Lunes 24 de marzo de 2003
 

Análisis: Medio Oriente, el primer paso de la nueva estrategia

 
  WASHINGTON . - Estados Unidos considera la guerra en Irak como una primera etapa de un proyecto internacional más amplio: legitimar el concepto de "guerra preventiva" contra el terrorismo y sus apoyos, "rediseñar" el Medio Oriente y revisar las alianzas tradicionales de Washington.
Funcionarios conservadores cercanos al presidente George W. Bush sostenían desde hacía tiempo que el conflicto era inevitable, pues abría el camino a una redistribución de las cartas a escala mundial. Esta escuela de pensamiento, muy criticada en el exterior y en los medios liberales norteamericanos por sus tendencias unilateralistas, quiere situar a Estados Unidos en el centro de un nuevo orden post-Guerra Fría, liberado de las pesadas herencias de los tratados e instituciones internacionales consideradas anticuadas en el nuevo orden.
Sus representantes más eminentes son el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su adjunto Paul Wolfowitz. Numerosos consejeros de la Casa Blanca, el Pentágono y el departamento de Estado comparten en grados diversos esta visión del mundo.
El secretario de Estado Colin Powell, considerado un moderado apegado al multilateralismo clásico, también evolucionó en este sentido durante los últimos meses, refiriéndose al "rediseño" de Medio Oriente. En varias ocasiones, el presidente George W. Bush ha satisfecho las expectativas de los "halcones" del gobierno, con el rechazo del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático y retirándose del tratado ruso-estadounidense ABM para llevar adelante un proyecto de escudo antimisiles.
Ya en enero de 1998, 18 personalidades republicanas, la mayoría de las cuales ocupa altos cargos en la actualidad, escribieron al entonces presidente Bill Clinton una carta abierta que anunciaba la vía seguida en Irak. Allí lo instaban a "garantizar los intereses norteamericanos y de nuestros amigos y aliados en todo el mundo" con "una estrategia que, sobre todo, apunte a sacar a Saddam Hussein del poder".
También querían que la política norteamericana frente a Bagdad no quedara "prisionera" de la ONU, una demanda ya cumplida por Bush. Para los responsables norteamericanos, en estos momentos existen tres nuevos conceptos en juego:
* La "guerra preventiva", que Bush presentó el año pasado como un concepto central de la defensa estadounidense ante la amenaza de los "Estados canallas" como Irak, Corea del Norte o Irán, susceptibles de anudar alianzas con redes terroristas, como Al Qaeda de Osama ben Laden, peligrosas para el mundo.
* El "rediseño" de Medio Oriente, o teoría del "dominó democrático", que sitúa la caída de Saddam Hussein como un ejemplo que impulsaría al resto de la región a evolucionar hacia la democracia. De este modo, se facilitaría además la paz entre israelíes y palestinos.
* Nuevas alianzas. Juzgando que instituciones como la ONU y la OTAN demostraron sus limitaciones, y decepcionado por aliados tradicionales, como Francia y Alemania, Washington quiere constituir "coaliciones de países voluntarios", variables y gravitando en torno a EE.UU. Puesta en escena con la "coalición anti-terrorista" al cabo de los atentados del 11 de septiembre, la idea regresa con la "coalición para el desarme inmediato de Irak", que a Washington le sirve de garantía internacional a falta del aval explícito de la ONU para este conflicto.
   
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