde hace tres años está en el movimiento. Coordina un comedor-cocina que prepara 26 viandas y otras tantas meriendas por día.
El menú varía, de acuerdo con la disponibilidad de la "mercadería" que se concentra semanalmente en una casa en San Lorenzo. Son las donaciones que reciben los "barrios de pie" de los particulares, de los hipermercados y de otras instituciones y empresas. Para cocinar, utiliza los bonos de gas que reparte el movimiento.
Con esos ingredientes preparan puchero, guisos de arroz o fideos, pan, y los reparten. "Todos los beneficiarios son compañeros, que trabajan en alguno de los emprendimientos", asegura Marillán.
En los fondos de la casa Fuentes tiene un gallinero con 40 pollos que alimenta para abastecer "a los comedores y para la venta". Allí se invirtieron 300 pesos, con alimento balanceado incluido, y en un mes más tendrán listos los pollos para faena.
Fuentes era cartonero, un oficio que dejó para dedicarse a la cría de las aves. En un futuro próximo, piensa agregar conejos y gallinas ponedoras, para ampliar su aporte.
Los emprendimientos incluyen fábricas de pastas, de conservas y otras especialidades (ver infografía). Se financian con parte de los subsidios del programa jefes y jefas de hogar que perciben. De esos 150 pesos mensuales, ellos aportan 10 pesos por mes.
Con esos fondos -unos 2.500 pesos mensuales, ya que suman unos 250 integrantes- "pagamos fletes, compramos alimentos, o hacemos algún folleto", dice Marillán. Cada domingo se instalan con un puesto en la plazoleta frente a la Catedral para vender pan, pastas, dulces y conservas y hacer transacciones con los bloques a los paseantes del centro. En la semana, recorren casa por casa para ofrecer sus productos.
   
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