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Lunes 7 de abril de 2003 | |
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Autopistas humeantes y desiertas tras combates |
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| La ciudad de Bagdad es escenario, por primera vez, de intensos combates, que aumentaron en intensidad anoche, especialmente en los suburbios del sur y del sudeste de la capital iraquí. Los disparos de artillería y de cohetes se intensificaron por la noche, en torno a las 21H40 locales (14 de Argentina) y se oían fuertes deflagraciones en el centro de la capital. Los tiros de la defensa antiaérea iraquí iluminaban el cielo de la capital, mientras buena parte de la ciudad seguía a oscuras debido a un corte de suministro eléctrico desde hace varios días. Fuertes explosiones sacudieron antes los barrios de Bagdad, sobrevolada por aviones y recorrida por ambulancias con sus sirenas ensordecedoras. Las calles estaban totalmente desiertas con la excepción de algunos militares muy armados y milicianos del partido Baas, en el poder. Por la tarde, una docena de obuses de mortero cayeron en el barrio Saadún, en pleno centro de Bagdad, cerca del hotel donde se alojan los periodistas de la prensa internacional. Esos primeros disparos se produjeron por primera vez en el centro de Bagdad desde el inicio de la guerra, el 20 de marzo. A primera hora de la tarde, la salida sur de Bagdad había sido blanco de intensos bombardeos aéreos. Esos bombardeos fueron tan violentos que hicieron saltar las alarmas de los automóviles estacionados en el centro. El cruce de la autopista a la altura del Gran Puente Saddam, en el sur de la metrópoli, se convirtió ayer, tras el primer avance estadounidense con tanques, en un campo de batalla. A ambos lados de la carretera se pueden ver decenas de vehículos militares y cañones iraquíes calcinados. Pero también hay un humeante tanque de combate norteamericano, que tiene un gran agujero en la torreta y cuyas orugas yacen rotas sobre el asfalto. En el cielo tronan los cazas estadounidenses, que al mediodía realizan nuevos ataques. "Llegaron a primera hora de la mañana en columna", relata un soldado iraquí. Lleva un uniforme verde claro y un birrete negro. Del pecho le cuelga la munición para su Kalashnikov. "Luchamos a poca distancia. Algunos soldados sólo están a cien metros de los tanques. Ha sido un combate brutal y hemos tenido muchas bajas", afirma. Pero el hecho de que también haya quedado destruido un tanque norteamericano seguro que lo llena de orgullo. Por primera vez desde hace días, los periodistas extranjeros han podido moverse libremente y con vehículos propios en la zona del frente sur de Bagdad. Allí se han apostado los soldados iraquíes, unidades especiales y grupos de combatientes civiles. Los cañones antitanque y la artillería están en posición. Los combatientes, lanzagranadas al hombro, se parapetan en las trincheras ante ametralladoras. Tras el duro combate del sábado, han llegado refuerzos frescos. Roland Huguenin-Benjamin, del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Bagdad, dijo después de la batalla que en hospital Yarmuk entraban cada hora "hasta cien heridos de guerra". Las bajas en el bando iraquí durante esta batalla parecen haber sido muy altas. Pero el destruido tanque norteamericano demuestra que las armas iraquíes también tienen su efecto. El profundo cráter que se encuentra junto al carro de combate hace pensar que las fuerzas aliadas destruyeron su propio tanque cuando vieron que éste estaba perdido de todos modos. Por el momento no parece que se haya derrumbado la moral de los soldados iraquíes situados cerca del Gran Puente Saddam, pese a que el avance con tanques estadounidenses ha dejado un rastro de destrucción en sus puestos. "Lucho por mi patria. Hemos nacido aquí", dice el soldado con el birrete negro. "Este es nuestro país". (DPA/AFP) |
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