Miércoles 7 de mayo de 2003

 

Advierten por un conflicto entre Duhalde y Kirchner

 

La relación entre el presidente y su delfín siempre fue conflictiva, pero deberán mantener su alianza para facilitar la gobernabilidad. Menem cree que es sólo un pacto electoral y golpeará a Kirchner comparándolo con la debilidad que tuvo De la Rúa.

  Buenos Aires (ABA).- El eventual conflicto lo está agitando el menemismo, pero existe. La relación entre el presidente Duhalde y su delfín Néstor Kirchner dista de ser ideal. Aunque, en realidad, las chispas surgen más bien del difícil vínculo entre el candidato y el duhaldismo, que intenta presionarlo en nombre del "Jefe".
Para aplacar los ánimos, Duhalde comunicó oficialmente que se irá a vivir fuera del país durante los primeros meses del supuesto gobierno de Kirchner.
Ya habría elegido su chacra, cerca de Colonia, en Uruguay. No es tan lejos, después de todo. Y cuesta imaginar a Hilda "Chiche" Duhalde cosechando hortalizas y sin inmiscuirse en la gestión si hay algo que no le gusta en los programas sociales.
"Son ridículas las versiones de que quiero mantener el poder después del 25 de mayo. No tengan dudas: Néstor será el presidente, el que mande y el dueño del poder", avisó enojado el Presidente.
Igualmente, es de esperar que surja una disputa, en los primeros meses del eventual gobierno, entre un presidente que deberá demostrar que no es el "Chirolita" de nadie y un ex presidente que estará encantado con su smoking de Chasman. Por más que lo niegue, Duhalde está orgulloso de su "operativo Kirchner". Después de varios intentos frustrados por imponer candidatos propios (el listado incluye a Reutemann, De la Sota y Felipe Solá), el Presidente logró instalar al gobernador pese al pesimismo de casi todos sus escuderos.
Hasta su propia mujer Chiche declinó de acompañar en la fórmula presidencial al santracruceño, descreída de sus posibilidades. Pero Duhalde siguió adelante con "su" proyecto: logró sortear las internas justicialistas y, ahora, en las generales, movilizó toda la estructura para que Kirchner quede sólo a dos puntos de Menem. Es muy probable que el gobernador sea el próximo presidente. Pero lo será con tan sólo el 21 por ciento de votos propios, que ni siquiera son propios.
El menemismo ve aquí un conflicto potencial. Y se propone plantear la discusión en esos términos. "Es fácil demostrar que los únicos con poder propio en la Argentina son Menem y Duhalde, y Duhalde no es candidato", señala un vocero del ex presidente.
Es un objetivo de campaña: apuntar contra la debilidad de Kirchner y destacar los problemas que esa flaqueza casi delarruista puede generar para lograr la "gobernabilidad". La postulación de Carlos Melconián como eventual ministro de Economía de Carlos Menem tiene por fin desgastar la figura de Roberto Lavagna, a quienes ven alrededor del riojano como el arma más potente de Kirchner. "¿Puede ser Lavagna la continuidad de sí mismo? ¿A quien le echará la culpa por la pesada herencia recibida?", se pregunta, algo malicioso, el economista menemista Pablo Rojo. Es verdad que Lavagna se deja a sí mismo una herencia bastante pesada. Antes de que termine el 2003 deberá resolver temas candentes y calientes: el reacomodamiento salarial, el eventual aumento de tarifas y, sobre todo, la negociación para el pago de la deuda externa.

Gonzalo A. Guerrero


Elogio a la traición

De alguna forma, el sucesor siempre está condenado a traicionar. En un país presidencialista como la Argentina, no hay experiencias de mandato "compartido". Una gestión Kirchner dependería en gran parte del humor de Duhalde. Heredará del actual presidente a un lote de tres o cuatro ministros. Pero, en especial, necesitará del poderoso aparato bonaerense para aferrarse al poder, cada vez más anárquico y compartimentado. Ahora, el santacruceño tiene que decidir si mantiene el pacto con Duhalde y acepta aparecer como el "gestor" de un proyecto ajeno, o si se postula como el capitán del post duhaldismo; es decir, de un duhaldismo sin Duhalde.
"Si quiere gobernar, deberá traicionar a su creador. Esa tendría que ser su primera medida de gobierno para resultar confiable", señala el filósofo Tomás Abraham. De lo contrario, Kirchner y Duhalde, deberían demostrar que son capaces de mantener una alianza más allá de las apetencias del poder. Hasta aquí, las alianzas sostenidas solamente en su antimenemismo no fueron fructíferas. Por otro lado, tampoco se pueden esperar actitudes de renunciamiento. Kirchner no es Cámpora; el odontólogo de San Andrés de Giles estaba dispuesto a renunciar por Perón. Nadie espera que el doctor de Santa Cruz deje el gobierno para entregárselo a Duhalde. Y se entiende: tampoco Duhalde es Perón.

   
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