Martes 18 de marzo de 2003
 

El hallazgo del gran lago

 
  El Nahuel (tigre) Huapi (isla) fue uno de los primeros sitios de toda la región patagónica explorado por los conquistadores españoles, como lo testimonia la crónica de la expedición realizada por el capitán Juan Fernández en 1620.
Pero algunos investigadores creen que el "descubridor" del lago tuvo antecesores. Como Juan de Saavedra enviado en 1535 por Diego de Almagro desde el Perú con una expedición de numerosos indígenas que incluía al hermano del inca Manco Capac, Pablo Topo y al gran sacerdote Villacumu (que los españoles llamaban Villaoma". (Rosales Diego, Historia General del Reino de Chile, Flandes Andino, Edit. A.Bello 1989).
"No se conoce en realidad el límite más austral alcanzado por la expedición que, según Oviedo, pudo haber llegado "hasta cerca del fin del mundo". ¿Sería aventurado suponer que también estuvo en las márgenes del Nahuel Huapi?" (Biedma Juan Martín, Toponimia del PNNH).
Parece una incitación para viajar a la prehistoria de la región y abre vía a la especulación sobre la influencia incásica como consecuencia de las sucesivas invasiones de los ejércitos del inca, antes de la entrada de los españoles. El sometimiento impuesto por aquella cultura dominante pudo haberse proyectado mucho más al sur pero cesó repentinamente con la caída del imperio incásico. No habría siquiera memoria de no mediar la historiografía. Lo cierto es que los rastros concretos hallados aquí y bastante más al norte, anteceden sin duda la llegada de los españoles.
"El haber descubierto en la Isla Victoria pinturas con dibujos de llamas, dos de ellos con carga, solamente podría ser interpretado como indicio de un contacto directo con las altas culturas del Perú, durante épocas anteriores e inmediatas a la conquista española (...) Este hecho podría también justificar el hallazgo en esa isla de una pakcha (vaso libatorio incásico) descrito por Vignati en su oportunidad". (Asbjorn Pedersen, Las pinturas rupestres del PN Nahuel Huapi, en Anales de Parques Nacionales 1978).

El padre Mascardi en la región

La liberación de un grupo de indígenas prisioneros, el mito de la Ciudad de los Césares y la tarea misional trajeron al jesuita Nicolás Mascardi al Nahuel Huapi, en 1670. Sus afanes lo llevaron a realizar cuatro extensos y penosos viajes por pampas, valles y serranías, recorriendo centenares de leguas pese a una grave dolencia en una de sus piernas.
Al regreso de su tercera incursión por la Patagonia, después de más de cuatro meses, Mascardi encontró en su Misión los obsequios que le enviara el virrey del Perú, conde de Lemos, con carta fechada en Lima el 4 de marzo de 1672, que respondía a la que el jesuita le remitiera un año antes.
El virrey le enviaba: doscientos ducados de plata, unas medallas del mismo metal de Nuestra Señora de los Desamparados, cincuenta estampas y además una bella imagen de la Purísima Virgen María, que Mascardi recibió muy complacido "sobre todo la bella imagen de la Purísima, que colocó en la capilla de Nahuelhuapi, tomándola por patrona de su misión" (Enrich Francisco, Historia de la Compañía de Jesús en Chile, en Furlong Guillermo, "Entre los tehuelches de la Patagonia...")
Esto escribe el padre Enrich, dice Furlong, "pero opinamos que la imagen o estampa, aunque era de la Purísima, lo era bajo la especial advocación de NS de los Desamparados, conforme era la devoción peculiar del virrey del Perú y, razonablemente, juzgamos lo fue también del padre Mascardi, y así se explica que los historiadores y aun los cartógrafos aludan a la Reducción (misión) dándole el título de Nuestra Señora de Nahuel Huapi".

   
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